Tasa, cepo o techo, temores y triunfos del Gobierno

Por Gustavo F. Wallberg para LA GACETA

31 Agosto 2025

Nada extraño en la inestabilidad financiera de estas semanas: Se acercan las elecciones y hay desconfianza, manifestada en variables vinculadas al principal objetivo económico del gobierno, bajar la inflación. Para alcanzarlo utiliza como herramienta esencial la cantidad de dinero y para el corto plazo el precio del dólar. Por eso el Banco Central casi no compra moneda extranjera (debería emitir) y se intenta frenar la demanda por divisas aun a riesgo de estancamiento.

Se puede comenzar con la suba de encajes. Los bancos aumentan la oferta de dinero al prestar parte de lo que depositan sus clientes pero están obligados a guardar y no prestar un porcentaje de los depósitos; es el requisito de reservas o encaje. A mayores encajes menores préstamos, en consecuencia menos dinero. Y eso significa menor demanda por dólares y por lo tanto menor presión sobre la cotización. Pero como la tasa de interés es el precio del crédito, menor oferta de dinero implica préstamos más caros. Si la situación se sostuviera habría problemas para devolver y para tomar dinero, lo que perjudicaría a la actividad económica. Por otra parte, el crédito caro permite pagar mejor por los depósitos y sube la tasa del plazo fijo, lo que al mismo tiempo desincentiva la demanda por dólares.

El problema para los bancos es que los encajes no son remunerados: pierden de ganar dinero por inmovilizar los depósitos. Ante ello, el BCRA les está permitiendo computar ciertos títulos públicos como parte del encaje, compensando en parte a las entidades y aliviando al gobierno con las renovaciones de su deuda, si bien se asemeja a una colocación forzosa.

Otra complicación es que para secar el mercado el Central ordenó el cumplimiento diario del encaje cuando antes se requería un promedio mensual. Los bancos podían estar un día con menos reservas de lo exigido y compensar en otra jornada con un exceso. En caso de necesidad, siempre se podía pedir a otros bancos (call money). Pero con el control diario no es tan fácil; todos están siempre necesitados y esa demanda por dinero tiene varias repercusiones. Una, ofrecer mayores tasas por plazos fijos, que pueden pagar porque prestan más caro. Otra, vender más títulos públicos para obtener pesos, empujando si precio abajo y eso, si bien vuelve atractivos los papeles, se observa como suba del riesgo país aunque no sea aumento de desconfianza sino necesidad de liquidez. Y tercero, hasta es posible que los bancos recurran al mercado de capitales para pedir prestado. Tal podría ser uno de los motivos de los saltos en las cauciones hace un par de semanas.

Se puede pedir prestado en la Bolsa ofreciendo acciones como garantía, se las pone en caución, de allí el nombre de la operación. Para quien pide es un crédito a cortísimo plazo, por ejemplo para cubrir un requisito de reservas por uno o dos días, para quien presta es una colocación financiera a menor plazo que depositando en un banco, o sea que no renuncia mucho a la disponibilidad de fondos. Las grandes fluctuaciones en las tasas de cauciones se vieron justamente cuando el BCRA endureció sus requisitos, dejando a los bancos descolocados. Hasta que se reacomodaron, la variabilidad de reglas se reflejó en variabilidad de tasas, que llegaron a pasar de 70 por ciento anual a dos por ciento anual el mismo día y al revés.

Las restricciones aumentaron el viernes, cuando el Central dispuso que la adecuación de las posiciones en dólares de los bancos será verificada diariamente y no en promedio mensual, prohibiendo cambios el último día del mes para evitar volatilidad de las cotizaciones. Por ejemplo, que por ajustar el promedio haya operaciones grandes y el precio del dólar suba o que se intente influir en la cotización de referencia para dólar futuro. ¿Y la volatilidad no se trasladará al penúltimo día? No necesariamente. Por regla los futuros vencen el último día hábil y la consecuente disponibilidad de dinero no existe antes en el mes.

Entonces, la artillería para contener cotizaciones está hecha de pesos y dispara tasas. El cepo cambiario para personas físicas no es alternativa pues no hay huida masiva hacia el dólar y su posible impacto en las elecciones lo hace impensable, aunque sí se restringe a los bancos. Otra posibilidad es el techo de la banda de flotación, que de alcanzarse habilitará al BCRA a vender divisas para que la cotización no lo supere. Hoy la cifra está lejos (1.360 pesos contra 1.450 pesos) pero por las dudas el Banco tiene reservas suficientes para una corrida que se espera que sería breve.

¿Por qué? Porque ya terminará el ruido electoral. Existe porque la principal oposición no es para nada razonable, tiene poder de afectar el esquema económico del gobierno y éste es políticamente muy torpe. Para peor, aparecieron acusaciones de corrupción sostenidas en grabaciones ilegales pero muy amplificadas. Por montos, esta supuesta deshonestidad no afecta gravemente la economía pero sí contribuye a una creciente debilidad electoral del oficialismo frente a un kirchnerismo irresponsable como siempre, mientras el resto no existe.

Sin embargo, no todo es negativo. Para la estabilidad financiera y cambiaria las elecciones en Buenos Aires son un ensayo y su resultado puede traer calma o no. Pero un segundo puesto por poco de LLA no estaría mal. Y en octubre el oficialismo tiene mejores chances: la alternativa es peor y no alcanzará con el aparato bonaerense. En última instancia, si hubiera que encontrar consuelo, ténganse esperanzas en que sean reales algunos aparentes buenos resultados. Véase al kirchnerismo, que pide transparencia, controles parlamentarios y una ley más restrictiva para los DNU, todo lo contrario de como actuaba antes, mientras jueces y fiscales muestran una agilidad desusada.

Claro resultado del mileísmo: los kirchneristas parecen republicanos. Sólo les falta votar la ley de ficha limpia y aprender economía y la batalla cultural estará ganada. Entonces, las elecciones serán rutina.

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