El riesgo que valió la pena: cómo James Gunn reinventó a Superman sin perder su esencia

El pulso del director marca una película en la cual la acción y el humor están presentes desde la primera escena hasta el último poscrédito.

EL EXTRATERRESTRE MÁS HUMANO. James Gunn construyó con David Corenswet un “Superman” con dolores, dudas y cuestionamientos de vida. EL EXTRATERRESTRE MÁS HUMANO. James Gunn construyó con David Corenswet un “Superman” con dolores, dudas y cuestionamientos de vida.

James Gunn tenía delante, quizás, el desafío más atrevido de su eficaz carrera como director especializado en películas de superhéroes, villanos reconvertidos y malvados insoportables. “Superman” llegaba a su filmografía con la posibilidad de darle la consagración definitiva o empujarlo al abismo. Varias veces había estado al borde, pero siempre logró zafar con una mezcla atrevida de acción, aventuras y humor.

Las dosis de cada uno de esos ingredientes no siempre fue la perfecta, pero el resultado resultó satisfactorio. Antes de llegar al todopoderoso ser llegado niño desde Kriptón, se hizo cargo de las tres “Guardianes de la Galaxia” y de “El Escuadrón Suicida”. Ahora, en cambio, se topaba con uno de los personajes más conocidos y queridos del universo de DC Comics y con más visitas a la pantalla grande.

El resultado, según se pudo confirmar ayer en una función especial en Cinemacenter y que hoy estará libre para todo el público en preestreno, ratifica que la elección de los DC Studios (distribuye Warner) ha sido inteligente. El realizador surfea con éxito y por el centro la ola que lo podía llevar a estrellarse con el respeto sacramental del Hombre de Acero (en una mera reproducción actualizada de todos los que se metieron antes con él) o lograr algo tan distinto que lo deformase. Es decir, que la película termine siendo más Gunn que “Superman”, en una fórmula que -si bien puede resultar simpática- termine rompiendo la imagen que está construida en el imaginario colectivo del extraterrestre más respetado.

Nada hace extrañar a los anteriores filmes sobre “Superman” (hay que reconocer que fueron muy dispares y algunos merecidamente criticados -ver “Décadas en pantalla”-); lo visto permite construir el puente entre el pasado y el futuro. Que la primera imagen sea un dibujo histórico de 1938, cuando comenzó como tira de papel, es más un homenaje que una referencia, así como la recreación de la gris ciudad que habita y la inspiración recibida del comic All-Star Superman y su serie animada. Todo el resto está atravesado por la modernidad contemporánea y lleno de críticas y cuestionamientos irónicos sobre el manejo del poder; la privatización de las guerras y de la represión (con sus intereses espurios); la manipulación de las sociedades vía internet; las avalanchas de mensajes falsos emitidos (literalmente) por monos y el uso de las redes sociales. Asimismo, hay cierta liviandad de parte del director en el manejo de estos temas, que se puede interpretar como lógica en el contexto de una superproducción para disfrutar con gaseosa y pochoclo.

Es que el relanzamiento de “Superman” se enmarca en esa dinámica: deslicemos nuestra posición -incluso política- pero sin ofender a nadie, estrategia tan propia de Hollywood. Por ello, sólo los informados podrán leer elípticamente que el imperio de Lex Luthor (antagonista por excelencia) se recorta el fantasma real de Blackwater, el contratista militar privado estadounidense que desde hace casi 30 años está en todos los focos de conflicto global. O de su estructura rusa en espejo, el Grupo Wagner.

Volviendo a la ficción, lo que Gunn plantea como distintivo más notorio es un Superman cada vez más humano. El inicio mismo lo presenta moribundo, con múltiples fracturas y órganos internos dañados y luego se enfrenta a la kriptonita letal; llora ante una muerte cruel; le declara su amor a Lois Lane; sufre por igual por sus padres naturales y por los adoptivos; se contradice y duda; objeta sus decisiones, y teme mucho... En definitiva, lo que le pasa a cada miembro de la sociedad día a día, por lo que identificarse con él es simple y directo.

Y ése fue el principal mérito del director, independientemente de su habilidad en filmar impecablemente las escenas de lucha o los grandes escenarios, con el manejo preciso de los claroscuros. Superman es uno más de nosotros, y -entonces- cada uno puede ser como él, con su dosis de bondad, cariño, sensibilidad y “amabilidad en un mundo que la necesita desesperadamente”, dijo Gunn. Que ello llegue de alguien que no es del lugar que habita, remite -además- a la migración en cuestión hoy dentro de EEUU.

Nada de lo previsto se podría haber alcanzado sin tener a David Corenswet en el papel principal, una elección que dio sus frutos con creces. Su mirada limpia trasluce lo que le pasa por dentro y hace olvidar selecciones fallidas de Superman precedentes. La química que logra con Rachel Brosnahan (Lois Lane) es absoluta, así como la aparición de Nicholas Hoult como su archienemigo y del trío de Edi Gathegi, Nathan Fillion e Isabela Merced, claves junto a Anthony Carrigan para conseguir la dinámica necesaria en las escenas de acción. Y dentro de los que no tienen poderes especiales, hay numerosos personajes secundarios que no tienen gran despliegue, pero cumplen su precisa misión de impulsar el relato cuando hace falta.

Y para desafiar la máxima que nunca hay que actuar “ni con perros ni con niños”, el supercan Kripto se roba risas en cada aparición, desde la primera hasta el poscrédito (hay dos, y vale la pena esperar hasta el segundo).

Gunn intercala la violencia más extrema con largas escenas donde el texto es lo importante, en las que lo que se dice sobre la vida, los vínculos, las debilidades y el sentido de las decisiones asume un peso determinante. Lo soporta con lo que cada uno hace. Ahora deberá confirmar el rumbo trazado en “Supergirl”, que llegará en 2026 en la segunda producción de la nueva tanda del Universo DC. Muchos ya están reservando entradas.

Décadas en pantalla: una extensa historia con altibajos

“Superman” debutó en el papel en 1938, creado por Jerry Siegel y Joe Shuster, y tres años después llegó a los cines en una serie de cortos animados. En 1948 se lanzaron dos series de películas con actores y  en 1951 se proyectó el primer largo, “Superman and the Mole Men”, protagonizado por George Reeves. El personaje dio un salto hasta 1978, ya con Christopher Reeve en el papel, y hubo tres secuelas hasta 1987. Luego Warner Bros. compró los derechos y lo relanzó en 2006 (tras varios proyectos fallidos) con “Superman Returns”. Con Zack Snyder de director y Henry Cavill en el personaje, en 2013 se vio “El Hombre de Acero”, y hubo participaciones y cameos en otros filmes con diversos superhéroes del Universo Extendido DC.

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