Matías Mansilla. Matías Napoli Escalero / Especial para La Gaceta
A Matías Mansilla se le nota en la voz algo que no siempre se escucha en el fútbol profesional: gratitud. Agradecido con sus compañeros, con el grupo de arqueros, con la ciudad y con el club. Agradecido, también, con el destino que lo trajo desde Estudiantes de La Plata hasta Tucumán, y que en apenas semanas le ofreció el desafío -y la responsabilidad- de ponerse los guantes en partidos clave de Atlético. Y no defraudó.
El arquero de 27 años firmó con el “Decano” hasta diciembre de 2026. Llegó con perfil bajo y, de a poco, se fue ganando su lugar. Primero fue titular frente a Central Córdoba, luego llegó el desafío más grande: Boca, por Copa Argentina. Ahí, en un escenario repleto y con cámaras apuntando desde todos los ángulos, se transformó en figura. Dos atajadas decisivas frente a Edinson Cavani, justo antes del descanso, marcaron su presentación en sociedad. Después, repitió contra Riestra. Y ahora, contra Rosario Central, volverá a custodiar el arco decano.
“Sabemos que es un partido lindo para jugar por nuestra gente, para seguir haciéndonos fuertes de local y, como decís vos, para ilusionarnos con algo más, poder olvidarnos de la parte de abajo”, dice, con serenidad pero con hambre. Porque Mansilla no vino a Tucumán solo para sumar minutos: vino para dejar huella.
El partido frente a Rosario Central, en el Monumental José Fierro, se jugará con un condimento especial: la presencia de Ángel Di María, que vuelve al club de sus amores. “Más allá del respeto que se merece Ángel por todo lo que nos ha dado, nosotros adentro de la cancha vamos a querer ganar. Vamos a salir a buscar el partido. Ojalá podamos darle una alegría a la gente”, asegura.
Pero si hay algo que Mansilla destaca por encima de todo, es el grupo. La palabra aparece una y otra vez en sus respuestas, como si allí estuviera la clave de este buen momento personal y colectivo. “Me hicieron sentir parte en tan poco tiempo. Eso habla muy bien de lo que es el grupo. Ni hablar de la armonía que hay entre los arqueros. Pasamos mucho tiempo juntos y tanto los chicos como Juan (González) me recibieron muy bien”, relata.
El tono de Mansilla es tranquilo, pero no por eso menos apasionado. Cuando habla de sus compañeros, lo hace con cariño genuino. “Pocas veces pasa tener compañeros con tanta predisposición y buena vibra. De mi lado vengo a aportar, y el día que me toque estar del otro lado también lo voy a hacer. Es la única manera de conseguir cosas: teniendo esa armonía como grupo”, resume.
A la adaptación rápida en el campo se le sumó una buena relación con la ciudad. Vive solo, pero no se siente solo. Recibe visitas de su familia y amigos, y poco a poco va haciendo vida en Tucumán. “Estoy muy feliz. Me siento muy a gusto. Como dije desde un principio: yo elegí estar acá. Y estoy muy contento con esa decisión”, indica.
La rutina fuera de la cancha también importa. Mansilla organiza sus días con pilates, gimnasio y otras actividades que le permiten mantenerse en forma y no caer en la rutina de los días sin fútbol. “Me ayuda a pasar el día y a sentirme parte de la ciudad. También es importante para lo físico y lo mental”, explica.
Sobre lo que viene, prefiere la cautela. Sabe que el calendario es apretado, que hay viajes largos y partidos exigentes. Pero confía en que el plantel está preparado. “Esta seguidilla va a mostrar lo que es el grupo. Estamos trabajando bien y todos van a tener su oportunidad. Ojalá, cuando termine esta serie de partidos, podamos decir que fue positiva y que cosechamos muchos puntos”, describe.
Del arco al corazón de los hinchas, Mansilla parece haber encontrado su lugar. “Atlético está para ir paso a paso, partido a partido. Y Dios quiera que en uno o dos meses podamos ilusionarnos, nosotros y la gente, con pelear por algo”, señala.
Lo dice un arquero que llegó en silencio y hoy responde bajo los tres palos con seguridad, humildad y convicción. En una cancha mojada, con una pelota resbaladiza, en una ciudad que lo empieza a hacer propio, Matías Mansilla se afirma. Y Atlético, con él, también empieza a ilusionarse.
(Producción periodística: Carlos Oardi)







