
Una búsqueda, muchas veces, silenciosa. Esa es la experiencia que viven miles de jóvenes cada semana cuando se postulan a un trabajo y no reciben ningún tipo de respuesta. En un contexto de desempleo juvenil alto y automatización creciente, conseguir una primera oportunidad laboral se vuelve una carrera de obstáculos.
La falta de experiencia, el uso de filtros automatizados y la desconexión entre las herramientas que usan los jóvenes y las que priorizan las empresas forman parte de un sistema que muchas veces expulsa sin siquiera avisar. En ese camino, la frustración y el desánimo aparecen como efectos secundarios de un problema que todavía no encuentra solución.
El primer empleo en pausa
“Me postulé a cinco trabajos esta semana. No me llamó nadie. Ni un mail. Nada”. La frase no es aislada. Se repite en foros, grupos de WhatsApp, charlas entre compañeros y redes sociales. Detrás de cada intento hay un esfuerzo y una ilusión: entrar al mercado laboral por primera vez. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la respuesta es el silencio. La experiencia de jóvenes que envían decenas de CV y no reciben ni una devolución se convirtió en parte del paisaje.
El dato lo confirma: el 72% de los jóvenes en Argentina considera que la falta de experiencia es el principal impedimento para conseguir un empleo formal, según una encuesta de Junior Achievement Argentina. A esto se suma una tasa de desempleo juvenil del 19,4% —más del doble que la media general— y un nivel de informalidad preocupante: el 45,1% de los jóvenes ocupados trabaja en condiciones informales.
A esto se le agrega otro problema: la desconexión en los canales de búsqueda. Por ejemplo, el 90% de los jóvenes utiliza redes sociales como principal vía para buscar empleo, pero solo el 21% de las empresas las usan con ese fin. Lo mismo ocurre con los referidos (como amigos o familiares), que son elegidos por el 69% de los jóvenes, mientras que solo el 19% de las empresas reclutan por esa vía. Incluso los portales web y las oportunidades universitarias, que son utilizados por más de la mitad de los jóvenes (51%), apenas son tenidos en cuenta por un 13% de los empleadores.
En ese panorama, la automatización se volvió una etapa inevitable del proceso. Cada vez más empresas usan filtros automáticos, palabras clave y plataformas digitales para reducir los miles de CV que reciben por cada publicación. Esa eficiencia, sin embargo, puede tener efectos secundarios.
Mercedes Jerez, especialista en Atracción de Talento en Adecco, lo reconoce: “Sí usamos software y palabras clave para filtrar perfiles, pero más allá de eso, lo que más influye sigue siendo el factor humano. Combinamos herramientas tecnológicas con la experiencia que tenemos en la empresa y con el conocimiento de la cultura del cliente”.
Para jóvenes sin experiencia, que apenas están construyendo su camino, esos filtros pueden convertirse en un muro. “No creo que un currículum perfecto sea excluyente para avanzar, pero sí es la primera impresión. Se evalúan cosas como el orden, la sinceridad, el compromiso. Un CV mal presentado puede pesar negativamente”, advierte Jerez.
Desde Adecco trabajan en talleres gratuitos para armar el primer CV, preparar entrevistas y acompañar a quienes están empezando. “Los hemos hecho en escuelas, en campañas, en nuestras oficinas. Siempre son experiencias enriquecedoras. Buscar trabajo es un trabajo en sí mismo. Hay que prepararse física y emocionalmente porque es difícil y frustrante, pero la oportunidad llega”, explica.
El problema de la falta de respuesta tiene una dimensión humana que a veces se pierde detrás de los sistemas. “Nos encantaría responder uno por uno, pero en las búsquedas masivas es imposible. Recibimos cientos de postulaciones. Hoy, gracias a los portales, al menos se puede automatizar un rechazo y que la persona sepa que no sigue, pero no siempre eso alcanza con la expectativa del candidato”, señala Jerez.
Del otro lado del proceso, también están las consultoras. Las que hacen de puente. Germán Ruiz, director de Operational Talent Solutions en Randstad Argentina, lo resume con claridad: “Hay una tendencia mundial: el desempleo juvenil duplica al desempleo adulto”.
Según él, parte del problema se vincula con los cambios estructurales en la formación: “Perdimos los colegios técnicos, que antes generaban una salida laboral directa. Y la transición del secundario a la universidad es cada vez más complicada”.
Ruiz destaca que hoy los jóvenes tienen nuevas prioridades: “Se toman su tiempo para elegir su primer trabajo. Buscan empresas con las que compartan valores, creencias, cultura”. Esa actitud genera a veces una tensión con las empresas, que no siempre están dispuestas a adaptar sus procesos a esas nuevas expectativas. “Las habilidades más valoradas hoy son la capacidad de aprender y desaprender”, afirma.
La clave, para ambos entrevistados, es el acompañamiento. Tanto Adecco como Randstad coinciden en que el rol de las consultoras es ayudar a acortar la brecha entre lo que busca el joven y lo que necesita la empresa.
“Muchas veces hay una diferencia entre lo que una empresa quiere y lo que el joven está dispuesto a ofrecer —señala Jerez—. Eso se ve en temas como salario o tipo de rol, pero sobre todo en habilidades blandas. Ahí es donde más podemos aportar: acompañar desde el armado del CV, preparar la entrevista, ayudar a entender qué se espera”.
Otra de las tensiones que atraviesa el proceso es el concepto del “candidato ideal”. ¿Las empresas buscan al mejor o están dispuestas a formar a alguien con potencial? Según Jerez, eso varía según la empresa, pero cuando la propuesta económica es más acotada, muchas veces hay mayor disposición a contratar jóvenes sin experiencia y brindarles formación.
A la hora de evaluar un CV, también hay matices. “En puestos operativos no siempre se valora tanto la experiencia previa. Pesa más la disponibilidad horaria, la cercanía, la actitud. En puestos jerárquicos sí se mira el recorrido profesional, pero en muchos otros lo blando es clave”, describe.
Por eso también es importante que los jóvenes sepan cómo destacar sus experiencias personales, incluso si no son laborales. “Deportes, voluntariados, actividades culturales. Todo eso habla de la empatía, el compromiso, la responsabilidad. No tener experiencia no significa no tener nada para contar”, sostiene Jerez.
La falta de respuesta, en definitiva, no es solo un problema de tiempo o sistema. También es un problema de expectativas. De un lado, un joven que pone ilusión y espera una devolución. Del otro, una empresa que recibe cientos de perfiles y no siempre tiene los recursos para responder. El desafío está en acercar esos mundos.
Ruiz insiste en un punto clave: la transparencia. “No mentir en el CV. Decir que sabés hacer algo sin saberlo es perjudicial. Genera una mala imagen. La entrevista personal es importante y ahí se nota la actitud”.
En un escenario con alta informalidad, cambios culturales y automatización, conseguir el primer empleo formal puede parecer una meta lejana. Pero no es imposible. La preparación, la honestidad y el acompañamiento siguen siendo las mejores herramientas para acortar distancias.
Y para que, alguna vez, los CV empiecen a tener respuesta.