Campeona mundial a los 46: el sueño que Analía Quiroga se animó a cumplir

La tucumana ganó oro y bronce en el Mundial de Taekwondo en Barcelona, en su primera participación.

Campeona mundial a los 46: el sueño que Analía Quiroga se animó a cumplir
30 Julio 2025

Durante más de media vida, Analía Quiroga le dedicó sus días al taekwondo. Empezó a los 17 años, cuando entrenar era más un acto de valentía que de comodidad: sin protectores, ni pisos acolchados, ni muchas compañeras. Le tocó ser la única mujer en un ambiente dominado por hombres. Hoy, casi 30 años después, se convirtió en campeona mundial.

Desde Barcelona, donde se llevó la medalla de oro en lucha y la de bronce en formas, Analía atendió a LA GACETA para contar el detrás de su hazaña: una historia de esfuerzo y perseverancia. Fue su primer Mundial y, no obstante, subió dos veces al podio. “Todavía no lo puedo creer”, dice.

“Siempre quise participar, pero nunca me animaba”, admite. Hasta que un día se lo propuso y cumplió. Después de la pandemia, volvió a competir en torneos locales y luego en clasificatorios: tres torneos selectivos con sumatoria de puntos. “Desde el año pasado venía saliendo primera en cada torneo y eso me dio la clasificación”, cuenta. El proceso fue exigente. La competencia, también. Pero su disciplina pudo más.

Junto a ella viajó su esposo, César Segura, también taekwondista y compañero de vida desde aquellos entrenamientos en el Barrio ex Aeropuerto, donde él era instructor. Hoy tienen su propio gimnasio en pleno centro tucumano, donde dan clases a niños y adultos, y forman a chicos y chicas que también sueñan con llegar lejos.

“Nosotros como instructores siempre acompañamos a nuestros alumnos a competir, incluso en otros mundiales. Pero nunca habíamos podido participar nosotros. Ahora se nos dio, se alinearon los planetas y como frutilla del postre, trajimos las medallas”, dice Analía. César compitió en formas, pero no logró podio. Igual, el logro fue compartido. Ambos representaron a Tucumán, a su escuela y a su historia.

La competencia duró cuatro días. Fue intensa, en una ciudad nueva, con rivales de gran nivel. Y cuando todo terminó, se permitieron un respiro: se fueron a Roma, a pasear, a celebrar. “Es nuestra primera vez en Europa”, cuenta ella, todavía con la adrenalina de lo vivido. Lo que parecía imposible, se convirtió en realidad.

Llegar hasta allá no fue sencillo. Cada gasto corrió por cuenta propia: pasajes, inscripción, estadía, comida. “Fue un viaje muy costoso. Por suerte conseguimos algo de ayuda, y pudimos concretarlo”, detalla.

El orgullo es doble: por haber llegado, y por haber abierto camino. “Cuando empecé era la única mujer entrenando. Hoy eso cambió mucho. En el Mundial éramos casi la misma cantidad de mujeres que de hombres, y el nivel de las chicas fue altísimo”, destaca.

Para Analía, el taekwondo representa más que una simple disciplina deportiva. “Es un estilo de vida. Poder transmitir los valores que tiene como arte marcial es muy gratificante”, explica. Y ahora, con las medallas colgadas y la emoción todavía a flor de piel, siente que algo se completó. “Todo deportista sueña con estar en un Mundial. Nosotros lo logramos. Y lo ganamos”, dice, y sonríe.

Así, con 46 años, Analía Quiroga se convirtió en campeona del mundo. Pero su verdadero triunfo empezó mucho antes: cuando se animó a competir, cuando entrenaba sin comodidades, cuando no había otras mujeres y cuando, aun así, decidió quedarse. Porque creyó. Porque insistió. Porque soñó. Y porque nunca dejó de pelear.

 

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios