Con la campaña en pausa, los ruidos internos aturden más al peronismo

Con la campaña en pausa, los ruidos internos aturden más al peronismo

El oficialismo tucumano ingresa al último tramo del año electoral con mucho ruido interno. Demasiado, si se tiene en cuenta que el peronismo dejó de ser imbatible en las urnas y que enfrente asoma el oleaje libertario. Y peligroso, si se contempla que el recuerdo del fiasco que significó el experimento de Alberto Fernández aún genera pesadillas en buena parte de la sociedad.

Aunque suene contradictorio, la condena de Cristina Fernández de Kirchner pareciera ser la única buena noticia que el Partido Justicialista recibió desde el derrumbe de 2023. Como la mayoría de los analistas coincide, este hecho implica para el PJ la posibilidad de hallar un atajo que acorte el camino hacia la pacificación y la unificación partidaria. El asunto es cómo aprovecha esos bríos y ese enojo la dirigencia. Porque así como puede construir un liderazgo a partir de la figura de CFK, también es probable que la melancolía y la nostalgia los paralice. Por lo pronto, hay dos hechos irrefutables: desde que Javier Milei es presidente hubo dos movilizaciones masivas a la plaza de Mayo. La primera fue en abril de 2024, en defensa de la universidad pública en el país. Y la segunda se concretó este miércoles, en apoyo a quien fuera dos veces presidenta.

Por supuesto, el justicialismo atraviesa por estas horas un estado de orfandad que inquieta a varios de sus referentes. En la corta semana, ese desbande quedó expuesto en la reunión que mantuvo el Consejo del PJ con gobernadores y legisladores nacionales. Y también el miércoles, en la marcha. En el mitin, de los mandatarios peronistas del interior el único ausente fue el tucumano Osvaldo Jaldo. De manera presencial o por zoom, estuvieron Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Ziliotto (La Pampa), Gustavo Melella (Tierra del Fuego), Gildo Insfrán (Formosa), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Raúl Jalil (Catamarca). El catamarqueño es junto a su vecino Jaldo uno de los más dialoguistas con la Casa Rosada y de los que más distancia había tomado del kirchnerismo, por lo que su participación en la reunión causó sorpresa. Eso le valió en la videollamada alguna chicana desde el otro lado del monitor: Jalil adujo que está gobernando y que muchas veces necesita coordinar acciones con la Nación para gestionar. Ya un día después, en la movilización, hubo faltazo masivo de los terratenientes provinciales: sólo Quintela se mostró en la plaza de Mayo. Señal clara de la desorientación que impera en el justicialismo nacional.

La intervención de Alberdi

El mazazo que significó la condena a Cristina paralizó momentáneamente la campaña electoral y la resolución de las disputas internas. Sin embargo, ese silencio permitió que se escucharan con mayor fuerza los problemas que arrastra el PJ tucumano. El daño intestino provocado por la intervención de Juan Bautista Alberdi aún no cicatriza, aunque con el correr de los días entre los referentes del oficialismo comienzan a convencerse de que la decisión fue oportuna. El escándalo por los audios en los que se revelan presuntos vínculos entre sectores de la política y el narcotráfico, además de un manejo (o desmanejo) bochornoso del poder, podía escalar y colarse en la etapa final de la campaña a los comicios de octubre.

Sobre ese asunto versó la reunión que el martes a primera hora mantuvo el gobernador con su compañero de fórmula. A Jaldo le había generado cierto malestar que entre los legisladores de su bancada se hayan dejado trascender los rezongos por la decapitación política de un matrimonio fuerte de oeste, como el que conforman el destituido Luis Campos y la parlamentaria Sandra Figueroa. Como en otras ocasiones, a Miguel Acevedo le tocó la misión de llevar calma al mandatario, porque pese a los pataleos y quejas vertidas puertas adentro y comentadas en esta misma columna hace una semana, el decreto de intervención fue ratificado por unanimidad en el recinto. La postura de Sergio Mansilla, tercera autoridad de la provincia, también fue motivo de diálogo entre ambos. En definitiva, coincidieron en que resultaba entendible la posición del aguilarense, porque se trató más de una defensa personal que jurídica a su amigo Campos.

Aun calmados los ánimos, en el oficialismo son conscientes de que la investigación judicial posada sobre Alberdi y sus ¿antiguos? dueños puede generar dolores de cabeza. La presunta compra de vehículos, a nombre de la familia pero con cheques del municipio, es una de las puntas sobre las que avanzan las pesquisas. Si bien la feria judicial que se avecina puede dar algún respiro, la sensación de todos es que después del receso habrá que tomar decisiones incómodas. En particular, por la cercanía con la fecha de los comicios. La más odiosa entre los legisladores será la eventual resolución de la situación de Figueroa, que hoy ostenta de una licencia “de hecho”. Esta cuestión no es menor, porque la Legislatura se apresta a concretar cinco sesiones en 14 días. El artículo 15 del Reglamento Interno de la Cámara establece que los legisladores tienen el deber de asistir a las sesiones, y que caso de imposibilidad de hacerlo deben comunicarlo al Presidente con anterioridad. “Si la inasistencia de un Legislador ha de ser por más de dos sesiones consecutivas, o tiene que ausentarse de la provincia, debe solicitar licencia por escrito a la Legislatura, determinando el tiempo”, añade el texto. En el artículo siguiente, se especifican las sanciones: en casos extremos se puede llegar a la cesantía, pero lo cierto es que cada inasistencia injustificada debe ser sancionada con una multa económica.

Desde luego, esto se resuelve con un escrito sencillo. Lo verdaderamente incómodo podría aparecer más adelante, en caso de que desde la Justicia se solicite el desafuero de Figueroa para poder avanzar con la investigación. En la cúpula del poder tucumano saben que esa es una chance concreta, así que por lo pronto Jaldo intenta separar lo judicial de lo político. La intención es encapsular el caso de la familia Campos en lo estrictamente judicial y relanzar su relación con el peronismo de Alberdi a partir de la gestión. Por eso el interventor Guillermo Norry cortó de manera abrupta su exposición pública y el titular del Poder Ejecutivo dilata la convocatoria a elecciones para normalizar ese municipio. La idea es que la presencia del Estado pueda mostrar resultados y, a partir de una medición a realizar, se pueda determinar qué dirigente llega mejor para ser el candidato oficialista.

Por lo pronto, el oficialismo debe contener sus demonios internos antes de definir una estrategia y de elegir un rival externo. Otra muestra fue la renovada puja entre la Sociedad Aguas del Tucumán y la Municipalidad por los baches y las pérdidas de agua potable y de líquidos cloacales. Ayer debió interceder la propia intendenta, Rossana Chahla, para bajar la intensidad de la pelea. Ocurre que los ruidos dentro del PJ, a medida que se acerca la cita electoral, ensordecen y se amplifican. El riesgo es que muchas veces superan los decibeles tolerables para cualquier espacio político y, en ese caso, el daño se puede tornar irreparable.

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