EN JUJUY. La marcha de la madres contra el ingenio Ledesma.
Fernando Krichmar entiende que el cine documental es hacer visible lo invisible, o más bien lo invisibilizado por el poder. Su película “El Elogio de la Rebelión” tiene un diálogo obvio con el presente “tal vez porque justamente empieza en el 94, que es un fenómeno bastante parecido en el sentido del desaliento generalizado, la falta de un proyecto alternativo a este derechista de la entrega del patrimonio nacional a las empresas multinacionales, que es algo muy parecido a lo que está sucediendo ahora”, indica. Y sostiene que detrás de “El Eternauta” y “Homo Argentum” hay dos enormes empresas multinacionales que de alguna manera se hacen cargo de decir qué se cuenta y qué no en el país.
Cuando se inicie la 16° Muestra de DOCA (Documentalistas Argentinos), “Encendiendo la mecha” presentará su película.
En una extensa entrevista con LA GACETA reivindica a la Escuela de Santa Fe, de Fernando Birri y a Gerardo Vallejo que se formó en esa escuela.
- Hablemos del documental.
- Siempre es difícil decir qué es un documental. Yo encontré una definición muy elemental, que es que en un documental la mayor parte de lo que se ve en pantalla sucede más allá de la voluntad del realizador. En ese sentido, la ficción permite recrear o crear un mundo. Y algunas películas, especialmente las de Godard de la primera época, pueden ser tal vez un documental en el sentido de plantear qué es lo que pasaba en esa sociedad de posguerra francesa. Lo mismo que el neorrealismo en Italia y muchos otros movimientos, el cinema frío en Inglaterra y otros estéticos, sobre todo de posguerra. Pero bueno, ya desde el comienzo del cine, la división fue clara entre lo que hicieron los hermanos Lumière y Meliés. La frase de Godard que retomamos en el inicio de esa película es contra un cine que se cree liberado, para el que nada es tabú excepto la lucha de clases. Este tal vez es el concepto que repuso en su momento el cine piquetero tal vez en la primera línea de su aporte al cine argentino de los 90. Poner en pantalla este concepto de que en el centro de lo social no hay una armonía, sino que hay un conflicto, que es la lucha de clases. Está el cine de Ken Loach o Aki Kaurismäki y desde ahí, puedo pensar cuando una ficción tal vez muestra lo que está pasando en una sociedad.
DOCUMENTAL. Una escena del estallido social, en diciembre de 2001.
- ¿Las redes sociales son o pueden ser una producción audiovisual documental?
- Las redes sociales en sí mismas son un dispositivo de narración muy poderoso. El tema es cuál es el producto en las redes sociales, y evidentemente el producto es tu información, y la apropiación de ese producto por parte de los escasísimos dueños de las redes sociales, que son tal vez un quinteto mundial que está manejando la formación de subjetividad de la gente, es lo que habría que indagar o preguntarse. Creo que sí hay una gran posibilidad de hacer cosas con el streaming, con los pequeños videos para Instagram, para TikTok, con las distintas redes sociales, pero yo creo que generan un efecto hipnótico de subjetivación, un efecto de presente permanente, porque bueno, justamente a las clases dominantes, lo que les importa es anular toda posibilidad del pasado y plantear el presente como una situación. Por eso defendemos tanto lo del cine como el lenguaje en el sentido de preservar la cuestión de la sala oscura.
- Hablemos de “Elogio de la rebelión”. Me interesa que cuente cómo lo hizo, en ese tiempo real y cómo dialoga con el presente.
- “El Elogio de la rebelión” surge cuando se cumplen los 20 años de la gran rebelión popular del 2001, de diciembre del 2001, el 19 y el 20 de diciembre, que en realidad es un punto de culminación de una serie de micro estallidos o grandes estallidos que se fueron dando; creo que el primero que retomamos ahí es uno que sucede muy cerca de Tucumán, que es el Santiago del Estero, en el 94, y a partir de ahí, todos los momentos de resistencia al gran ajuste neoliberal que implicó los 90, y la destrucción del patrimonio nacional con la venta de las empresas del Estado, y los distintos estallidos que se fueron dando a lo largo de pueblos que se veían prácticamente desaparecidos parecidos con las privatizaciones de YPF, de ferrocarriles, de Somisa, bueno, de distintas empresas de propiedad estatal. Digamos a partir de esas luchas se va generando un movimiento de audiovisuales y de documentalistas que se van acoplando algunas veces desde adentro otras desde afuera pero con mucha empatía hacia estas distintas luchas sociales y cómo cada una de ellas iba generando distintos grupos de cine. El mío en particular es el grupo de cine insurgente, pero la idea de la película es mostrar también de pequeños grupos de realizadores independientes que van realizando lo que en su momento se llamó cine piquetero y que se va uniendo en la convocatoria a lo que fue el cine que surge de las luchas, que fue la primera muestra que se mencionó en los medios como cine piquetero, primero de una manera despectiva. “El Elogio de la rebelión” tiene que ver con esto como el 19 y 20 como un punto culminante del rechazo de nuestro pueblo a estas políticas entreguistas de lo que en su momento se dio en llamar neoliberalismo.
