

El invierno, con su aire frío y seco, no solo afecta nuestra piel, sino también la salud de nuestras uñas. La exposición frecuente al agua caliente y a productos de limpieza, comunes durante esta época, exacerba la deshidratación y la fragilidad de las uñas, aumentando el riesgo de que se quiebren o descamen.
Si bien la manicura, especialmente la semipermanente y las uñas esculpidas, son populares, es crucial moderar su frecuencia. El uso constante de estas técnicas puede debilitar la uña debido a la exposición a la radiación ultravioleta y a los químicos agresivos presentes en los esmaltes. Permitir que las uñas "respiren" entre tratamientos es esencial para mantener su fortaleza y salud.
Claves para un cuidado invernal óptimo
1- Protección post-inmersión: las uñas se vuelven más vulnerables al romperse cuando están húmedas y blandas, después de tareas como bañarse o lavar ropa a mano. Evita golpes y presiones fuertes hasta que se sequen por completo.
2- Descanso del esmalte: no prolongues el uso de esmaltes, especialmente los semipermanentes, por más de tres o cuatro semanas. Un período de descanso permite que la uña se regenere y recupere su salud natural. Lo ideal es esperar a que crezca completamente.
3- Técnica de limado correcta: aprende a limar tus uñas de manera adecuada, utilizando las herramientas correctas y evitando la abrasión excesiva. El limado agresivo puede debilitarlas y hacerlas más propensas a quebrarse.
4- Guantes protectores: utiliza guantes al realizar tareas de limpieza que impliquen el uso de productos químicos. Los detergentes y otros limpiadores contienen componentes que pueden dañar las uñas a largo plazo, provocando incluso que se despeguen.
5- Hidratación continua: incorpora tratamientos hidratantes regulares a tu rutina, preferiblemente a diario. Las cremas hidratantes, especialmente aquellas que contienen aloe vera, son excelentes para nutrir tanto la piel como las uñas, manteniéndolas fuertes y saludables.







