¿Buscan tucumanidad? En el Paseo de la Independencia sobra

Luces y sombras en el entorno de la Casa Histórica, dos cuadras de la peatonal Congreso en la que brilla por su ausencia la planificación. Empieza a llegar el turismo de CABA y de la Provincia de Buenos Aires.

UNA MANO DE PINTURA. Es lo que necesita para tapar los grafitis en el mural, que data del Bicentenario, UNA MANO DE PINTURA. Es lo que necesita para tapar los grafitis en el mural, que data del Bicentenario,
Guillermo Monti
Por Guillermo Monti 20 Julio 2025

“¿Y este quién es?”, pregunta con inexorable acento cordobés una “jubilada de la mínima” que se identificará como Rosalía. “Este” es don Fernando Riera, cuyo busto les da la bienvenida a quienes se internan por el Paseo de la Independencia. Esa caminata que los tucumanos completan en piloto automático, ya sin mirar a los costados, para el turista representa lo contrario. La visita a la Casa Histórica trasciende el clásico recorrido por el museo; es más bien una experiencia en la que el entorno funciona como un todo. Y qué difícil es jerarquizar esas primeras dos cuadras de la calle Congreso, por más esfuerzos que se hagan, cuando su sello identitario es un rompecabezas cuyas piezas no terminan de encajar. Más que un collage, un pastiche urbano.

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Varios locales, sobre todo los imprescindibles de venta de artículos regionales, lucen suspendidos en una estética setentista que no deja de tener cierto encanto. Huelen a tradición. Lo vintage, se sabe, no quita lo valiente, Distinto es el caso de los bazares, paseos multicompras y expendios de chucherías. Y en tercer lugar están los negocios más grandes, de marcas reconocidas. Si algo no puede salir de ese menjunje es alguna pretensión de “casco histórico”. A ojos del visitante, el Paseo de la Independencia luce como una cebolla cuyas capas pertenecen a épocas distintas, a visiones diferentes, a bolsillos más o menos generosos. Y lo que salta a la vista es una ausencia de planificación comercial: qué se quiere vender en el entorno de la Casa Histórica y cómo ofrecerlo, partiendo de la decoración de cada local. Imposible armonizar esto.

LIMPIEZA URGENTE. Los pájaros dejaron su huella y quedó tapado el nombre de algunos congresales. LIMPIEZA URGENTE. Los pájaros dejaron su huella y quedó tapado el nombre de algunos congresales.

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Y eso que la creación del Paseo de la Independencia encontró en su momento toda clase de resistencias. Se decía que iba a “matar” a los negocios, que la peatonalización provocaría un caos en el tránsito, que era un capricho; en fin, que no servía para nada. No pasaron muchos años, hay que hacer un poquito de memoria. Ahora el municipio se ocupó de engalanarlo de celeste y blanco, lo que está muy bien. Lo que es una lástima es que falte una coordinación para darle mucha más vida a los museos que están en Congreso primera cuadra (el Histórico Nicolás Avellaneda y el de Arte Sacro), de modo que quienes ingresen a la Casa Histórica también se tomen un tiempito para descubrirlos. En cambio, la Biblioteca Sarmiento será tema de otra columna: abandonada a su suerte por la Universidad Nacional de Tucumán, permanece cerrada a cal y canto. Desde afuera no se notan las deplorables condiciones edilicias que amenazan su estructura interna.

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Nunca dejan de llamar la atención en el Paseo de la Independencia la cantidad de locales comerciales cerrados; el enorme edificio clausurado desde hace años y que no disimula el mural dedicado a Bernabé Aráoz; el baldío ubicado justo frente a la Casa Histórica al que también se disfrazó con un mural, en ese caso reproduciendo el Acta de la Independencia. Son dos cuadras del microcentro que datan de la época colonial, la documentación catastral debe ser de lo más interesante. El problema es que todo eso afea el Paseo, le contagia una sensación de dejadez. Se sumó ahora el cierre de un edificio al que no muchos le prestan atención, representativo del estilo art noveau y que data de 1912. En un tiempo albergó al Hotel España, luego pasó a llamarse Congreso. Al menos conserva la fachada prolijamente pintada, pero las chapas extendidas bajo la primera fila de balcones generan dudas. ¿Están puestas por un potencial peligro de desprendimientos de argamasa?

REDUCTO FUTBOLERO. Un pedacito de Jujuy en Congreso y San Lorenzo. REDUCTO FUTBOLERO. Un pedacito de Jujuy en Congreso y San Lorenzo.

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Un pin alusivo cuesta 3.000 pesos, pero se consiguen dos por 5.000. Para comprar algodón de azúcar, churros o praliné los carromatos de madera quedan simpáticos. Claro que al lado están el achilatero con su bicicleta y el vendedor de anteojos de sol prendidos al telgopor. La venta ambulante en la cuadra de la Casa Histórica no obedece a ninguna clase de ordenamiento. La plazoleta en la esquina de Crisóstomo Álvarez sigue esa lógica: artesanos por un lado, ropavejeros por el otro. En el medio Sergio Calpanchay ofrece sus ediciones caseras (Radio Bemba) en las que recoge el pensamiento de Güemes, Belgrano, Monteagudo, José Martí y Condorcanqui. También devedés, porque “no todo está en internet”.