- En las protestas sociales, enfrentamientos con la policía/ represión. Dónde debe ubicarse (físicamente) un fotógrafo o un camarógrafo?
- Pareciera que hubieras visto la película, pues es algo que se plantea en varias situaciones, que es que una de las cuestiones diferenciales de este cine fue justamente eso, ubicar a la cámara no en la nuca de los policías, sino mirándolos de frente en situaciones de represión. O sea, compartir con el pueblo estas situaciones de violencia estatal y paraestatal con las cuales se enfrentan muchas veces a los movimientos de lucha, a los genuinos movimientos de lucha que tienen que ver con justamente combatir esta injusticia social y buscar la justicia social. Ahí está también de nuevo el concepto de lucha de clases. No es solo una cuestión de puesta en escena. No es solo la puesta de cámara, que es muy importante, sino también la puesta del cuerpo y la mente en tratar de entender estas situaciones de lucha que nunca son en un momento de la expresión, sino que siempre vienen de una historia previa, y un poco eso es lo que cuenta cada una de las películas que visitamos en “El Elogio de la Rebelión”.
- El operativo de contrainformación tuvo su origen en el país en el movimiento de vanguardia Tucumán Arde (1968).
- Siempre el proceso de Tucumán Arde fue una inspiración para nosotros. De hecho, también se va a ver en la película, a partir del 19 y 20 del 2001, pocos días después, creo que el 10 de diciembre del 2002, convocamos una asamblea abierta en la auditoria de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, en la cual repartimos durante solo dos días un volante que decía ‘vos lo viste, vos lo viviste, no dejes que te lo cuenten’. Y se lo dábamos a todos aquellos que tenían cámara. Recordar que era una época en que nadie tenía un celular que filmara, que las redes sociales todavía no existían y que internet incluso era algo restringido a poca gente todavía en relación a lo que es ahora. Entonces, bueno, “vos lo viste, vos lo viste, no dejes que se lo cuenten”, lo repartimos en dos marchas, una que había todos los jueves contra la Corte Suprema a tribunales y otra que había los viernes a Plaza de Mayo contra el gobierno. Obviamente Argentina Arde tiene que ver con la evocación de aquellos artistas conceptuales que empapelaron el piso de la CGT de Tucumán con las caras y la vida de los grandes dueños de empresas tucumanas y generaron ese movimiento tan interesante que fue el Tucumán Arde; como hecho estético y artístico del arte conceptual y político.
- ¿Crees que hoy existen colectivos con propósitos similares?
- Sí, hay grupos que están de alguna manera entendiendo esto de la contrainformación, grupos jóvenes, que justamente nosotros en el momento que arrancamos con esta película que fue a los 20 años del 19 y 20, del 2001, o sea en el 21, tal vez no se veían con tanta claridad como se ven ahora que existe esta avanzada tremenda, tanto política, económica como represiva, de las clases dominantes sobre nuestro pueblo. Hay varios ejemplos como los compañeros de Barricada TV, que hacen contrainformación audiovisual, todos aquellos que invitamos a participar en el debate y que realmente no están en la película positiva al momento que empezamos a filmarla. Pensamos más que nada en las experiencias que llevaron hasta el 2001, pero siempre el pueblo encuentra sus formas como para recrear esta idea del cine documental, que es hacer visible lo invisible o más bien lo invisibilizado por el poder.
- ¿Viste “El Eternauta” y “Homo Argento”.?
- Sin haber visto, no voy a pecar de decir que la vi en TikTok como dice el actor presidente del Incaa, que la primera vez que nos recibió a los documentalistas nos dijo muy orgulloso ‘yo no veo películas ni leo libros’, habría que preguntarse si no equivocó su profesión al aceptar ser presidente del Incaa. Más allá de eso si bien no la vi escucho quienes la defienden y más o menos he visto algunas de las reseñas, evidentemente ahí quieren hacer algo muy simplista en cuanto a contraponer la épica del nadie se salva solo de la serie de Netflix y esta cosa del argentino que en realidad es el porteño piola y ventajero. No tuve la suerte o la desgracia de ver la obra de Duprat y Kohn, pero en general siempre ellos fueron bastante despectivos en cuanto a un cine que pudiera tal vez acercarse a las realidades sociales porque ellos siempre tienen un enfoque bastante negro sobre todas las posibilidades de la sociedad de organizarse para lograr algo mejor de lo que es.







