Tecnoadicciones: el espejo roto entre adultos y adolescentes

Tecnoadicciones: el espejo roto entre adultos y adolescentes

Adrián Dall’Asta llega a Tucumán con su último libro, en el que aborda los riesgos del consumo digital. ¿Los adultos están en condiciones de educar si ellos mismos no pueden dejar el celular?

ENCUENTRO. El licenciado se presentará en la Capital el 12 de junio, y en ciudades del interior un día después.

En un mundo dominado por la hiperconexión, la tecnología se volvió omnipresente pero no neutral. Adrián Dall’Asta, licenciado en Ciencias Sociales y Humanidades, insiste en que las pantallas no son simples herramientas: modelan comportamientos, distorsionan emociones y pueden fracturar vínculos si no se las regula con criterio. Por eso este viernes a las 20 dará una conferencia abierta en el campus de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta) sobre las tecnoadicciones, un fenómeno cada vez más presente en jóvenes y adultos.

Durante el encuentro, también presentará su último libro “Adultescentes”, donde reflexiona sobre el rol de los adultos como referentes en tiempos de sobreexposición digital, para explorar cómo se manifiestan estas adicciones, qué consecuencias generan y por qué urge repensar el vínculo con la tecnología desde una mirada crítica y responsable.

- ¿Qué son las tecnoadicciones? ¿Se pueden comparar con otras adicciones más tradicionales?

- Me gusta hablar de “tecnoadicciones” en plural, porque no hablamos de una sola. Este fenómeno forma parte de lo que se denomina adicciones comportamentales, que no implican consumo de sustancias como el alcohol o las drogas, sino un uso excesivo y compulsivo de las tecnologías. Incluye estar siempre en línea, el uso intensivo del celular, la interacción prolongada en redes sociales y el juego abusivo con videojuegos. En muchos casos, todo esto deriva en apuestas en línea o ludopatía digital.

- ¿Pueden estar enmascarando otros problemas?

- Sí, como cualquier adicción, las tecnoadicciones tienen una raíz profunda vinculada a los vínculos, la autoestima y la comunicación. Muchas veces están relacionadas con ansiedad, depresión o aislamiento social. Incluso pueden agravarlos o directamente producirlos. Por ejemplo, el FOMO (Fear of Missing Out), ese miedo a perderse algo, genera ansiedad. La obsesión por mostrar todo en redes, por acumular “me gusta”, da lugar a lo que yo llamo el “complejo de Like me”. Si nadie valida mi publicación, entonces creo que a nadie le importo. Y eso daña la autoestima.

- ¿Hay edades más vulnerables a esta problemática?

- Sí. Aunque es un fenómeno transversal, la franja de mayor riesgo se ubica entre los 16 y los 35 años. Ahí está la “masa crítica”. Pero eso no quiere decir que no haya personas de 50 años haciendo exactamente lo mismo. Las tecnoadicciones no reconocen edad.

-¿Es posible tener un uso saludable de la tecnología?

- La idea de un “uso saludable” me recuerda a cuando se hablaba de un “consumo saludable” del alcohol. Y hoy tenemos los mayores índices de consumo de la historia. Entonces, más que saludable, prefiero hablar de uso moderado, que en los niños debe ser directamente prohibido. Y lo digo con claridad: la tecnología, especialmente el celular, no debe estar en manos de niños menores de entre ocho y nueve años, como mínimo. Los neurólogos coinciden en que el uso de pantallas afecta el lóbulo frontal del cerebro, que es el regulador de emociones e impulsos. Cuando ese “freno” falla, aparecen chicos impulsivos, irritables, incluso violentos. No es una cuestión moral, es neurológica y física.

- ¿Y en la adolescencia?

- A partir de los 12 o 14 años, se debe introducir la moderación y la postergación. Poner límites claros, horarios de uso, y en el caso de los videojuegos, evitar los juegos con apuestas, violencia o propuestas “freemium”, que son la puerta de entrada a la ludopatía digital. Hasta los 16 o 17 años, es fundamental el control y la supervisión adulta. Y en la adultez, mantener un uso moderado. Yo recomiendo tener activado el control semanal del uso del celular: saber cuántas horas pasamos en cada app ya nos dice mucho.

- En la conferencia también presentará su libro Adultescentes. ¿Cómo nació esta obra?

- Nació mucho antes de ser escrita. El libro busca recuperar al adulto como espejo, como figura de referencia para los adolescentes. Lo que veo es que ese espejo está roto. Muchos adultos hoy se comportan como adolescentes, o están emocionalmente ausentes. A eso lo llamo el “adultescentismo”: una mezcla de adulto adolescente y adulto ausente. Y cuando eso sucede, los adolescentes quedan huérfanos de padres vivos.

Convite

“Adultescentes” no es un libro complaciente ni fatalista. Es una invitación a mirarnos como adultos y asumir nuestra responsabilidad en la formación emocional de los más jóvenes.

INQUIETUD. La portada del nuevo libro de Dall’ Asta.

Frente a todo este universo de cambios, inmediatez, y desafíos Dall’Asta llega a la provincia -donde él afirma empezó su camino en el año 2013- con un enfoque claro: prohibición en la infancia, moderación en la adolescencia, y conciencia plena en la adultez.

La salida, sostiene, está en reconstruir el espejo, y volver a ser adultos presentes, coherentes, capaces de poner límites y acompañar.

Es que para el experto, no hay que apuntar con el dedo sino encender una luz que lleve a enseñar a las próximas generaciones a estar conectadas, pero no perdidas.

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