
Objetos perdidos, buenas intenciones y pocos espacios: ¿por qué en Tucumán es difícil devolver lo que no es nuestro?
Un joven encontró un celular y lo devolvió usando un tótem de seguridad, y la acción fue celebrada. No por rara, sino porque en la provincia, devolver un objeto extraviado puede ser complicado.
Una cámara de seguridad captó el momento en el que un joven encuentra un celular frente a la Facultad de Filosofía y Letras. Luego se acercó a un tótem de seguridad, avisó y lo entregó a la Patrulla de Protección Ciudadana (PPC). Minutos después, el teléfono volvió a manos de su dueña. La escena, que podría parecer cotidiana, fue celebrada en las redes como un “acto ejemplar” en redes sociales. ¿Por qué? Porque en Tucumán, devolver un objeto perdido es más difícil de lo que parece.
La lógica debería ser simple. Encuentro algo → lo entrego a un lugar adecuado → el dueño lo recupera. Pero entre la falta de lugares específicos para objetos perdidos, la desconfianza y la burocracia, la buena voluntad muchas veces se pierde en el camino. Según lo que pudo averiguar LA GACETA, no hay un sistema formal ni digitalizado en la provincia para estos casos, por lo que se vuelve clave la intervención ciudadana.
La Subsecretaria de Seguridad Ciudadana municipal, Mariela Cortés, valora este tipo de acciones. “Tenemos los tótems de los corredores seguros universitarios las 24 horas. En este caso, fue un accionar positivo que merecía ser mostrado”, indicó. Y no fue el único.
La funcionaria mencionó que a través de la PPC también se han recuperado carteras y hasta mascotas. Pero más allá de los tótems y las cámaras, el circuito sigue siendo informal y depende del azar, la buena voluntad... y de encontrar a alguien dispuesto a ayudar.
Terminal de ómnibus y aeropuerto
Perder algo antes o después de viajar puede ser una experiencia desagradable. El ir y venir de gente que va hacia (o viene de) otras ciudad hace que parezca más difícil recuperar lo extraviado. Ni en la Terminal de Ómnibus de Tucumán ni en el Aeropuerto Benjamín Matienzo de Tucumán hay una oficina específica para los objetos perdidos.
En la terminal, si encontramos algo que no parece tener dueño tendríamos que dirigirnos hasta la oficina de seguridad, el único lugar que recibe objetos perdidos. Los guardias de seguridad también están encargados de llevarlos hasta ahí si los encontrasen. Las empresas de colectivo tienen un sistema artesanal: pegan DNI u otro tipo de documentos extraviados en las ventanillas de las boleterías.
En el aeropuerto, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) es la encargada de este tema. Pero todos coinciden en que no hay demasiadas pérdidas, ni tampoco demasiada sistematización.
Qué hacer si encuentro algo en la calle
Al no haber oficina de objetos perdidos, en caso de querer devolver algo que esté en la calle y no tener agentes cercanos o cámaras a la vista, la funcionaria aseveró que se pueden dejar en el Centro de Monitoreo de la capital, ubicado en 9 de julio 229.
También es una opción la Comisaría 1° (San Martin 224): ya sea objetos o documentos, podemos dejarlos allí. El resto de las dependencias policiales de la provincia también pueden recepcionar los mismos ítems.
Escuelas y clubes: micro modelos que sí funcionan
Curiosamente, los niños y adolescentes parecen moverse con más códigos de devolución que los adultos. En escuelas como la Normal o el Gymnasium, los objetos perdidos tienen su lugar: se dejan en Secretaría o en la Sala de Profesores, y los alumnos saben dónde buscar.
“Los chicos saben que ahí pueden buscar lo que olvidaron. Se sugiere no traer objetos de valor, pero lo que aparece se devuelve”, comentó Rosa Werner, profesora e impulsora de la Normal, sobre las políticas de la escuela.
En cambio en la institución de calle 25 de mayo 621, hay un grupo de Whatsapp y una “sección alumnos”, a quienes consultar, contó Julián Cabot, quien pertenece a la secretaría de asuntos internos de ese colegio.
Los clubes deportivos también armaron sus propios sistemas, más o menos formales, pero bastante efectivos. En Cardenales, por ejemplo, el primer paso es avisar por WhatsApp y después todo se deposita en portería. Allí uno de los objetos más extraviados son las llaves, según contó su presidente Martín Bellomio.
En San Martín, por otro lado, si alguien encuentra algo, se entrega a profesores o personal de seguridad y se firma una constancia cuando se devuelve. “Si lo encuentra alguien honesto, el circuito funciona”, resume Exequiel García, encargado del complejo.
“Lost & Found”
Para entender que algo que falta, vale mirar hacia Inglaterra. A esto ayudó el instituto británico de inglés “Rush”, cuyos docentes contaron de qué se trata el programa “Lost & Found”.
En el siglo XVIII, Londres ya lidiaba con una avalancha de objetos extraviados, especialmente paraguas, símbolo de la vida urbana moderna. En 1714, Jonathan Wild abrió una “Oficina de Objetos Perdidos”, pero resultó ser un estafador: cobraba para devolver objetos que él mismo había robado.
Tras su caída, el Estado entendió la necesidad de un sistema formal. En 1869 se creó el primer repositorio oficial, y en 1933, la ciudad inauguró la célebre oficina en Baker Street para todos los medios de transporte.
Hoy, esa oficina recibe más de 200.000 objetos al año. Se guardan por tres meses y, si nadie los reclama, se donan, reciclan o subastan.
Por redes
Entonces, ¿qué puede hacer un tucumano con algo extraviado en la mano? Buscar un tótem si está cerca. Acercarse a la policía. Confiar en el personal de seguridad si está en un club o una terminal. Dejarlo en boleterías. Postear en redes, donde hay grupos llamados “¿Alguien encontró?¡Yo encontré!”, con más de 10000 personas, y en promedio unas 15 publicaciones diarias sobre objetos perdidos. Y, sobre todo, confiar en que el otro también va a actuar de buena fe.
Todos los entrevistados coincidieron en que en nuestra provincia hay personas honestas. Hay quienes quieren hacer lo correcto. Pero no siempre hay estructura. La historia del celular devuelto no solo fue un gesto de empatía. Fue una señal de que necesitamos más espacios donde esa buena acción tenga un cauce claro.
Como los chicos que saben dónde dejar una campera en la escuela, como los clubes que avisan por WhatsApp, como los ingleses que aprendieron con un paraguas hace más de 200 años. Quizás devolver un objeto perdido no sea solo un acto de generosidad, sino una muestra de qué tan preparados estamos, como sociedad, para cuidar lo que a otro le importa.