A ARMAR EL VIAJE. La hinchada "decana" podrá seguir de cerca al equipo. Foto de Diego Araoz/LA GACETA.
En el amplio terreno del Picódromo santiagueño, conocido por el rugido de motores y el olor a caucho quemado, el bullicio del día tuvo otro protagonista: la pasión de los hinchas de Atlético Tucumán. Entre hieleras, parlantes y una parrilla que no paraba de largar humo, se vivía la previa al partido contra Boca Juniors por los 16avos de la Copa Argentina. En ese rincón celeste y blanco, un chofer de trafic no solo esperaba que ruede la pelota: también era uno más alentando.
El organizador y conductor del viaje, Esteban Soraire, dueño de una empresa de transporte, fue quien decidió manejar la trafic hasta Santiago. Lo hizo con una camiseta de Atlético escondida bajo la campera. Mientras servía gaseosas en vasos plásticos, explicó con naturalidad cómo surgió todo. “Yo en realidad soy el propietario del vehículo. Los chicos me contrataron para venir aquí a Santiago del Estero para el evento este de Atlético Tucumán – Boca. Les brindamos el servicio para traerlos, esperarlos y volvernos a Tucumán cuando termine el evento”, explicó.
Sin embargo, él también estaba con los colores del "Decano". “Sí, soy de Atlético y no mandé ningún otro chofer para poder disfrutar este momento”, confesó. Según contó, se le dio naturalmente manejar él mismo. “Tengo los otros chóferes ocupados con otros servicios y decidí hacerlo yo”, dijo Soraire, quien dio detalles sobre el viaje. “La policía cumplía con lo suyo y hacía todos los controles correspondientes. Pero, más allá de eso, nos manteníamos con mucha emoción y con ganas de ganar este partido”, agregó.
“Los chicos estaban pagando $30.000, para la ida y la vuelta”. Lo curioso es que no conocía a nadie de los que viajaron. “Me contrataron por el transporte nada más, pero no los conozco a ninguno”, aseguró. Pese a eso, durante el camino, la atmósfera era de pura ansiedad y alegría. “Todos venían contentos, cantando, esperando este momento”.
Del volante al corazón de Santiago
Otro de los que tuvo un rol clave en la organización fue Miguel Ángel Brito, quien también coordinó uno de los grupos. Para él, esta movida surgió de una chispa que creció con el entusiasmo. “Primero iba a venir solo y después se me ocurrió la idea de alquilar la combi. Empecé a buscar gente y aquí estamos”, explicó Brito, quién a través de redes sociales, principalmente Facebook, logró reunir interesados y armar un grupo sólido.
Su vínculo con Atlético viene desde la infancia. “Mi tío me llevaba y ahora ya no puede venir, porque está teniendo un problema en la vista. Pero yo sigo aquí", confesó. Aunque no recuerda partidos puntuales, sabe que cada momento compartido con él en las tribunas dejó una huella.
Para Miguel Ángel, el hincha cumple un rol fundamental en el presente del club. “Hace mucho sacrificio la gente en venir. Mucha gente tiene que trabajar, pedir permiso, sacar plata, alguno que no tiene pide prestado, lo que sea, para venir a alentar”. En ese esfuerzo colectivo, el Picódromo se convirtió, por unas horas, en una sucursal del José Fierro. Porque el motor que impulsa estas travesías no está en una trafic: está en el corazón de cada hincha que, con o sin entrada, elige no faltar.







