Del “¡otra vez sopa!” de la gente, al tiempo de recambio que le aguarda a Milei

Por Hugo E. Grimaldi.

JAVIER MILEI. JAVIER MILEI.
30 Agosto 2025

Quizás algunos de los protagonistas aún no se han dado cuenta del todo porque todavía falta un golpe de horno, pero el gobierno libertario se está reconfigurando y hay una media docena de casilleros de primer nivel que esperan un necesario recambio después de las elecciones para darle aire al presidente Javier Milei. A esta altura de los chichones recibidos, todo indica que es más que necesario orquestar un plan B para zafar de las trampas del día a día, laberintos en los que se ha metido el gobierno nacional desde varios planos, uno de ellos hacerse la víctima en asuntos que son de su propia responsabilidad, como la custodia eficiente de un acto donde está el Presidente o evitar que en su propia casa alguien grabe clandestinamente a un funcionario.

Si todo esto es parte del telón que se está tendiendo para distraer a la opinión pública y sacarla de la desazón que siente ante tanta película repetida que le toca los bolsillos, en relación a los presuntos direccionamientos de compras a favor de la Droguería Suizo Argentina, no es posible asegurarlo. Lo que sí parece evidente es que la Casa Rosada ha salido de urgencia a tomar algún tipo de iniciativa bajo la fachada de la victimización, más allá de haber sentido seguramente alivio por la decisión de Cristina Kirchner de que actúe la Justicia, toda una garantía que se trata de un atajo que sirve para estirar los tiempos, más que para encontrar culpables.

La idea es llegar a octubre como se pueda y probablemente, algo suceda después de las elecciones de medio término, porque tras el duro golpe que significaron las múltiples balas que le entraron al gobierno nacional en estos días por las denuncias de corrupción, los datos se acumulan para certificar que bien pudo haberse terminado una etapa: el romance con parte de la sociedad a nivel imagen ha sufrido duros golpes, el “triángulo de hierro” ya no existe, la comunicación oficial va de mal en peor, algunos ministros y funcionarios suben en la interna, mientras otros bajan y sólo Karina Milei tiene su silla asegurada.

Para entender el grado de confusión que hay en los mercados con todo esta maraña que se refleja en los precios, hay que sumarle al aspecto político el festival de gasto que propone el Congreso, más las decisiones del ministerio de Economía y el BCRA tomadas en el campo financiero con regulaciones que los bancos resisten y que inducen a una alocada suba de tasas dispuesta para que no se escape el dólar y para que eso no se traslade a los precios, junto a las consecuencias económicas de esa estrategia que se estima van a generar un parate productivo y un menor nivel de empleo. Ese sinsabor aún se amplió más con el terremoto que produjo el caso de la droguería que ha venido a llenar el cartón con una palabra maldita: coimas.

El banco de inversión Morgan Stanley, ha dicho que los inversores están “confundidos” porque las medidas recuerdan la gestión política anterior de la economía y contradicen “la narrativa del Presidente sobre desregulación”. Todo un palazo. En un Informe, MS añadió en código Star Wars que “los inversores van a tener que creer en La Fuerza, aunque no la vean”. La influyente entidad se refiere a “la promesa ideológica de reformas muy significativas para reintegrar a la Argentina a los mercados globales de capital y emprender un camino de liberalización y crecimiento sustentable”. Pues bien, para que esa senda se materialice, todo indica que algunos fusibles habrán de saltar.

Si bien él lo niega, el mismísimo ministro de Economía, Luis Caputo, está hoy en la primera línea de recambio no porque haya que tenido que tomar duras decisiones sobre los encajes (porcentaje y modo de cálculo) que le puso a todo el sistema bancario en contra, sino porque blanqueó algo que suele no decirse, que todo esto es algo “transitorio” y lo más grave, políticamente hablando, que lo dispuso el presidente de la Nación. Sobre el primer ítem, la lectura muy básica, pero preventiva, que hizo el mercado fue: “está avisando que cuando pasen las elecciones habrá devaluación”.

Entonces, para evitar el efecto “Puerta 12”, muchos empezaron a comprar dólares futuro o contado directamente y los precios se empinaron más. Lo segundo es que quemó al Presidente y hoy se lo están facturando, tanto que tuvo que salir más de una vez a decir que, con Milei, todo va de primera.

El derrape de “Toto”, hasta hace dos semanas “el mejor ministro de Economía de la historia”, se contrapone con el ascenso de Guillermo Francos, quien fue el que le adelantó al Presidente lo que iba a ocurrir en el Congreso y con los gobernadores si él seguía dinamitando puentes con la oposición vía insultos o ninguneos. Tuvo razón. Luego, el funcionario defendió con solvencia y cara piedra a la vez en el Congreso la cuestión del supuesto cohecho, espacio tuvo que lidiar con un clima más que belicoso y zafó con bastante cintura, dadas las circunstancias.

