
ENTENDER LO QUE SE ESTUDIA. El método Feynman propone explicar los conceptos como si se tratara de un juego. / UNSPLASH

Estudiar muchas veces implica memorizar como un loro sin entender. Pero la técnica Feynman, ideada por el premio Nobel Richard Feynman, propone un camino distinto: explicar lo aprendido con simplicidad para detectar lo que falta y reforzar el conocimiento de forma activa. Este método sigue vigente y ahora se difunde entre jóvenes que desean comprender en profundidad, no sólo aprobar.
Además de mejorar la retención, este enfoque potencia la capacidad de comunicar ideas complejas con claridad, una habilidad muy valorada en ámbitos académicos y profesionales. Por eso, cada vez más estudiantes adoptan los cuatro pasos de Feynman para estudiar de manera más efectiva.
Aprender explicando: los cuatro pasos
El método propone estos pasos:
- Elegir un tema y escribirlo para enfocarse en algo concreto, desde una fórmula hasta una teoría.
- Explicarlo como si fuera para un niño, usando lenguaje claro para revelar lo que no se entiende bien.
- Identificar y cubrir vacíos, repasando fuentes hasta lograr una explicación fluida.
- Reescribir y refinar, usando analogías y leyendo en voz alta para asegurar claridad total.
Ese proceso obliga al aprendiz a comprometerse con el contenido y facilita que el conocimiento se consolide con firmeza.
¿Por qué este método es tan valioso?
A diferencia de estrategias que se basan en la repetición mecánica, la técnica Feynman exige una participación activa del estudiante. Y eso trae beneficios concretos:
- Genera conexiones duraderas, porque exige entender y no solo memorizar.
Promueve la capacidad de comunicación: explicar con claridad es una competencia clave en aulas y trabajos.
- Revela rápidamente lo que falta aprender, evitando falsas sensaciones de dominio.
Incluso investigadores de la Universidad de York advierten que para conceptos simples o basados en memorización literal este método no es ideal. Pero para material complejo es una gran herramienta.
Feynman solía enseñar usando analogías cotidianas. Para explicar por qué una goma se calienta al estirarse, decía que las moléculas la estiran y las más pequeñas rebotan, produciendo calor. Incluso invitaba a estirarla entre los labios para sentirlo. Así logró que ideas de física fueran tangibles y memorables.
Jóvenes que lo aplican hoy
Hoy la técnica se aplica en aulas, plataformas como Coursera o Khan Academy, y en proyectos de autoaprendizaje. Los jóvenes están incorporándola para materias difíciles, exámenes, trabajos de investigación o entrevistas laborales.
Muchos explican conceptos a compañeros o redactan resúmenes con analogías propias, lo que fortalece su comprensión. Aplicar Feynman fomenta un aprendizaje profundo y una transferencia real del conocimiento, frente a métodos tradicionales de memorización.
Limitaciones que hay que conocer
No todo es perfecto: la técnica exige tiempo y esfuerzo mental. Requiere releer, editar y revisar la explicación varias veces, lo que puede sentirse lento al inicio.
No es ideal para estudiar listas o fórmulas que requieren repetición literal. Pero, para dominar ideas complejas, es altamente eficaz.
Cómo empezar
Si querés probarla, elegí un tema que te interese o te cueste entender. Escribí una explicación sencilla, detectá lo que no entendés y repasá. Reescribila y leela en voz alta hasta que esté clara. Usá analogías que te ayuden a conectar con experiencias propias y repetí el proceso hasta que suene natural. Ese ciclo te va a permitir no sólo aprender, sino también enseñar.







