Los escenarios electorales se modifican día tras día. Las encuestas previas a la selección de candidatos de cada alianza que se presentará el domingo 26 de octubre en los comicios para renovar parcialmente la composición del Congreso no serán las mismas que se realicen una vez que se confirmen las nóminas de postulantes. Los sellos pesan, pero los nombres quedan. El peronismo sabe de estas cuestiones. Por eso no le pesa tanto apelar a las candidaturas testimoniales para mostrarle al electorado que las principales figuras pondrán el cuero a consideración de la sociedad. Osvaldo Jaldo sabe de estas lides. Lo fue antes y lo será ahora. Encabezará la nómina de Tucumán Primero, por dos cuestiones trascendentales. Por un lado, capitalizar un triunfo en caso de que los ciudadanos le den otro voto de confianza y, por ende, fortalecer su poder institucional y político de cara al segundo tiempo de su primer mandato como gobernador. Por el otro, en caso de un resultado adverso, también será el responsable del proceso de transición que puede abrirse en una provincia que, hasta ahora, se ha mostrado como uno de los pocos bastiones políticos del Partido Justicialista.
En los últimos días, en las esferas oficiales ha reinado el optimismo. Los sondeos le sonríen pero, en esos resultados preliminares, mucho pesa lo que se dijo al principio: no es lo mismo el peso del sello que el de los nombres que se lanzarán al ruedo. En la previa al lanzamiento de la lista oficial, que se hará hoy en el Club Concepción BB de Banda del Río Salí, los sondeos encargados a varios analistas evidencian que el jaldismo cuenta con una base de entre un 33% y un 38% de intención de votos. Unidos el agua y el aceite peronista, esa base se amplía en 16-18 puntos más, que representa, precisamente, el justicialismo disidente, corporizado en la figura del senador nacional Juan Manzur, hoy un asiduo concurrente al primer piso de la Casa de Gobierno.
Dispersión de votos
A La Libertad Avanza se le abrió varios frentes de tormenta que le restan poder de fuego de cara a los comicios de octubre: la dispersión de votos. La figura del presidente Javier Milei sigue siendo fuerte en el territorio, pero choca contra la debilidad de las figuras que lo representan en Tucumán. Esa situación es capitalizada por el radicalismo que, a los tumbos, lleva a Roberto Sánchez como principal estandarte y a quien las encuestas le siguen sonriendo. Otro tanto ocurre con CREO y con Fuerza Republicana que, si bien comparten las ideas del jefe de Estado, tienen serias diferencias con los libertarios locales.
Jaldo, en su rol de gobernador y Manzur, como presidente del distrito Tucumán, apelaron a la lógica: unir los espacios internos para alcanzar el mejor resultado en las elecciones. Eso explica la recurrente visita de la senadora Sandra Mendoza a las reuniones con Jaldo. Eso también denota el afectuoso saludo del diputado Pablo Yedlin (“hola mi gobernador querido”, le dijo) durante el acto de lanzamiento del Procrear Tucumán en Manantial Sur. Eso confirma por qué Jaldo aceptó que el sociólogo Hugo Haime sea uno de los principales referentes a la hora de diseñar los escenarios electorales que se vienen. Eso argumenta la definición del propio gobernador cuando dijo que Tucumán ahora tiene tres senadores que trabajan juntos para defender sus intereses (en referencia a Manzur, a Mendoza y a Beatriz Ávila, del Partido de la Justicia Social, que ayer fue al acto realizado en la plaza Independencia). Eso, en definitiva, confirma los motivos de que ahora (por lo menos hasta fines de octubre) se sucederán más cumbres como la de ayer al mediodía, en la que participan también el vicegobernador Miguel Acevedo, el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla, y la intendenta capitalina Rossana Chahla, entre otros referentes con buena imagen en la consideración pública.
Los comicios parlamentarios son una parte del test de gestión. Hasta ahora, Jaldo ha superado la primera etapa de su plan: sostener el equilibrio fiscal y generar el Fondo Anticíclico. La segunda tiene que ver con la reestructuración del Estado. Los cambios en el gabinete se sucederán tras las elecciones. La profundidad de las modificaciones dependerá de la evaluación individual que realice el gobernador hasta dentro de dos meses. Algo es indudable: habrá cambios de ministros por aquello de una oxigenación para el segundo tramo del mandato. Puede que haya una transformación en el organigrama del Poder Ejecutivo. El biocombustible y las energías alternativas infunden otro tratamiento a estas cuestiones a través de una agencia estatal. La jerarquización del comercio exterior y de la economía del conocimiento también está en carpeta.
La tercera etapa, si las urnas le sonríen al Gobierno, pasará por la mentada reforma constitucional. Es un proyecto que para nada está dormido, pero que espera buenos aires antes de volcarlo, nuevamente, a la consideración política. Después de octubre, puede que haya una convocatoria abierta por parte del Poder Ejecutivo, con el fin de aggiornar la Carta Magna Provincial. De tanto hablar de reforma política, uno de los tópicos principales puede pasar por ese debate. Es cuestión de tiempo...y de oportunidad. Jaldo piensa que un mandato es poco frente a las obras de trascendencia que se vienen. Querrá inaugurarlas y que vean la luz durante su gestión. Cuatro años es poco para alcanzar esa meta, más aún en una Argentina que se debate todavía por los ruidos cambiarios y los problemas de endeudamiento. En medio de esta vorágine, el Gobierno provincial sigue de cerca el debate nacional de las iniciativas que tienden a reformular el reparto del dinero federal. Eso también es un disparador para la reforma constitucional tucumana. En un mes, Jaldo sabrá si la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda serán generosas con la provincia. Entonces vencerá el plazo para presentar el proyecto de Presupuesto Nacional 2026. Por las dudas, Jaldo abre la agenda y allí es donde Manzur juega un rol central. La amplia agenda del senador le abre al gobernador las puertas para sentarse a dialogar con otros espacios no afines a Milei. Mientras diseña lo que vendrá, el tranqueño pone todas las cartas sobre la mesa. Gran parte de su futuro político se juega en octubre.








