BECA INTERNACIONAL. Jorge junto a sus compañeros del equipo universitario en California. / GENTILEZA DE JORGE ROSPIDE
Muchos se sorprenden cuando Jorge Rospide dice que nunca jugó en un club. El joven tucumano tampoco pasó por una escuelita de fútbol tradicional. Sus primeros pasos fueron en torneos informales, de esos que se arman los fines de semana en canchas de barrio o de alquiler. Pero eso no fue un impedimento para que, desde el último año de secundaria, empezara a soñar con estudiar y vivir en otro país. El fútbol fue su abrepuertas.
Hoy, a los 20 años, Jorge vive en California. Estudia administración de empresas y programación en una universidad estadounidense, y forma parte de su equipo de fútbol. Obtuvo una beca deportiva que le cambió la vida. Su historia demuestra que desde Tucumán también se puede armar un futuro internacional con una práctica futbolística talentosa.
Un sueño que no empezó en un club
“Yo no vengo de una escuelita. Nunca jugué en un club, sólo en torneos los fines de semana”, dice Jorge en un diálogo con LA GACETA. A diferencia de tantos chicos que entrenan desde pequeños en ligas infantiles, él vivió el fútbol desde un lugar más espontáneo, más social. Y sin embargo, su vínculo con la pelota fue lo suficientemente fuerte como para convertirse en una herramienta poderosa.
Mientras muchos de sus compañeros pensaban en rendir el ingreso a la universidad o elegir una carrera, Jorge tenía otro plan. “No quería estudiar acá, quería hacer mi vida allá y conocer otra cultura”, cuenta. Fue entonces cuando empezó a investigar, a buscar opciones, a enviar videos de sus partidos y a rendir exámenes internacionales. En todo ese proceso contó con el apoyo de su familia y de una empresa que lo ayudó con los trámites.
La oportunidad que cruzó fronteras
Después de mucho insistir, un entrenador de la Universidad de North California lo contactó. “Cuando me dijeron que tenía la beca, no lo podía creer. Estaba muy contento, pero también nervioso porque me iba solo a un país nuevo”, recuerda. Para estar preparado, estudió inglés intensamente durante el año previo al viaje.
UNVERSIDAD. La cancha donde sueña con jugar a nivel profesional. / GENTILEZA DE JORGE ROSPIDE
El idioma fue uno de los primeros desafíos, pero no el único. Conseguir la visa resultó complicado: Jorge superó la barrera con la asistencia de una agencia especializada que lo ayudó a gestionar la documentación. “Fue estresante, pero valió la pena”, asegura. Y así se marchó de Tucumán sabiendo que todo lo que venía era nuevo: cultura, idioma, costumbres, comida, rutinas... También sabía que estaba ante una oportunidad que podía cambiarle la vida.
Así es vivir y estudiar en una universidad de EE.UU.
Hoy Jorge vive en el campus universitario, en un departamento compartido. “Es como en las películas. Los pasillos, los dormitorios, el ambiente universitario. Todo es muy distinto a Tucumán”, describe.
Su día arranca temprano. Va a clases desde las 7 de la mañana hasta la 1 de la tarde. Luego almuerza, asiste al gimnasio y entrena con su equipo. “Los entrenamientos son duros. El fútbol acá es más físico, más táctico. No es como en Argentina, donde todo es más pasional”, explica. Sin embargo, la competencia es intensa y el nivel deportivo, alto.
BECA INTERNACIONAL. Jorge junto a sus compañeros del equipo universitario en California. / GENTILEZA DE JORGE ROSPIDE
En su equipo hay jugadores de todo el mundo: Venezuela, Uruguay, Inglaterra, Holanda y la Argentina. “Eso ayuda mucho a adaptarte. Estamos todos en la misma, lejos de casa, con las mismas ganas de crecer”, dice Jorge. Los fines de semana tienen más libertad, y suelen organizar salidas o juntadas entre compañeros.
Dos carreras, muchos desafíos y un gran aprendizaje
Además del fútbol, Jorge se enfoca en su formación académica. Está cursando administración de empresas y programación, dos áreas que le interesan por su proyección a futuro. Las materias combinan contenidos generales con un enfoque internacional.
“Me gusta mucho el modelo de estudio. No es sólo teoría, también te enseñan a resolver cosas reales, a trabajar en equipo, a pensar en proyectos”, cuenta. Aunque admite que al principio todo fue difícil –entender a los profesores, hacer trabajos en otro idioma y adaptarse a otra forma de cursar–, hoy siente que está en el camino correcto.
“Mi sueño era estudiar en los Estados Unidos y lo logré gracias al fútbol”, afirma.
Inspirar a otros desde el Norte
En un contexto en el que emigrar muchas veces se asocia a la falta de oportunidades locales, Jorge ofrece otra mirada: no se fue huyendo, se fue buscando.
Su caso refleja una tendencia creciente entre jóvenes argentinos que acceden a becas deportivas o académicas en el exterior. Lo que antes parecía lejano o inalcanzable, hoy es más fácil que nunca gracias al acceso a la información y a las plataformas que conectan talentos con universidades del mundo.
“No hace falta haber sido jugador profesional ni disponer de un currículum increíble. Lo importante es tener disciplina, motivación y animarse a hacer el proceso”, asegura Jorge.
De Tucumán al exterior sin atajos
Historias como la de Jorge demuestran que salir de Tucumán para estudiar en el exterior no es una fantasía. Es difícil, sí. Hay trámites, gastos, obstáculos y dudas. Pero también logros que sólo se alcanzan atravesando fronteras físicas y simbólicas.
“No tengo planes a largo plazo. Por ahora quiero terminar la universidad, seguir creciendo y ver qué oportunidades aparecen”, dice. Y aunque no sabe si volverá a radicarse en la Argentina, tiene claro que esta experiencia académica, deportiva y vital es para siempre.
Desde una cancha de barrio hasta un campus universitario en California, Jorge Rospide construyó un camino propio. Y eso, quizás, es lo más inspirador de todo: si se lo busca con mucho esfuerzo, hay un destino soñado para cada quien.






