El caso de Pamela Laime, un claro ejemplo de la impunidad

El femicidio de la joven de 18 años estuvo plagado de irregularidades.

Caso Pamela Laime. LA GACETA (ARCHIVO) Caso Pamela Laime. LA GACETA (ARCHIVO)

El paso del tiempo es el peor enemigo de cualquier investigación. También es el camino más corto para llegar a la impunidad. El país habla de Diego Fernández Lima, el joven que fue asesinado en 1981 y cuyo cuerpo fue hallado en una casa colindante en la que alguna vez vivió Gustavo Cerati. En Tucumán se registraron hechos similares, varios de ellos no fueron resueltos.

El más recordado de todos es el de Pamela Laime. La joven de 17 años y oriunda de Garmendia, al este tucumano, fue vista por última vez el 15 de octubre de 2000 cuando dejó su casa materna para dirigirse a un domicilio de la capital, donde trabajaba como empleada doméstica. Nada se supo de ella durante 14 años. En 2014, tras una complicada investigación, se confirmó que había sido asesinada a machetazos y su cuerpo, por la desidia policial y llamativos errores judiciales, encontraron sus restos enterrados en un lugar donde no se podía sepultar ningún cuerpo.

En realidad, el cuerpo de la joven fue encontrado a la vera de la ruta que une Ticucho con El Cadillal, el 17 de octubre de ese año. Los policías que actuaron en el caso, al no encontrar ninguna documentación en su poder, la identificaron como NN. Ese mismo día, su madre Mercedes Saldaño se presentó en la seccional 5ª y en la ex Brigada de Investigaciones para denunciar su desaparición. Había acordado con Pamela encontrarse en el centro para comprar el cotillón que utilizaría en la fiesta de cumpleaños de la hija de la joven.

En 2014, en una producción periodística realizada por Silvia de Las Cruces y publicada por LA GACETA, se visibilizaron varios casos de personas que eran buscadas desde hace años. El ex comisario Marcial Escobar le llamó la atención la foto de Pamela. El investigador, que fue retirado de la fuerza después de haber esclarecido el crimen de Adrián Mansilla por el que fue condenado Ángel “Piki” Orellana, tenía la costumbre de retratar las escenas de crímenes y el rostro de las víctimas para tener un archivo personal.

Al encontrar similitudes entre ambas imágenes, se presentó ante la fiscala Adriana Giannoni para informarle la novedad. La ya jubilada funcionaria del Ministerio Público se topó con varias irregularidades. La primera fue que la Policía nunca había comunicado la desaparición de Pamela y que las actuaciones realizadas por el hallazgo no estaban en ningún lado. El expediente que se debería haber formado en tribunales también había desaparecido. Sólo pude establecer que su cuerpo fue enterrado en una fosa común del cementerio del Oeste.

Caso Pamela Laime. LA GACETA (ARCHIVO) Caso Pamela Laime. LA GACETA (ARCHIVO)

La primera excavación para buscar el cuerpo fue fallida. Los antropólogos descubrieron que allí se habían enterrado los cuerpos de cinco hombres adultos. “Mi nieta se quedó con las flores que había llevado para su madre”, declaró Saldaño al enterarse de lo que había ocurrido.

El ex comisario Marcelo Sallas descubrió un dato en el libro de novedades de la necrópolis donde podrían estar los restos de Pamela. Daba cuenta que los restos podrían estar en un lugar que no debería haber estado. Se trataba de una fosa que el juez federal Daniel Bejas había dispuesto que no fuera modificada porque podría entorpecer una investigación de una causa de delitos de lesa humanidad. Allí fue localizado el cadáver de la joven.

“Este caso no se resolvió por una serie de irregularidades que se cometieron”, informó la fiscal Giannoni. Además, con el correr de los meses, la investigadora descubrió que las prendas de la joven no habían sido preservadas, como por protocolo se establece. Los forenses si las habían guardado, pero fueron destruidas en un incendio accidental.

Hubo una larga lista de sospechosos que se fue reduciendo con el correr de las semanas. En 2015 se ofreció una recompensa de $200.000 (unos U$S20.000 en esos tiempos) para la persona que aportara datos que ayudaran a esclarecer el caso.

La investigación apuntó a los patrones de Pamela. Saldaño declaró que los médicos Francisco Bichara y Cecilia Díaz habían contratado a mediados de 1998 a su hija para que se desempeñara como empleada doméstica, en su casa ubicada en las inmediaciones del estadio de Atlético. También, cuando la mujer declaró ante la fiscala Giannoni comentó que al poco tiempo de la desaparición de su hija toda la familia se fue a vivir a Estados Unidos.

Con el correr de los días, descubrieron que solo la mujer y sus cinco hijos se fueron a vivir al EEUU, mientras que el hombre se había quedado en la provincia. Bichara se presentó a declarar en la Justicia y dijo que sí conocía a Pamela, pero que poco podía aportar, ya que se había separado en 1999, por lo que no sabía que pasaba en el interior de ese domicilio.

Los pesquisas establecieron que en la casa donde trabajaba Pamela, durante un tiempo, vivió el hermano de la profesional que había venido de Estados Unidos de visita y que estuvo bastante tiempo en la provincia. Al parecer, luego de la desaparición de la joven, la médica viajó con él al país del norte. Giannoni intentó en vano contactar a la profesional. Recurrió hasta la Cancillería para ubicarla y así lograr que declarara como testigo, pero todo quedó en intentos. Los plazos procesales se vencieron antes de que pudiera finalizar esa gestión.

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