El color de ojos de los recién nacidos es uno de los primeros rasgos que despierta curiosidad en padres y familiares. Sin embargo, esa tonalidad inicial no siempre es definitiva. Estudios recientes, difundidos por Popular Science y respaldados por fuentes médicas especializadas, confirman que los ojos de los bebés pueden cambiar de color durante los primeros años de vida, en un proceso que combina genética, pigmentación y factores ambientales.
Melanina: la clave detrás del cambio
El color de ojos está determinado por la cantidad de melanina presente en el iris, un pigmento que también define el color de la piel y el cabello. Los melanocitos, células que producen melanina, se activan progresivamente tras el nacimiento, especialmente con la exposición a la luz.
Según la American Academy of Ophthalmology, los ojos azules contienen poca o ninguna melanina en el iris, mientras que los ojos verdes, avellana o marrones reflejan niveles crecientes del pigmento. La profesora Rebecca Chasnovitz, de la Universidad de Carolina del Norte, explicó que incluso la luz ambiental en el hogar puede influir en este proceso, generando un oscurecimiento gradual.
Una genética compleja y sorprendente
A diferencia de otros rasgos hereditarios, el color ocular no depende de uno o dos genes, sino de una interacción compleja entre al menos 15 genes. Entre ellos, los más estudiados son OCA2 y HERC2, responsables de una parte importante de la variación en la pigmentación.
Barbara Cohlan, neonatóloga del St. Louis Children’s Hospital, señaló que es imposible predecir con certeza el color de ojos final solo observando a los padres, ya que pueden portar genes recesivos. En este sentido, el color de ojos de un abuelo podría manifestarse en un nieto aunque ambos progenitores tengan colores diferentes.
El optometrista pediátrico Dash Retnasothie también destacó que los cuadros de Punnett tradicionales no son útiles en este caso, ya que el rasgo es poligénico y de herencia impredecible.
Mitos comunes y diferencias étnicas
Uno de los mitos más difundidos es que todos los bebés nacen con ojos azules. Según Mohamad S. Jaafar, jefe de oftalmología pediátrica en el Children’s National Health System, esta idea es errónea: “Los bebés nacen con ojos de todos los colores. Algunos los tienen oscuros desde el nacimiento”.
La prevalencia del color de ojos varía según la etnia. Los bebés caucásicos tienden a tener ojos más claros al nacer, mientras que los de ascendencia africana, asiática o hispana presentan mayoritariamente ojos marrones u oscuros. Estas diferencias están relacionadas con adaptaciones evolutivas a la luz solar según la latitud geográfica.
¿Hasta cuándo pueden cambiar los ojos?
El proceso suele iniciarse en los primeros seis meses y puede continuar hasta los tres años de edad. En bebés con ojos claros, especialmente de origen europeo, los cambios sutiles podrían extenderse hasta los seis años. Un pequeño porcentaje (10% a 15%) puede experimentar modificaciones incluso en la adolescencia o adultez, aunque esto es poco común.
Un estudio de la Universidad de Stanford analizó a 192 bebés y encontró que el 63% nació con ojos marrones, el 21% con ojos azules y el 6% con ojos verdes o avellana. El 10% restante no encajaba en ninguna categoría definida, lo que refleja la diversidad cromática real y la dificultad de clasificar este rasgo.
Señales que ameritan atención médica
Aunque el cambio de color de ojos es natural, existen situaciones que pueden ser indicativas de una condición médica. Por ejemplo, tener un ojo azul y otro más oscuro podría señalar el síndrome de Waardenburg, un trastorno genético que debe ser evaluado.
Además, si un bebé presenta estrabismo (desviación ocular) más allá de los cuatro a seis meses, se recomienda una consulta con un oftalmólogo pediátrico. “La visión es el sentido menos desarrollado al nacer”, afirmó Chasnovitz, por lo que ciertos comportamientos pueden ser normales, pero requieren seguimiento.