¿PLANIFICADO? Los ataques se concretaron en tres lugares separados por menos de cuatro cuadras, pero en diferentes horarios. La Gaceta / foto de Analía Jaramillo
Según los manuales de las principales fuerzas de seguridad del mundo, un violador serial o en serie es aquella persona que comete varios ataques sexuales, ya sea con múltiples víctimas o con una repetidamente durante un período de tiempo. Esa definición le cabría al hombre que fue procesado por haber cometido tres hechos en menos de cinco meses en una zona de la capital tucumana. Ayer el comisionado de La Madrid confirmó que el acusado se desempeñaba como placero del principal espacio público de esa localidad.
El ahora detenido atacó a tres mujeres el 4 de marzo, el 28 de junio y el 17 de agosto. Los casos se registraron a poco menos de cuatro cuadras de distancia uno del otro. Lo único que diferencia a estos ataques son los horarios: uno se registró a la mañana, el otro a la siesta y el último, por la noche.
La viralización del video del último caso no sólo permitió la identificación del supuesto autor, sino que sirvió para que otras dos víctimas lo denunciaran por haberles tocado sus partes íntimas. Un vecino aportó datos de quién era el hombre que buscaban. Una comisión policial fue hasta su casa y no lo encontró. Los agentes recibieron la información de que un vecino lo había trasladado a pocos kilómetros del puesto Los Mistoles, que está por la ruta 157, en el límite de Santiago del Estero.
El hombre que trasladó al ahora procesado, que podría ser acusado de encubrimiento si se confirma que sabía de lo que había hecho, lo dejó en un paraje conocido como Las Ánimas. El llamado “Abusador de La Madrid” decidió esconderse en el agreste monte que hay en la zona. Fue detenido y el domingo, el auxiliar Carlos Berarducci, siguiendo las instrucciones del fiscal Ignacio López Bustos, logró que el juez Eduardo González le dictara la prisión preventiva por 45 días.
Perfil
El acusado de 51 años es oriundo de La Madrid. Según comentaron los habitantes de esa localidad, vivía solo desde que falleció su madre. Tenía parientes que, según confiaron los investigadores, residían en Lules y en Yerba Buena.
“Él no pertenece a la planta permanente de la comuna. Recibe una pensión no contributiva y como contraprestación, era el placero”, aseguró el comisionado Héctor Soria Chanta en una entrevista con LA GACETA. El funcionario explicó que entre el jueves y viernes, los habitantes de La Madrid se enteraron de qué estaba acusado. “Muchos lo identificaron en el video. Quedaron totalmente sorprendidos. Esa persona no tenía ningún antecedente de haber hecho algo así en nuestra localidad”, añadió.
“La noticia movilizó a los habitantes de la comuna”, dijo Soria Chanta. “Nunca pensé que podría hacer algo así. El hombre se mostraba muy correcto siempre, pero sí era un poco retraído. Dicen que nunca pudo superar la pérdida de su madre”, comentó.
Durante la audiencia, el hombre, cuyo nombre por el momento se mantiene en reserva por cuestiones legales, dijo que tenía un certificado de discapacidad. En un primer momento, todas las partes pensaron que podría haber sufrido un problema de salud mental, pero las dudas se despejaron cuando confirmó que tenía problemas en la espalda, sin dar mayores detalles.
“Estamos consultando con sus familiares cuál es la discapacidad que dijo tener. Recién asumí en la causa y estoy buscando algunos detalles que pueden ser importantes para la estrategia que vamos a desplegar”, explicó su defensor, Sebastián Vernal. “Por el momento no podemos adelantar mucho, pero hay que esperar los resultados de las pericias e informes que se están realizando”, indicó el profesional, que descartó que él vaya a solicitar que se le haga un informe psiquiátrico o psicológico.
La familia
Los parientes del acusado, según explicaron sus vecinos, quedaron perplejos con la noticia de su detención. Habían contado que el sospechoso había viajado el sábado 16 para participar de la fiesta de cumpleaños de un sobrino que se realizó en San Pablo. Luego añadieron que tomó bastante alcohol y que a la noche decidió irse a un baile de la zona. No supieron nada más de él, hasta que lo llamaron las autoridades para informarles sobre su detención.
“Ellos creen que se perdió por el alcohol”, aseguró Vernal. En una breve declaración, el acusado de abuso sexual reiterado, señaló en la audiencia del domingo: “La verdad, señor juez, no me acuerdo de lo que sucedió ese día. No sé qué paso”. Los habitantes de La Madrid coincidieron en señalar que consumía bebidas, pero no era un “borrachín” que estaba todo el día tomando.
“Todos estamos helados. Sabemos que por las mañanas hacía ‘changuitas’ en el algún campo de la zona y, por la tarde, hacía tareas de limpieza en la plaza. Estoy segura de que aquí no hizo algo malo porque se hubiera sabido en el acto. Somos pocos y nos conocemos todos”, explicó Luciana García. “Reitero que hasta aquí nunca tuvo un antecedente de haber hecho algo así”, aseguró el comisionado rural.
“Vaya uno a saber lo que se le pasó por la cabeza a ese hombre. Acá era un vecino más, callado, respetuoso y muy educado que saludaba a todo el mundo. De algo estoy segura: si hubiera hecho algo así, todo el mundo se hubiera enterado”, comentó Fernando Herrera, un vecino que acompaña a sus nietos a jugar en la plaza donde se desempeñaba el sospechoso.
Mariana Fernández, que vive en La Madrid, aseguró que hay versiones que aseguran que la familia del acusado le cerró las puertas. “La gente es muy mala y comenta cualquier cosa. Hay que esperar antes de hablar”, explicó.
Más tareas
El fiscal López Bustos confirmó que hasta el momento no se recibieron más denuncias sobre este tipo de ataques. También informó que están realizando un rastreo por otras oficinas del Ministerio Público para verificar si hubo otras presentaciones de casos de estas características en la zona.
Los especialistas sostienen que todavía es muy prematuro para que nuevas víctimas se presenten a denunciar. Explicaron que necesitan de un tiempo para tomar valor y atreverse a revivir lo sucedido. “Acá también hay que tener en cuenta otra cosa. Muchos creen que no es un delito, pero estos abusos sí lo son y la ley contempla penas efectivas para los que los cometan. El otro es que muchas mujeres, por pudor y pensando que nadie hará nada, terminan manteniendo en secreto el ataque”, dijo María del Carmen Jiménez, estudiante de la Facultad de Derecho y activista por los derechos de las mujeres.








