Álvaro Díaz tiene 25 años, y cursa Ingeniería Industrial en la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (Facet) de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Gracias a una pasantía pudo incorporarse a Scania, una empresa automotriz de renombre mundial. “Hice esta experiencia mientras cursaba cuarto año, en paralelo con la práctica preprofesional. Estuve seis meses y al año me llamaron para trabajar. Aunque me retrasé un poco con las materias, valió la pena. Pude ganar un buen sueldo, ayudar en mi casa y seguir estudiando sin depender tanto de mis viejos”, cuenta a LA GACETA. Este estudiante dice que el sistema funciona. “Gracias a los convenios que tiene la Facet y a la calidad de profesores, accedimos a experiencias privilegiadas. Estas oportunidades hacen la diferencia en nuestro currículum”, opina.
En Ciencias Exactas, alumnos y autoridades tienen claro que la posibilidad de hacer una experiencia laboral y de ganar conocimiento práctico es tan importante como completar el programa académico con buenas calificaciones. La palabra clave para lograr esta combinación de objetivos es "pasantía".
Con la idea explorar el vínculo entre universidad pública y empleabilidad, LA GACETA visitó la Facet. El recorrido dejó a la vista que estas prácticas laborales son mucho más que una instancia adicional de formación: se trata de una oportunidad para transformar el conocimiento en trabajo real y, en muchos casos, en el primer empleo formal.
Pasantías que aproximan al primer empleo
La posibilidad de hacer una experiencia laboral inicial implica enfrentar situaciones nuevas, que colocan a los estudiantes ante límites y desafíos. Matías Castillo estudia en la Facet para ser programador universitario. Aunque no logró quedar en una pasantía, reconoce su valor. “Me postulé varias veces, pero no quedé. Aun así, creo que es una gran herramienta. Las empresas que convocan son muy reconocidas y también hay opciones en el sector público. Estar en una pasantía te deja en el radar para cuando buscan empleados”, reflexiona.
La Facet tiene una tradición larga en formación técnica de calidad, pero desde hace años apuesta también a fortalecer el puente entre el aula y el mundo del trabajo. Las pasantías profesionales se convirtieron en una herramienta valiosa, tanto para los estudiantes como para las empresas y organismos que los reciben.
Lucía Figueroa, quién pertenece al Consejo Directivo de la facultad, explica que cada pasantía cuenta con dos figuras clave: un tutor académico, que es docente de la carrera, y una referencia dentro de la empresa, que se encarga de garantizar y supervisar las tareas realizadas. Esta articulación permite no sólo asegurar la calidad de la experiencia, sino también su coherencia con el perfil profesional que forma la carrera.
“Tenemos muchos convenios firmados y una buena oferta de pasantías, pero lo que suele pasar es que muchos estudiantes no conocen estas oportunidades o no cumplen con todos los requisitos. Generalmente se orientan a alumnos avanzados, que hayan aprobado al menos el 40% de la carrera. Que sean alumnos regulares y tengan conocimientos de idiomas suma muchísimo”, cuenta Figueroa.
Una práctica valiosa
Las pasantías tienen una duración variable de entre tres y seis meses, con una carga horaria semanal que permite continuar con el cursado. Al finalizar, los estudiantes deben presentar un informe que da cuenta de su experiencia. Esta práctica también puede formar parte del plan de estudios y ser reconocida como una instancia de formación profesional.
“Formamos con un enfoque técnico y riguroso, pero también sumamos cursos de habilidades blandas y nos preocupamos por dar a los estudiantes herramientas que van más allá del aula. Las pasantías forman parte de esa visión integral”, observa Miguel Ángel Cabrera, decano de la Facet.
Testimonios reales, experiencias distintas
Sofía Ortega, estudiante de Ingeniería en Geodesia y Geofísica, comparte una mirada particular. “En mi carrera hay pocas pasantías y lo entiendo: no es una carrera tan conocida. Pero es fundamental, sobre todo en Tucumán, donde se trabaja mucho con catastro, recursos naturales o planificación urbana. Aunque tenemos buena salida laboral, a veces los requisitos para entrar a trabajar son altos. Las pasantías ayudan mucho en ese sentido”.
Sofía celebra que sus compañeros sí hayan accedido a experiencias laborales en el Estado o en empresas privadas. “Es muy valioso que muchos se reciban y ya tengan su primer trabajo formal. No pasa siempre. Hay chicos que terminan la carrera sin experiencia y eso complica la salida de la universidad”, dice.
Datos que refuerzan las percepciones
Según un informe del Centro de Estudios de Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, los jóvenes universitarios que realizan pasantías tienen el 36% más de chances de insertarse rápidamente en el mercado laboral. Además, un estudio de Bumeran reveló que el 65% de las empresas valora más la experiencia en pasantías que el promedio académico al momento de contratar.
Esto se conecta directamente con la realidad tucumana. En contextos de alta competencia y con un mercado laboral limitado, la experiencia previa es un diferencial. Y cuando esa experiencia se consigue dentro del mismo trayecto universitario, con acompañamiento docente y estructura académica, el beneficio es doble.
Retos y mejoras posibles
Aunque el sistema de pasantías funciona y tiene impacto, los estudiantes reconocen que aún hay aspectos para mejorar. Desde la comunicación de las convocatorias hasta la flexibilización de los requisitos, pasando por una mayor inclusión de carreras menos demandadas por el mercado.
La reciente modificación del plan de cursado en la Facet, que desde 2026 funcionará como programa de prueba con materias de promoción directa y sin finales, también impactará en la disponibilidad de tiempo y en la organización de los alumnos. Se espera que las exigencias académicas crezcan, pero también que haya más apoyo para que los estudiantes puedan compatibilizar cursado y trabajo.