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A propósito de esa plazoleta, en la que se puede contratar el bus turístico o las visitas guiadas a pie por el centro, un par de detalles merecen la atención municipal. Por un lado, en la placa en la que figuran los nombres de los congresales de 1816 la mitad no puede leerse porque está tapada por excrementos de pájaros. Tal vez la empresa que se ocupa de la higiene del espacio público podría ocuparse de que limpien el granito con regularidad. Por otra parte, el sector interno de la plazoleta no sólo está desaprovechado -salvo por su rol de guardería de motos y el olor a pis-, sino que se ha vandalizado parte del homenaje que el Senado de la Nación hizo en ocasión del Bicentenario. Los grafitis proliferan sobre el panel que confeccionaron chicos llegados de todo el país el 9 de julio de 2016. Con una mano de pintura y un sereno alcanzaría.

ORDENANZA DE 1974. Disponía la creación de una Casa de Cultura Municipal (gentileza del concejal Gustavo Cobos). ORDENANZA DE 1974. Disponía la creación de una Casa de Cultura Municipal (gentileza del concejal Gustavo Cobos).

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“Pero mirá, ¡no es amarilla!”, le reprocha una niña a su mamá en la puerta de la Casa Histórica. La “culpa” la tiene el artista cordobés Genaro Pérez, quien la pintó en 1890 amarilla y con las puertas verdes, colores que “supuso” tras ver la icónica foto de Ángel Paganelli. Ese imaginario se trasladó al universo educativo, porque a lo largo de décadas revistas como Billiken y Anteojito usaron el cuadro de Pérez para ilustrar sus efemérides escolares. Cómo será de fuerte esa herencia que perdura en las aulas, más allá de que internet demuestre, por fotos o en vivo, que la Casa Histórica es blanca y tiene puertas azules. La charla familiar, una anécdota repetida según revelan los empleados del museo, se escuchó ayer durante un mediodía bullicioso y colorido, ya que hubo música y en banda en la peatonal Congreso.

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¿Es la Feria de Emprendedores Plaza Sur? ¿O el Paseo de la Cultura y Feria del Libro? Ambos carteles indicativos conviven, casi tocándose, en el mercado instalado al lado de la Casa Histórica, justo en el 171 de Congreso. Un espacio en el que no faltaron las polémicas y que contribuye a lo variopinto del Paseo de la Independencia, allí donde el pretendido “casco histórico” deviene en mercado de pulgas. Pero atención: si Tucumán se atuviera a las normas nada de eso debería existir allí.

FUE LA CASA DE BENJAMÍN MATIENZO. En este espacio debería existir una Casa de Cultura Municipal. FUE LA CASA DE BENJAMÍN MATIENZO. En este espacio debería existir una Casa de Cultura Municipal.

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Resulta que en la propiedad se erigía la vivienda en la que nació Benjamín Matienzo, y según una ordenanza del 16 de octubre de 1974 allí debía construirse la Casa de la Cultura Municipal. “Se denominará Teniente Benjamín Matienzo (...) En la misma funcionará: una Sala de Teatro, Sala de Exposiciones y una Biblioteca Popular”. El documento da a entender que la construcción se mantenía en pie, ya que habla de “acondicionar el mencionado inmueble” para transformarlo en un centro cultural. Teniendo en cuenta que Matienzo nació en 1891, la casa seguramente necesitaba toda clase de arreglos. Habría que revisar los registros para determinar cuándo se la demolió. Lo seguro es que aquella iniciativa de los concejales de la capital no llegó a concretarse. Una muestra más del Tucumán que pudo ser y quedó a medio camino.

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Así es con este Paseo de la Independencia que se apresta a recibir el segundo aluvión de turistas de la temporada invernal, en este caso nutrido por las vacaciones que se inician en CABA y en la Provincia de Buenos Aires. Paseo entusiasta y colorido, armado por retazos y a la que te criaste, con más voluntad que planificación. Y pensar que en la esquina de Congreso y San Lorenzo, hasta no hace mucho, hubo una estación de servicios (de la Esso, llamada Yatasto), todo un símbolo de cómo se consideraba y manejaba el patrimonio en tiempos no tan distantes. En esa misma esquina, en otra ochava, como un original estandarte regional resiste El Lobo Jujeño. Sería injusto relegarlo a la categoría de drugstore. A fin de cuentas, el sábado al mediodía ofrecía pastas y pollo al spiedo con guarnición a buen precio. Que El Lobo esté del otro lado de la calle, justo donde termina el Paseo, no lo deja fuera de esta cartografía absolutamente tucumana.

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