
Los restaurantes pertenecientes a bodegas mendocinas ganan terreno en la Guía Michelin.

Los bares y restaurantes atraviesan un año crítico. En lo que va de 2025, las ventas cayeron entre un 20% y 30% en promedio, duplicando la baja registrada en 2024. La crisis golpea tanto al turismo como al consumo local, lo que fuerza a los establecimientos a reducir cartas, eliminar platos costosos, ofrecer promociones y ajustar su personal para evitar cierres.
Caída del consumo y aumento de costos: un combo letal
Según referentes del sector, el panorama es alarmante. Las tarifas de servicios se duplicaron, los alquileres comerciales se dispararon y el costo laboral sigue en aumento, sin que estos incrementos puedan trasladarse a los precios. La demanda no convalida valores superiores y la rentabilidad está en su punto más bajo.
“El consumo gastronómico está completamente deprimido”, afirmó Carlos Alberto Yanelli, presidente de la Cámara de Restaurantes. “Los costos suben por encima de la inflación, pero no podemos ajustar precios porque la gente no convalida”.
Daniel Prieto, presidente de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC), señaló que “la caída interanual ronda el 30%” y remarcó que el turismo tampoco ayuda como en otras crisis. “Hoy bajó el turismo y también el consumo local. El que viene, gasta menos”.
Nuevas estrategias para no cerrar
Los establecimientos intentan adaptarse con cartas más acotadas, menús ejecutivos en horarios valle, platos para compartir y promociones con tarjetas. También se fortalecen las redes sociales y se impulsan alianzas con otras marcas barriales.
“Cada restaurante conoce a su cliente y aplica estrategias para sostenerlo”, explicó Yanelli.
En parrillas, por ejemplo, dejaron de ofrecer cortes caros como lomo o vacío, reemplazándolos por alternativas más accesibles. En pizzerías y bodegones, los platos compartidos ganaron protagonismo.
Menos turismo, menos salidas, menos consumo
Zonas emblemáticas como San Telmo, La Boca, Recoleta o el microcentro muestran una baja notable en la actividad turística. El déficit de visitantes en el primer cuatrimestre del año alcanzó un récord: 5,1 millones de personas menos.
A la vez, cambió el hábito del consumidor local. El cliente que antes salía tres veces por semana ahora lo hace una, elige propuestas más económicas o directamente deja de salir. Esto redujo el ticket promedio en almuerzos, cenas y hasta meriendas, donde las cafeterías apostaron a combos promocionales para mantener la rotación.
Achicar para sobrevivir
Frente al contexto adverso, muchos locales cerraron sucursales o reemplazaron personal fijo por servicios tercerizados. Otros concentraron sus operaciones en una sola sede, abandonando espacios que no alcanzaban a cubrir los costos.
“Hay que achicar porque la estructura anterior es inviable”, advirtió Yanelli.
¿Qué necesita el sector para recuperarse?
Los empresarios gastronómicos coinciden en que se necesita una reactivación general del consumo, alivios impositivos y políticas que acompañen al sector. Proponen revisar tasas e impuestos tanto a nivel nacional como en la Ciudad de Buenos Aires, y valoran iniciativas públicas como los eventos culturales y gastronómicos impulsados por BA Capital Gastronómica.
Sin embargo, advierten que sin una mejora real del poder adquisitivo, cualquier repunte será insuficiente.
Un futuro incierto
Las proyecciones para el segundo semestre son inciertas. El invierno castiga especialmente a las zonas con menor circulación, y aunque el sector espera un leve repunte para primavera y las vacaciones de fin de año, los referentes no se muestran optimistas.
Mientras tanto, algunos bares y restaurantes buscan diversificarse con delivery, venta de platos listos para terminar en casa o experiencias temáticas para fidelizar clientes.
“No se sale solo. El rubro no es una isla. Necesitamos una reactivación general”, concluyó Yanelli.







