"Jackie" Soria: su lucha contra la discriminación, el reencuentro con la fe y su labor junto a las minorías sexuales

Tiene 48 años y, desde hace casi cinco, acompaña a otras personas desde su rol en Sicar, un grupo surgido en la basílica de la Virgen de la Merced para acompañar a personas en situación de prostitución.

Soy una mujer trans, laica y servidora. Llegar a la basílica de la Virgen de la Merced me cambió completamente la vida, Jackeline Soria, acompañante de Sicar. "Soy una mujer trans, laica y servidora. Llegar a la basílica de la Virgen de la Merced me cambió completamente la vida", Jackeline Soria, acompañante de Sicar.

Durante el tedeum que pronunció por el aniversario del Día de la Independencia, el arzobispo, Carlos Sánchez, reconoció públicamente a tucumanos que, desde el dolor o desde la entrega diaria, encarnan la esperanza. Estas son algunas de esas historias.

Jackeline Soria tiene 48 años y, desde hace casi cinco, acompaña a otras personas desde su rol en Sicar, un grupo surgido en la basílica de la Virgen de la Merced para acompañar a personas en situación de prostitución y que, con el tiempo, se amplió a todo el colectivo LGBTI+. “Sicar es mi lugar”, dice.

“Desde que llegué a la basílica mi vida cambió totalmente”, cuenta Jackeline, a quien llaman “Jackie”. Ayer, durante la homilía del tedeum, el arzobispo también la mencionó. “Vi rezar en el camarín de la Virgen de la Merced a la chica trans que vivió una experiencia profunda de sentirse amada por el Señor, que le cambió la vida y ahora sirve a los que necesitan”, dijo Sánchez ante los presentes.

“No aguantaba más el dolor que sentía en mi alma cuando llegué”, recuerda Jackie. Hoy, como mujer trans, se reconoce como laica servidora. “A mi edad y luego de pasar mucho tiempo de mi vida sufriendo discriminación, lo que hago por los demás es importante”, confiesa. “Mi rol es estar con las chicas hospitalizadas, con las chicas privadas de la libertad. Hace casi cinco años que soy parte y asistimos alrededor de 20 personas que concurren”, explica.

Sobre la mención pública, reflexiona: “Cuando entiendo el verdadero sentido de este camino que transito, el reconocimiento es lindo pero los logros van más allá de eso. El poder ayudar es importante porque el mensaje que brindamos se traduce en el tiempo que damos a los demás, dejamos de hacer cosas personales por el amor al prójimo. Me pone contenta y me da alegría haber sido reconocida pero una no busca eso en este camino”, aclar y agrega que su meta es abrir un camino para las personas del colectivo LGBTI+.

Una patria desde abajo

Las historias que el arzobispo eligió visibilizar el 9 de Julio no estuvieron ligadas a figuras de poder ni a logros económicos. Apuntaron a personas que, desde el anonimato, reconstruyen vínculos, reparan heridas, educan, cuidan, ofrecen tiempo y presencia. Una patria que no se celebra sólo en los actos, sino que se construye en la calle, en la montaña, en los hospitales, en las cárceles, en los camarines, en las redes y en la fe. Una patria que -como recordó Sánchez- necesita no perder la alegría ni la esperanza.

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