Christian Horner, el estratega que transformó Red Bull y terminó devorado por su propio poder

El ciclo más ganador de la escudería austríaca llegó a su fin con la salida del británico. Su legado queda dividido entre títulos y tormentas.

GLORIAS E INFIERNOS. Christian Horner terminó su relación con el equipo “energético”, que empezó en 2005. GLORIAS E INFIERNOS. Christian Horner terminó su relación con el equipo “energético”, que empezó en 2005.

Del personaje que es Christian Horner para la F-1 se puede escribir un libro. Aquí, basta con decir que es el generador de muchas glorias, pero también de infiernos. Que con su despido de Red Bull como jefe de equipo llega el final de una era. Nada menos.

En la historia de la “máxima”, Horner ya estaba unido hace rato a un grupo selecto de jefes legendarios. ¿Nombres? Ron Dennis llevó a McLaren a la gloria con figuras como Ayrton Senna y Alain Prost; Jean Todt marcó una era dorada con Michael Schumacher en Ferrari; Frank Williams construyó una escudería campeona desde cero; Toto Wolff convirtió a Mercedes en el equipo más dominante de la era híbrida; Ross Brawn sorprendió al mundo con Brawn GP en 2009; y Flavio Briatore ganó títulos con Schumacher y con Fernando Alonso. Todos ellos fueron líderes que supieron construir equipos ganadores y enfrentar crisis. Horner, como Briatore, le sumó a su gestión una alta dosis de controversia.

El nombre completo de este británico controversial es Christian Edward Johnston Horner. Tiene 51 años. Antes de dedicarse a la gestión de equipos fue piloto. En 2013 fue condecorado con la Orden del Imperio Británico; en 2015 se casó con Geri Halliwell, miembro del grupo “Spice Girls”. A esta apretada biografía se le debe incorporar que se convirtió en un exitoso y determinante administrador desde que llegó al flamante Red Bull en 2005. Pero, ante estos datos reales, ¿entonces por qué lo echaron?

Primero hay que decir qué cosas lo llevaron a un trono indiscutido en el equipo. Sin preámbulos, hay que decir que Horner lideró al equipo a la conquista de múltiples campeonatos, consolidando una dinastía que marcó dos eras distintas: primero con Sebastian Vettel (2010-2013) y luego con Verstappen (2021-2024). En 2010 se convirtió en el jefe de equipo más joven en lograr un certamen de constructores. A lo largo de su gestión acumuló nueve títulos de pilotos y cinco de constructores, convirtiéndose en uno de los jefes más exitosos de la historia. Hay que sumarle también otros cuatro segundos lugares y tres ubicaciones en el tercer puesto.

Pero (siempre lo hay), también está claro que estos grandes momentos se dieron en medio de controversias internas, escándalos mediáticos y una caída paulatina en el rendimiento deportivo en meses recientes.

Las tensiones internas fueron corroyendo a la relación Red Bull-Horner. Está lo que pasó con la relación con Sergio Pérez, que se desgastó a pesar de que el piloto mexicano fue clave para las victorias estratégicas del equipo. Su renovación hasta 2026 fue muy criticada dentro del equipo, especialmente porque “Checo” perdió su asiento titular y continuó cobrando un alto salario, generando malestar y divisiones internas. Además, la escudería no logró encontrar un reemplazo sólido, lo que se tradujo en pobres resultados hoy para Verstappen, el neozelandés Liam Lawson y el japonés Yuki Tsunoda.

Uno de los golpes más severos para Horner fue una denuncia de acoso sexual presentada por una empleada de Red Bull. Aunque inicialmente manejado como un tema interno, el caso escaló hasta el Tribunal Laboral de Londres y tendrá una vista judicial en enero de 2026. Este escándalo dañó seriamente la imagen pública tanto del jefe como del equipo, provocando una fuerte presión mediática e institucional que afectó al entorno del equipo.

Otro punto a tomar en cuenta se relaciona a las paulatinas salidas, debido a complicadas relaciones con Horner, de figuras clave del equipo “energético”, como Adrian Newey (diseñador jefe), Jonathan Wheatley (director deportivo), Rob Marshall (jefe de ingeniería) y Will Courtenay (estratega jefe). Sus ausencias debilitaron significativamente la estructura interna del equipo.

Pero estas tres situaciones anteriormente citadas no parecen haber sido tan decisivas para el despido, según medios europeos, como la que se generó con la creciente tensión con la familia Verstappen. Jos Verstappen, padre de Max, criticó abiertamente a Horner y manifestó su deseo de verlo fuera de la escudería. Max también expresó malestar con el rendimiento del monoplaza frente a rivales como McLaren, y comenzaron a circular rumores sobre un posible fichaje por Mercedes.

Esta presión habría sido el detonante para que los propietarios de Red Bull tomen una decisión radical: prescindir de los servicios de Horner, a pesar de que tenía contrato hasta 2030. La directiva, compuesta por Chalerm Yoovidhya y Mark Mateschitz, junto con Oliver Mintzlaff, optó por cortar el ciclo del inglés e iniciar una reestructuración, nombrando a Laurent Mekies (que ocupaba el cargo de jefe del equipo satélite, RB) como su sucesor.

Horner perdió lo que alguna vez lo llevó a costas doradas

Esta historia del adiós a Horner dice mucho sobre cómo el éxito en la F-1 es un viento a favor que puede durar años y llevar a costas doradas. Esto depende tanto del liderazgo como de la capacidad para adaptarse a las turbulencias, dentro y fuera de la pista. Pero si ese viento cambia de sentido, o se hace fuerte, la nave entra en peligro. Hoy, visto lo sucedido, Horner ya es barco hundido.

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