Estrés y noches en vela: qué impide que millones de argentinos duerman tranquilos

Un nuevo informe de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño expone que la falta de descanso dejó de ser una excepción y se convirtió en un problema social con múltiples causas.

SALUD. La falta de descanso afecta al 50% de los argentinos, y los expertos alertan sobre su impacto en la salud física y emocional. SALUD. La falta de descanso afecta al 50% de los argentinos, y los expertos alertan sobre su impacto en la salud física y emocional. / FREEPIK
08 Agosto 2025

Dormir debería ser automático, pero cada vez más argentinos sienten que es una tarea imposible. La Asociación Argentina de Medicina del Sueño (Amsue) reveló que uno de cada dos habitantes del país tiene dificultades para conciliar el sueño. Y aunque el insomnio siempre existió, el estudio advierte que hoy está potenciado por dos factores que atraviesan la vida cotidiana: el estrés y la inseguridad.

Este fenómeno no sólo afecta el humor. Según los datos, las consecuencias de dormir mal van desde problemas físicos y mentales hasta un impacto directo en la esperanza de vida. En otras palabras: el insomnio se volvió un tema de salud pública.

En un tiempo marcado por incertidumbres económicas y miedo a los hechos delictivos, el descanso dejó de ser un momento de recuperación para transformarse en una batalla nocturna.

Inseguridad y ansiedad: una combinación explosiva

El informe revela que las mujeres, los adultos mayores y quienes se perciben como parte de la clase baja son los más afectados por el insomnio. Para los especialistas, esto no es casual: los grupos más vulnerables suelen estar más expuestos a tensiones sociales y económicas, y eso se traslada directamente a las horas de descanso.

La inseguridad aparece como un factor clave. Según una encuesta de Verisure Argentina, el 55% de los argentinos siente que su barrio está más peligroso que el año pasado. Y aunque ese número bajó el 10% respecto de 2024, las experiencias traumáticas dejan marcas: más de la mitad de quienes sufrieron un robo confesó haber instalado sistemas de seguridad después del hecho. Sentirse protegido, explican los expertos, ayuda a bajar el nivel de alerta y facilita el sueño.

“Dormir implica un acto de confianza. Es el momento en que el cuerpo se vuelve vulnerable. Si esa confianza está rota, descansar se vuelve casi imposible”, resume el informe.

El impacto del estrés en el cuerpo y la mente

El estrés no sólo mantiene la mente ocupada con pensamientos repetitivos; también altera el funcionamiento del organismo. Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio del Sueño del Hospital de Clínicas, explicó que las personas estresadas no logran “bajar las revoluciones”, algo esencial para conciliar el sueño.

Cuando el cerebro permanece hiperactivo, el cuerpo no reduce su frecuencia cardíaca ni su temperatura. Así, en lugar de relajarse, entra en modo alerta. El resultado: más ansiedad, más cansancio y menos horas de descanso efectivo.

Ramiro Heredia, médico clínico del mismo hospital, agrega otro dato inquietante: dormir mal también incrementa el riesgo de enfermedades crónicas. Por eso, desde la Academia Americana del Corazón ya incluyen al buen descanso entre los hábitos esenciales para una vida saludable.

¿Cómo podemos recuperar el sueño?

Los especialistas coinciden en que mejorar la calidad del descanso requiere una estrategia doble: cambios individuales y políticas públicas. En el plano personal, recomiendan respetar rutinas: hacer actividad física durante el día, evitar pantallas antes de dormir, reducir el consumo de café, alcohol y comidas pesadas a la noche, y crear un ambiente fresco y oscuro en el dormitorio.

Pero el problema excede lo individual. Para Nogueira, es imposible separar el sueño del contexto en el que se vive: “La precariedad habitacional, el hacinamiento o la exposición constante a la inseguridad hacen muy difícil relajarse”. Por eso, subraya que garantizar condiciones básicas de bienestar debería ser una prioridad para reducir los trastornos del sueño a nivel social.

Dormir bien como revolución silenciosa

Mientras el mundo celebra la productividad y la velocidad, descansar parece un acto subversivo. Sin embargo, los expertos advierten que recuperar el sueño no es un lujo: es una necesidad.

Dormir bien no solo mejora el humor y la concentración; también protege la salud física y fortalece el tejido social. Después de todo, una sociedad descansada es una sociedad con menos conflictos, más creatividad y mejor calidad de vida.

El estudio de la Amsue concluye con una idea simple pero contundente: “dormir es recuperar energía. Y recuperar energía es recuperar futuro”.

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