Por Carlos Cámpora
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Ayer se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Eva Perón. Amada por unos y odiada por otros, Eva no solo ocupa un lugar significativo dentro de nuestra historia, sino que como personaje literario ha aparecido en numerosas narraciones. Este es el caso del cuento “Muñecas” de María Rosa Lojo, incluido en Amores insólitos de nuestra historia (2011).
El relato está situado en tres momentos diferentes, dentro de los cuales se realiza alusiones a hechos históricos sucedidos en cada uno. En cuanto al primer momento, hay que recordar que Eva Perón falleció en 1952 y su marido, Juan Perón, decidió que su cuerpo fuera embalsamado por el anatomista español Pedro Ara. Sobre el segundo momento, cabe recordar que, en 1955, luego del derrocamiento del gobierno peronista, el cuerpo embalsamado de Eva fue secuestrado por un operativo comando, inhumado en un cementerio de Italia y recién en1971 el gobierno de la época entregó ese cuerpo a Perón en España. En cuanto al tercer momento, situado en 1977, durante la dictadura militar, debe recordarse que entonces hubo una cruda represión que incluyó secuestros, torturas y “desapariciones”.
En el cuento de Lojo, Eva no aparece viva sino una vez muerta. El primer momento del relato, titulado “La madre”, transcurre en Buenos Aires en 1952. Ese título alude a Juana Ibarguren, la madre de Eva, quien va a ver el cuerpo de su hija a la CGT, donde el doctor Ara lleva adelante su tarea de embalsamamiento. Ese lugar es descripto como un sitio de características muy especiales: “La madre cierra los ojos cuando entra, y vuelve a abrirlos. Esta habitación no es una cripta, sino un laboratorio: el lugar de tránsito donde un cuerpo paga su pasaje terreno a la inmortalidad bajo las artes de un científico que por momentos se parece a un hechicero, y en ella tampoco hay un cadáver”. Asimismo, el embalsamamiento da origen a una asociación con el cuento de hadas “La bella durmiente”: “¿Puede llamarse de esa forma a la muñeca perfecta y silenciosa en una urna de vidrio, que parece aguardar -en vano- el beso mágico del príncipe?”.
El segundo momento, titulado “El viudo”, situado en Madrid en 1971, narra la entrega del cuerpo de Eva a Juan Perón. Además de contarse la emoción que siente Perón al abrirse el ataúd, aquí se une la pasión que tenía Eva con la de los numerosos jóvenes que en esa época se incorporaban al peronismo: “El General prefiere no escucharla, aunque reconoce los ecos de su pasión en algunos de los jóvenes que vienen a verlo y que traman su inminente retorno a la Argentina”.
El tercer momento, situado en Buenos Aires en 1977, se titula nuevamente “La madre”, donde “madre” esta vez alude a una mujer llamada Ema, que tiene una hija cuyo nombre es Julia y que ha sido apresada por personal de la dictadura militar. Del lugar donde vivía su hija, que ha sido destrozado por quienes la secuestraron, Ema rescata una muñeca que le habría pertenecido, donde reaparece la relación Eva/muñeca: “Es una muñeca antigua, de las que Eva mandaba regalar para el día de Reyes”. Asimismo, como serán algunos cambios que se crearán en la muñeca los que darán pistas a la madre sobre lo sucedido con su hija, se produce la aparición de una fantasmática Eva que pone la muñeca entre los brazos de Ema diciéndole: “–¿Querías saber qué fue de tu hija, no? Ya me agradecerás ese regalo. Pero no te espantes (…) No tengas pena, porque todo pasa”.
Las atrayentes circunstancias que tuvo la corta vida de Eva Perón han sido motivo de variadas narraciones. Sin embargo, como en el caso de “Muñecas”, las extraordinarias peripecias sufridas por su cuerpo ya fallecida fueron las que provocaron su aparición “post mortem” en una multitud de obras.
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Carlos Cámpora.- Licenciado en Letras, doctor en Ciencias Sociales. IG @carloscampora01.








