¿Por qué cada vez más parejas incorporan juguetes sexuales?

Durante la pandemia las ventas en Argentina experimentaron un aumento de casi 200%.

DE A DOS. A partir de la pandemia las ventas de juguetes sexuales para usar en pareja aumentaron. DE A DOS. A partir de la pandemia las ventas de juguetes sexuales para usar en pareja aumentaron.

Durante años, los juguetes sexuales fueron objetos relegados al cajón de lo prohibido. Ocultos tras vidrieras oscuras o camuflados entre ropa o libros, eran símbolo de algo privado, casi vergonzante. Pero esa narrativa se reescribe poco a poco; año a año. No hablamos de los que se usan “individualmente”. Hablamos de que cada vez más parejas se animan a incluirlos en su vida sexual no solo como una vía para sumar placer, sino como una excusa para hablar, conocerse mejor y, sobre todo, conectar desde otro lugar.

“Los juguetes han pasado de ser un tema tabú a ser considerados herramientas válidas para mejorar la vida sexual en pareja”, explica la sexóloga Julieta Gilabert. La especialista sostiene que este fenómeno no se explica solo desde el goce físico, sino desde una transformación cultural más profunda: la sexualidad ya no es un secreto a puertas cerradas, sino un campo de exploración legítimo que se habla en redes sociales, medios de comunicación, tiendas especializadas y consultorios.

Fue en el mundo online donde Sofía S. los vio por primera vez y se le ocurrió proponerle a su novio animarse a probar alguno. “Recuerdo que la primera reacción de Nicolás fue la preocupación. Me preguntó si no me sentía satisfecha”, admite la estudiante universitaria.

No obstante tras una charla de casi una hora, ella logró que su novio comprendiera que sólo buscaba romper la monotonía de una relación de cinco años. “Y fue toda una ganancia. Ahora ambos los recomendamos en nuestros grupo de amigos”, cuenta risueña. ¿Se convenció más gente? Hay estudios que indican que sí.

ESTÉTICOS. La sexóloga Gilabert afirmó que además del goce físico, el uso de estos juguetes también demuestran un cambio cultura. LA GACETA/ Fotos de Analía Jaramillo ESTÉTICOS. La sexóloga Gilabert afirmó que además del goce físico, el uso de estos juguetes también demuestran un cambio cultura. LA GACETA/ Fotos de Analía Jaramillo

Estudios revelaron que durante la pandemia, las ventas de juguetes sexuales en Argentina experimentaron un notable aumento (entre un 100 y un 200%), y después de ella los números no dejaron de crecer. Así, datos recolectados de la tienda Buttman, el 60% de los compradores de juguetes sexuales en Argentina son mujeres, el 30% son parejas y el 10% son hombres solos.

La franja etaria de entre 25 y 55 años mostró mayor conocimiento e interés en el tema, siendo los jóvenes de entre 25 a 45 años los que buscan más estimulación sexual y ganas de experimentar con sus parejas.

Una revolución poderosa

Desde vibradores pequeños y elegantes hasta dispositivos de estimulación mutua, los productos eróticos han ganado un lugar en la vida diaria. Cada vez más parejas se animan a elegir juntos sus juguetes, a comentarlos con naturalidad y a perderle el miedo al prejuicio. Los cambios se notan: tiendas luminosas con estética de diseño, catálogos accesibles online y miles de tutoriales y reseñas en TikTok o Instagram que normalizan su uso.

“Antes estaban asociados a lo grotesco, a lo oscuro. Hoy son lindos, delicados, estéticos. Eso también influye en cómo se los percibe. Ya no se trata solo de romper con el tabú, sino de cómo culturalmente se los resignificó”, señala Gilabert.

El motivo principal de su crecimiento es el deseo de potenciar el placer. Pero parece haber algo más profundo. Según la sexóloga, incorporar juguetes también puede ser una vía para romper con la rutina, descontracturar el ambiente íntimo, animarse a nuevas sensaciones y, quizás lo más importante, generar un diálogo abierto sobre sexualidad, deseos y límites.

“Los beneficios son muchísimos. Mejora la comunicación, se exploran nuevas zonas, se rompe la monotonía. En muchos casos, las parejas se sienten nuevamente atraídas y conectadas. Se vuelven a mirar, a tocar, a jugar”, dice Gilabert.

Este cambio también tiene impacto emocional: fortalece el vínculo y baja el nivel de estrés, detalla la especialista. Como si el placer compartido fuera también una herramienta de cuidado de la relación.

Miedos y prejuicios

Pero no todo es fluidez. La propuesta de incorporar un juguete aún puede despertar inseguridades, sobre todo cuando se malinterpreta como un reemplazo y no como un complemento. “Muchas personas, especialmente los varones, sienten que si aparece un juguete es porque no son suficientes. Eso genera miedo, vergüenza, resistencia. Por eso es clave cómo se plantea el tema”, observa la sexóloga.

ANIMARSE. En la actualidad los juguetes cambiaron sus formas, y hay para todos los gustos. LA GACETA/ Fotos de Analía Jaramillo. ANIMARSE. En la actualidad los juguetes cambiaron sus formas, y hay para todos los gustos. LA GACETA/ Fotos de Analía Jaramillo.

El secreto está en la conversación, y en el enfoque: “Si se plantea desde la queja o el vacío: ‘me falta algo’, ‘ya no me alcanza’, se puede herir al otro. Pero si se lo propone desde lo positivo, desde lo que ya disfrutan juntos, es mucho más probable que haya apertura”, recomienda.

Además, cada pareja es única. Para algunas será cuestión de animarse a comprar juntos en una tienda o elegir un producto online. Para otras, el camino será más gradual: empezar con conversaciones sobre fantasías, incorporar juegos de preguntas, generar confianza. En todos los casos, lo importante es que el deseo compartido esté por encima del mandato o la presión.

Redescubrimiento

“Después de un tiempo de rutina, los juguetes vienen a romper esa previsibilidad. Habilitan a sentir más, a experimentar. Y muchas veces eso permite reconectar como al principio”, dice Gilabert. Desde un masaje previo hasta una experiencia más intensa, el uso puede ser individual o en pareja, planificado o espontáneo.

Y aunque el fenómeno tiene más fuerza entre jóvenes adultos, las generaciones mayores también empiezan, de a poco, a abrirse a este universo. “Cuesta más, por estructuras más rígidas, pero el cambio cultural va llegando. Lo importante es no imponer, sino invitar al descubrimiento”, concluye la sexóloga.

En definitiva, los juguetes sexuales se convirtieron en herramientas para acercarse más. Para volver a hablar, jugar, desear. Y para recordar que, muchas veces, el placer no está en el objeto, sino en todo lo que se construye alrededor de él.

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