La misa de hoy: urgencia por la paz

La misa de hoy: urgencia por la paz

Presbítero Marcelo Barrionuevo.

06 Julio 2025

La Liturgia de este Domingo se centra de modo particular en la paz como un gran bien para el alma y para la sociedad. En la Primera lectura, el Profeta Isaías anuncia que la era del Mesías se caracterizará por la abundancia de este don divino. Será como un torrente de paz, como un torrente en crecida, resumen de todos los bienes: el gozo, la alegría, el consuelo, la prosperidad prometida por Dios a la Jerusalén restaurada tras el destierro de Babilonia. “Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo”. Isaías se refiere al Mesías, portador de esa paz que es, a un mismo tiempo, gracia y salvación eterna para cada uno y para todo el pueblo de Dios. La nueva Jerusalén es imagen de la Iglesia y de todos nosotros.

I- El Evangelio de la Misa relata el envío de los discípulos anunciando la llegada del Reino de Dios. A su paso se repiten los milagros: ciegos que recuperan la vista, leprosos que quedan limpios, pecadores que se mueven a penitencia, y por todas partes van llevando la paz de Cristo.

El mismo Señor, antes de partir para esta misión apostólica, les había encargado: “Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Y si hay allí gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz...”

Este mensaje lo repetirá la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

II- Después de tantos años vemos, sin embargo, que el mundo no está en paz; la ansía y clama por ella, pero no la encuentra.

En pocas ocasiones se ha nombrado tanto la palabra paz, y quizá pocas veces la paz ha estado más lejos del mundo. Incluso “dentro de cada país, y en no pocas naciones, el estado habitual tampoco tiene nada que ver con la paz. No que haya guerra, lo que generalmente se entiende por guerra, pero sí falta de paz. Lucha de razas, lucha de clases, lucha entre ideologías, lucha de partidos. Terrorismo, guerrillas, secuestros, atentados, inseguridad, motines, conflictos, violencia. Odios, resentimientos, acusaciones, recriminaciones”.

Paz, paz, dicen. Y no hay paz. No hay paz en la sociedad, ni en las familias, ni en las almas. ¿Qué ocurre para que no haya paz? ¿Por qué tanta crispación y tanta violencia, por qué tanta inquietud y tristeza en las almas, si todos desean la paz?

Quizá el mundo esté buscando la paz donde no la puede encontrar; quizá se la confunde con la tranquilidad, es posible que se haga depender de circunstancias externas y ajenas al hombre mismo. La paz viene de Dios y es un don divino que sobrepuja todo entendimiento, y se otorga sólo a los hombres de buena voluntad, a quienes procuran con todas sus fuerzas acomodar su vida al querer divino.

“La paz, que lleva consigo la alegría, el mundo no puede darla”.

III- “Siempre están los hombres haciendo paces, y siempre andan enzarzados con guerras, porque han olvidado el consejo de luchar por dentro, de acudir al auxilio de Dios, para que Él venza, y conseguir así la paz en el propio yo, en el propio hogar, en la sociedad y en el mundo”.

IV- “Si nos conducimos de este modo, la alegría será tuya y mía, porque es propiedad de los que vencen; y con la gracia de Dios -que no pierde batallas- nos llamaremos vencedores, si somos humildes”.

Entonces seremos portadores de la paz verdadera, y la llevaremos como un tesoro inapreciable allí donde nos encontremos: a la familia, al lugar de trabajo, a los amigos..., al mundo entero.

Temas Cristo
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