Escribo esta carta en referencia a la reciente y atinada de la lectora Carmen Perilli, titulada “Ni Yerba Buena” (03/07). Comparto plenamente su preocupación por el aparente rol ignorado del ciudadano en la planificación y ejecución urbana por parte de las actuales autoridades municipales. La voz de los vecinos, que son quienes viven y sufren a diario las consecuencias de las decisiones urbanísticas, no puede ni debe ser un mero formalismo, sino el pilar fundamental de cualquier desarrollo que se precie de ser inteligente y sostenible. La planificación urbana, especialmente en ciudades en pleno y pujante crecimiento como nuestra querida “Ciudad Jardín”, no puede ser un ejercicio aislado o meramente técnico. Cuando se ignora la perspectiva y las necesidades de los habitantes, el resultado es un desarrollo desarticulado, que genera más problemas de los que resuelve, afectando directamente la calidad de vida y el sentido de pertenencia. La participación ciudadana no es un estorbo, es una brújula indispensable que orienta las prioridades y asegura la pertinencia de las intervenciones. En este contexto de crecimiento vertiginoso, ¿qué debería priorizar un urbanista para actuar con inteligencia, especialmente ante la eterna escasez de dinero en las arcas municipales? Permítame sugerir un orden de prioridades: Infraestructura Básica Esencial: Antes que cualquier obra de embellecimiento o gran envergadura, la prioridad ineludible debe ser el fortalecimiento y la expansión de los servicios esenciales: veredas en buen estado, redes de agua potable, cloacas, energía eléctrica y, fundamentalmente, un sistema de desagües pluviales eficiente. Sin esta base sólida, cualquier crecimiento se convierte en un problema, generando inundaciones, colapsos de servicios y afectando la salubridad y la seguridad de los vecinos. La inversión en infraestructura subterránea, aunque menos visible, es la más rentable a largo plazo. Movilidad Urbana y Conectividad: El crecimiento demográfico trae consigo un aumento exponencial del parque automotor y de la necesidad de desplazamiento. Es crucial priorizar la mejora de la red vial existente, la planificación de nuevas arterias, la promoción y mejora del transporte público, y la creación de infraestructura para peatones y ciclistas. Una ciudad que no fluye, colapsa. Esto implica soluciones de bajo costo como la optimización de semáforos, señalización inteligente y la promoción de medios de transporte alternativos. Regulación y Fiscalización del Crecimiento: Un crecimiento pujante sin un marco normativo claro y una fiscalización efectiva se traduce en desorden. Es imperativo actualizar y hacer cumplir los códigos de edificación y planeamiento urbano, controlar los fraccionamientos y loteos, y evitar la densificación desmedida en zonas no aptas. La inteligencia aquí radica en anticipar el crecimiento y establecer reglas de juego claras que protejan el patrimonio urbano y la calidad de vida. Preservación y Creación de Espacios Verdes y Públicos: Yerba Buena es la “Ciudad Jardín” por algo. Es vital proteger los pulmones verdes existentes y planificar la creación de nuevos espacios públicos accesibles. Estos no solo mejoran la calidad ambiental, sino que son fundamentales para la cohesión social y el bienestar de la comunidad. Estrategias de bajo costo pueden incluir la recuperación de baldíos o la parquización de áreas residuales. Participación Ciudadana Genuina e Institucionalizada: Finalmente, y transversal a todo lo anterior: Establecer mecanismos formales y efectivos de consulta, debate y co-creación con los vecinos y las organizaciones de la sociedad civil. Sus conocimientos y experiencias son invaluables para identificar problemas, proponer soluciones y asegurar la aceptación y el éxito de los proyectos. La escasez de fondos, una realidad ineludible para la mayoría de los municipios, no debe ser una excusa para la inacción o la planificación deficiente. Al contrario, exige una mayor inteligencia en la asignación de recursos, priorizando lo esencial, buscando alianzas estratégicas (con la Provincia, la Nación, el sector privado) y optimizando la gestión de los ingresos propios. Nuestra “Ciudad Jardín” merece un futuro planificado con visión, inteligencia y, sobre todo, con la participación activa de sus ciudadanos.
Rogelio Esteban Giraudo
r.giraudo@gmail.com