LAS TRAMPAS DE LINKEDIN. Así funcionan los grupos secretos o ''pods'' para conseguir likes. / PEXELS
¿Alguna vez subiste un posteo a LinkedIn y no recibiste ni una reacción? ¿Sentiste que nadie leyó lo que escribiste, mientras otras publicaciones con menos contenido conseguían cientos de "me gusta"? La frustración es común. Y también lo es la sospecha. ¿Hay algo detrás de las publicaciones virales que no estamos viendo?
La respuesta está en una práctica silenciosa, pero extendida: los grupos de interacción, conocidos como pods. Son comunidades cerradas donde sus integrantes se comprometen a interactuar entre sí. Algunos lo hacen manualmente, otros automatizan el proceso. Pero el objetivo es siempre el mismo: engañar al algoritmo para que muestre las publicaciones a más personas.
Aunque LinkedIn prohíbe estas prácticas, lo cierto es que muchos de los usuarios más influyentes las utilizan. A veces, de manera discreta. A veces, abiertamente. En todos los casos, la lógica es simple: más interacción inicial significa más visibilidad y, eventualmente, mejores resultados y negocios.
Cómo funcionan los pods
Todo empieza de forma aparentemente inocente: escribís algo, se lo mandás a un amigo para que lo vea. Te da "me gusta", te deja un comentario, y el posteo empieza a ganar tracción. Los grupos de interacción multiplican este comportamiento natural. Veinte, cincuenta o hasta cien personas se organizan en grupos de WhatsApp o Telegram. Cada vez que alguien publica, comparte el enlace. Los demás reaccionan de inmediato.
En algunos casos, incluso se usa software especializado que automatiza la reacción: cada vez que un miembro publica, su posteo recibe automáticamente likes y comentarios de todos los demás. Así, el algoritmo de LinkedIn interpreta que ese contenido es relevante y lo muestra a más personas.
¿Todos están en un grupo?
La mayoría de las personas con muchos seguidores en LinkedIn participa en estos sistemas, aunque no lo admitan. Si observás con atención una publicación viral, vas a ver que siempre hay nombres que reaccionan primero. Se repiten. Son parte del mismo circuito.
Buscar “grupos de interacción de LinkedIn” en Twitter o Reddit abre una caja de Pandora: miles de usuarios que quieren entrar, intercambian invitaciones y comparten estrategias. Incluso quienes critican los pods públicamente, suelen participar en alguno. El sistema, al final, premia la visibilidad, no la autenticidad.
¿Vale la pena?
Sumarte a un grupo puede darte un empujón inicial. Más visibilidad, más seguidores, más oportunidades. Pero también puede dejarte atrapado en un ciclo de dependencia. La validación constante reemplaza al contenido de valor y terminás midiendo tu éxito por los “me gusta”, no por el impacto real.
En última instancia, el crecimiento sostenido en LinkedIn no viene de atajos. Viene de entender a tu audiencia, aportar valor real y generar conversaciones genuinas. Los pods pueden ayudarte a arrancar, pero el verdadero diferencial sigue siendo el contenido que creás y el vínculo que construís con quienes te siguen.







