“Tejiendo melodías” entre madre e hija

Maru de Chazal y Batiah Adler de Chazal compartirán canciones en el Centro Virla.

DE LA CASA AL ESCENARIO. Maru de Chazal y Batiah Adler de Chazal compartirán su pasión por el canto en el Centro Virla. DE LA CASA AL ESCENARIO. Maru de Chazal y Batiah Adler de Chazal compartirán su pasión por el canto en el Centro Virla.

La música las acerca y las une de un modo tan íntimo como su relación filial. Maru de Chazal y Batiah Adler de Chazal, madre e hija, van más allá de lo meramente familiar para construir su espectáculo “Tejiendo melodías”, un show acústico único en un viaje a través de canciones que han marcado su historia y sus vidas juntas.

Fue Batiah la que le propuso a Maru coincidir esta noche a las 20 en el escenario del Centro Cultural Virla (25 de Mayo 265) “con dulces baladas y emotivos clásicos, porque cada nota reflejará la profunda conexión, el amor y la pasión que compartimos”, adelantan a dúo. Estarán secundadas por Santiago Mema en guitarra, Camilo López en bajo, Pablo Narvaja en percusión, Federico Bocanera en saxo y Jesús Canaviri en bandoneón, con textos de Rossana Herrera de Forgas.

La primera voz cantante (en más de un sentido) la tiene Maru, quien define como “maravilloso” poder cantar con su hija. “Es muy emocionante sonar juntas, de igual a igual, como si su corazón latiera en mí. Es una experiencia inigualable que sólo se puede trasmitir cuando nos miramos y nos comunicamos al cantar”, señala.

- ¿Qué le aporta cada una al espectáculo?

- La sonoridad y musicalidad de las particularidades de cada una de las voces. Nos completamos fantásticamente. Yo tengo la voz más grave, y Batiah le suma el color de una voz más aguda y joven. Por otro lado, la experiencia de haber cantado distintos repertorios y a la vez disfrutamos de canciones que nos unen e identifican. Cada una eligió cantar lo que le gusta y armamos un conjunto de temas que pudo amalgamarse e integrarse en un todo.

- ¿Se corrigen entre ustedes?

- En los ensayos sí, las dos somos muy exigentes, pero desde un lugar respetuoso y desde lo que cada una pueda aportar musicalmente. Me llena de satisfacción compartir su crecimiento y potencial musical que surge a borbotones en cada sonido, en cada frase.

- ¿Por qué te dedicaste a la música?

- Habría mucho para decir… Desde pequeña creo que estaba destinada para hacerlo, estudié música desde los cuatro años, pero recién cuando salí del secundario la elegí como profesión. Hoy, ya jubilada, sigue y será siendo parte de mi vida.

Conectadas

“Nuestras voces se conectan y se funden en cada recital -destaca Batiah-. Realmente poder compartir la música, el escenario y la misma pasión con mi madre es algo difícil de describir, así como lo que se genera en el espectáculo mismo. Hay una energía especial en el aire que emociona y da satisfacción; por eso lo teníamos que hacer, nos lo debíamos y no podía pasar más tiempo”.

Comparten escenario pero cada una “mantiene su personalidad, su impronta desde las historias y voces y ese no se qué especial, como un tercer aporte que nace solo de ese dúo”, agrega. En su selección “primó el placer hacer cada canción, ya sea por su narrativa, por su desafío o porque nos conecta con algo personal; son los temas que disfrutamos escuchar, cantarle a la otra, y hacerlo juntas”. “Las dos somos perfeccionistas, obsesivas y meticulosas, comprometidas con hacer un show significativo y de calidad, y nos vamos corrigiendo para potenciar lo que se va creando en cada ensayo; en el escenario no, porque es el lugar de disfrute pleno y de estar presente con lo que mágicamente sucede ahí”, describe.

“Me dedico a la música por herencia maternal elegida; mis amigos me dicen que en el CV tengo que poner ‘canto prenatal con Maru’ y le estaré siempre agradecida. La música me gestó, me eligió para vivirla y yo la elijo a ella cada día de mi vida. El deseo de hacer música siempre estuvo pujando por hacerse escuchar y no me quedó otra que hacerme cargo y escuchar ese deseo”, concluye.

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