
IMPOTENCIA. Los jugadores se retiran del campo con la cabeza gacha por un partido que se complicó inesperadamente. la gaceta / fotos de diego araoz

Con el partido terminado, en La Ciudadela los reproches no tardaron en escucharse a lo largo y lo ancho del estadio. San Martín empató 1 a 1 con Tristán Suárez, un resultado que se sintió más como una derrota que otra cosa, y que los hinchas no dudaron en hacérselo saber al plantel.
Desde la platea alta bajaron insultos, gestos de desaprobación y hubo muchas caras largas. Mientras en el campo los jugadores se retiraban en silencio, masticando la bronca y las miradas clavadas en el verde césped.
No era para menos. El equipo dirigido por Ariel Martos había tenido la oportunidad de sumar otra vez de a tres en su casa frente a un rival complicado, porque se presentaba como un partido para ganar. Sin embargo, el “Santo” se relajó en el momento menos oportuno. El gol tempranero fue un pase libre al descanso. Y cuando quiso reaccionar ya era tarde: el empate se consumó y el clima se tensó.
RESIGNACIÓN. Los hinchas no se bancaron el empate con el “Lechero”.
“Anímicamente el plantel no está triste ni golpeado, pero sí con mucha bronca”, reconoció Martos durante la conferencia de prensa. “Era un partido que invitaba a ganar, pero no se pudo. No obstante este es un grupo que, en situaciones difíciles, se sigue mostrando entero. Hay que estar atentos para el final del campeonato”, advirtió dejando en claro que los detalles serán los que terminarán de definir la historia en la Primera Nacional.
Jesús Soraire también enfrentó los micrófonos y no esquivó el tema más delicado: el murmullo, que se hizo casi un sello característico de La Ciudadela de un tiempo a esta parte. “Hay algo que pasa en La Ciudadela, y es que se siente”, dijo. “Nosotros lo que esperamos es que nos apoyen. La gente siempre tiene razón, pero lo que no podemos perder es la calma. También queremos ganar y dejar los tres puntos acá. A veces no se puede, pero lo importante es sostenerse, ser sólidos. Eso nos va a dejar cerca de la victoria”, expresó.
El empate, en ese momento, parecía un golpe directo al corazón de las aspiraciones “santas”. Porque el equipo había desperdiciado una oportunidad de afianzarse en la cima. Sobre todo porque Atlanta, su rival directo en la lucha por el primer lugar de la zona A, tenía todo servido para escaparse en la tabla. Pero el fútbol siempre es impredecible.
Y entonces, ocurrió lo que todos pedían en San Martín. Mientras La Ciudadela hervía por la desilusión, en Lomas de Zamora sucedía un pequeño “milagro”. Los Andes, que venía lejos de la zona de clasificación y que la fecha pasada había perdido contra el “Santo”, le dio una verdadera paliza a Atlanta. Fue 3 a 0. Lapidario.
El primer gol fue un infortunio simbólico: en contra, y de Rodrigo Moreira, un viejo conocido del “Santo”, con pasado en 2016 y 2018. Los otros dos los marcaron Facundo Echevarría y Matías González, para sellar una caída que nadie pensaba, pero que terminó resultando perfecta para el “Santo”.
Así, en cuestión de dos horas, la frustración se convirtió en alivio. Porque con el punto sumado contra el “Lechero” y la derrota del “Bohemio”, San Martín volvió a mirar a todos desde arriba. Al igual que Atlanta tiene 39 puntos, pero la diferencia de gol favorece a los dirigidos por Martos.
“Pueden estar de acuerdo o no, pero hoy San Martín es puntero. Y es una realidad”, sentenció Soraire, con el respaldo de una tabla que, al menos por ahora, todavía sonríe.
Claro que el margen de error es cada vez más chico y la recta final exige otra versión; más firme, más concentrada.
Porque si algo dejó claro este sábado es que el camino al ascenso no será lineal. A veces, incluso los milagros llegan disfrazados de un gol en contra y de tres puntos ajenos.







