Dos observaciones importantes que han generado expectativas positivas en esta zafra ha dejado un informe de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres. Por un lado, confirma que en 2024 en Tucumán se certificaron más de 60.000 hectáreas de caña recogida sin fuego, cosechada en el marco de la certificación local GAP. Se trata de un sistema de cosecha sustentable que se aplica desde hace una década y que ha ido creciendo en superficie. Por otra parte, se ha señalado que por primera vez la superficie cosechada sin incendios ha superado la de la quema. que en 2024 alcanzó aproximadamente 54.000 hectáreas, lo que representó el 18,3% del área cultivada con caña en la provincia (unas 280.000 hectáreas).
Estas dos observaciones han dado lugar a que se generan buenas perspectivas frente a una cosecha que está mostrando una maduración récord y que se anticipa que va a romper récords en producción. Sin embargo, la tarea recién comienza. El tiempo seco y frío está comenzando -dos características que se explica como factores de la quema- y los hábitos de esta práctica se mantienen en muchos casos inalterables o generadores de daño ambiental sustancial, tal como ha dado cuenta el informe sobre contaminación del aire que ha producido con respecto al año pasado: en noviembre se señaló que los niveles de contaminación del aire en el “Jardín de la República” son veces superiores a lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
La práctica de quema de caña y de vegetación es de antigua data. Ya en los meses de julio, agosto y septiembre es común ver los incendios en la zona que marca el centro de la provincia hacia el sur y las banquinas de las rutas y caminos también quemadas. Hay lugares como Bella Vista, donde las emergencias son frecuentes cada año. Varias normas desaconsejan o prohíben la quema y hasta se han prohibido que ingrese caña quemada a los ingenios pero el control es difícil, si bien hay formas de detectar por rastreo satelital los lugares de quema en el momento en que se están produciendo.
Ya hay conciencia de que os incendios de caña de pie. como la de los rastrojos, acelera la degradación del azúcar en los tallos y, fundamentalmente, la degradación del suelo. Se pierden nutrientes esenciales, se reduce la capacidad de retención del agua y se elimina la protección natural contra las malezas, entre otros beneficios que aporta el rastrojo.
Tres elementos ayudan a tener expectativas de que esto pueda ir disminuyendo. Por un lado, el hecho de que las cosechadoras modernas, con las que se recolecta prácticamente el 98% de la caña en Tucumán no requieren el uso del fuego para limpiar la caña. Más bien están concebidas para trabajar con “caña verde”. Pese a todo, ha habido 54.000 hectáreas quemadas. Conviene tenerlo en cuenta. Por otro lado, el año pasado ha habido presión con multas a infractores. Y en tercer lugar, la certificación GAP implica, a través de la Mesa de Gestión Ambiental, acuerdo entre los sectores -autoridades, productores y especialistas de la Eeaoc- lo cual permite abrigar buenas expectativas.
Convendría que estos esfuerzos que se notan se amplíen a la comunidad. Por ejemplo, es necesario mantener limpias las banquinas de la red caminera, tarea de la que son responsables Vialidad y comunas y municipios. Sería importante que se difunda en las administraciones municipales y comunales la necesidad de medidas profundas de manejo y control sin uso del fuego, y también conviene concientizar a los cañeros para que se acerquen a la cosecha sin fuego. La campaña de concientización sería importante que sea puesta en práctica cuanto antes.