Esa sesión del miércoles pasado será recordada no tanto por su presencia, sino por el pintoresco, aunque no por eso menos triste, momento que protagonizaron dos legisladoras alrededor del tema del supuesto chanchullo: la ultravioleta Leila Lemoine y la ahora disidente, Marcela Pagano. Esta última, sindicada como probable difusora de las grabaciones de Diego Spagnuolo que tienen en vilo al Gobierno (cosa que negó) fue quien dijo que quien salió fortalecido de todo esto fue Francos, a quien acusó a su vez de ser el topo, mientras Lemoine se colaba en la imagen de TV que enfocaba el discurso de Pagano, al tiempo que chateaba con Martín Menem. Todo fue muy kitsch, muy decadente.

Dieron vergüenza ajena, aunque quizás podría haber una explicación que diluya un poco el papelón porque lo engloba en una constante: la pobreza material, estimulada por ciclos de inflación y de endeudamiento que han erosionado las condiciones básicas de la vida de todos los argentinos sobre todo desde 2001 en adelante, se ha juntado en estos años con la pobreza intelectual de todos y todas, vinculada básicamente a una educación pública desatendida y a la precarización del pensamiento crítico y de las capacidades de deliberación colectiva y de formación ciudadana. Eso es lo que hay.

No se trata de elitizar los cuerpos legislativos, donde hay diputados y senadores valiosos, aunque en franca minoría, pero este marco de involución es lo que explica muchos de los padeceres actuales, de los cuáles el actual gobierno es allí víctima en su afán reformista, aunque también aporta su cuota de mediocridad. La política no ha podido escapar a las consecuencias del retroceso porque los representantes que acceden al Congreso lo hacen en general sin formación sólida, sin experiencia institucional significativa y sin una cultura de servicio público que los vincule con proyectos de largo aliento. Muchos van a mostrarse y otros a salvarse y así, entre opositores cerrados y seudoamigos ofendidos, más la mediocridad propia del elenco libertario, la chatura legislativa más que resolver, empioja.

Del Jefe de Gabinete es de quien ahora dice el Presidente que es “el mejor de la historia” y esa mayor preponderancia lo ha llevado a tener protagonismo en los últimos días, después de haber sido marginado en decisiones electorales que tomaron Karina, el controvertido “Lule” Menem, su primo Martín y Sebastián Pareja. En este aspecto, este cuarteto fue quien corrió también a Santiago Caputo, principal ideólogo de la campaña permanente a través de las redes sociales. Fue muy claro que ante la necesidad de defensa de “los trapos” que necesitaba el Gobierno de parte de “Las Fuerzas del Cielo”, esta troupe se corrió de la escena o por vergüenza o quizás por órdenes de su jefe y así, la estrategia comunicacional se empastó sobremanera.

Tras las acusaciones de Spagnuolo, los dos Menem tuvieron que salir a explicar que no tenían nada que ver y no hicieron otra cosa que enredarlo todo más aún mientras que, tras las agresiones en Lomas de Zamora, Pareja calificó a los tirapiedras como “discapacitados”. Cuando llega la hora de venir en barranca, sobre llovido, mojado.

Una versión que circula (por ahora, sólo un chisme probablemente interesado y sin que se sepa quien la hace circular) indica que a partir de diciembre, el Jefe de Gabinete podría el responsable político explícito del día a día, una especie de primer ministro ejecutor de las políticas ordenadas por el jefe del Ejecutivo. “Casta pura”, dicen los detractores de Francos en la interna libertaria, aunque entre lo vivido en el Congreso y lo que se ventiló en relación a las compras de remedios, terminó siendo Gardel.

Es sabida la fascinación que siente el presidente Milei por el imperio romano y alrededor de la historia hay muchos signos que lo identifican con la reconstrucción que él pretende llevar a cabo. En los recambios que muchos suponen que habrá tras las elecciones hay más que berrinches, sino que está por detrás la necesidad objetiva de mirar la realidad de otra forma.

Augusto, el primer emperador de Roma, reseteó su gobierno cuando, como Milei, no llegó al poder rodeado de un círculo perfecto, ya que su ascenso fue turbulento, lleno de frágiles alianzas, traiciones y ajustes estratégicos.

Pero con el tiempo, supo rodearse de figuras que no solo consolidaron su poder, sino que le dieron forma a una estética más que duradera.

Al final de su vida, cuando Roma estaba en paz y las águilas imperiales dominaban el Mediterráneo, el emperador pudo decir con razón: “No he gobernado solo. Goberné porque supe elegir”. Y hoy, Milei está en la misma encrucijada.

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