HASTA CUÁNDO IR AL PEDIATRA. Se aconseja ir hasta los 14 y luego buscar un médico clínico o de familia.
El adolescente de 17 años iba rebotando de médico en médico sin un diagnóstico certero. La mamá decidió acudir a quien lo había atendido en su infancia: el pediatra. Después de examinarlo, le dijo lo que tenía una infección bacteriana y que necesitaba antibiótico endovenoso. Entonces, había que empezar a buscar dónde internarlo para ese procedimiento. Y surgió la duda: ¿los hospitales o clínicas infantiles iban a recibirlo con esa edad? ¿O mejor buscar un sitio para adultos?
Para muchos profesionales no es fácil la respuesta. De hecho, en los últimos días, según trascendió, en algunas guardias pediátricas hubo médicos que plantearon no recibir chicos mayores de 16 años. Fuera de las emergencias, es una situación que también genera duda entre los padres: a quién llevar a sus hijos cuando se enferman y tienen entre 15 hasta 19 años e incluso 20. Es una franja etaria que, además, se resiste a ir al médico. De hecho, son los que menos piden ayuda en el sistema de salud.
El doctor Lorenzo Marcos, uno de los protagonistas de la historia que contamos arriba, explica que muchas veces recibe en su consultorio pacientes de hasta más de 20 años. Y a pesar de que muchos profesionales insistan en la necesidad de poner límites, en un caso de urgencia quedan entre la espada y la pared: “¿qué pasa si uno se niega y en el camino a otro hospital o sanatorio se muere? Un juez podría llegar a decirte que es abandono de persona”.
Marcos reconoce que sí hay diferencias entre atender un niño y un adolescente, especialmente en el contexto actual que se ha extendido bastante la adolescencia. Algunos expertos advierten que abarca desde los 10 hasta los 24 años.
“En el caso de las urgencias pediátricas, por ejemplo, somos mucho más exigentes con algunas cuestiones, como el uso del agua, del sodio o del potasio. Sin embargo, no creo que haya patologías de un adolescente que no pueda atender un pediatra. Además, a veces vemos chicos de 12 o 13 años que ya tienen el tamaño y el peso de un adulto”, explica el médico, quien dijo que paradójicamente los pediatras atienden cada vez menos bebés porque están bajando las tasas de natalidad.
Según Marcos, debería haber más claridad en cuanto a dónde derivar a un adolescente o joven que necesita atención urgente. “A veces uno no sabe bien qué hacer y tampoco los padres”, apuntó.
Deserción en controles
Una de las grandes preocupaciones dentro del ámbito de la salud es la deserción que existe de los controles médicos en los adolescentes. Si bien un pediatra puede atender hasta los 18 años, todo depende de la necesidad y de la patología que tenga el paciente, según aclara la doctora Julieta Vilar, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), filial Tucumán.
La médica reconoce que después de los 14 se van alejando de la consulta. Entre las razones, está el pudor de los propios adolescentes, que deben encontrarse con el médico que los atendió desde pequeños, pero con un cuerpo más cercano al de un adulto. Esa incomodidad suele ser mayor en el caso de las niñas cuando el pediatra es varón o viceversa.
Por otro lado, según Vilar, después de los cambios introducidos en el Código Civil, que ahora permite que el niño consulte en privado a partir de los 13 años y decidir sobre su salud y tratamientos, eso también les dio más libertad a los chicos y jóvenes para poder consultar.
Invencibles
La población adolescente es la que menos utiliza los servicios de salud porque se sienten invencibles y desconocen la importancia de conocer su evolución normal y también de identificar y prevenir patologías. Esto se describe en la presentación del Programa Provincial de Salud Integral del Adolescente, que dirige la doctora Florencia Avellaneda.
Precisamente desde Salud han decidido abrir consultorios específicos para los adolescentes con especialistas en el tema, aunque todavía cuesta atrapar el interés de los chicos.
“El objetivo fundamental del programa es aumentar la llegada de este grupo etario a los servicios de salud. Es un grupo medio reacio a consultar. Es muy difícil que puedan acercarse porque a veces afrontan vergüenza o porque no saben cómo dirigirse o a quién dirigirse. Entonces, eso dificulta mucho la accesibilidad”, describe la profesional.
Según explica Avellaneda, dentro de la pediatría hay una subespecialidad que se llama hebiatría, la cual se ocupa de la vida de los adolescentes, que ha quedado en el medio entre el pediatra y el médico clínico o de familia. Esto sería lo ideal y, sin embargo, casi no hay profesionales con esta especialidad.
“Hemos lanzado un programa desde el inicio de este año que es de asesoría para adolescencia. ¿Qué significa? Que en cada CAPS habrá un asesor que va a recibir al adolescente sin necesidad de que sea médico; puede ser un psicólogo también. La idea es que pueda orientarlo y darle turnos protegidos de lo que necesite. Lo que pasa es que muchas veces faltan espacios de escucha y que los dirijan para que puedan resolver sus necesidades”, detalla Avellaneda, y agrega que en la actualidad más que nada los jóvenes consultan por odontología y en el caso de las chicas, por ginecología, buscando un noviazgo seguro.
Muertes prevenibles
Los adolescentes representan el 16,5% de la población tucumana (unos 284.000, de acuerdo con los datos del último Censo 2022). Históricamente, esta etapa de la vida se ha considerado la más saludable. Sin embargo, esta realidad está cambiando. Hoy las muertes en adolescentes superan a las de niños y esto marca un quiebre en una tendencia que se había mantenido durante décadas, en la que la infancia concentraba la mayor parte de los fallecimientos prematuros.
En Tucumán, por ejemplo, según datos de 2022 de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), cada dos días y medio, muere un joven de entre 10 y 19 años. En total fueron 137 decesos. Y en casi el 60% de los casos se presenta la violencia. La tasa de mortalidad adolescente viene aumentado cada vez más. Y se trata de hechos que se podrían haber evitado, dicen los expertos. En medicina le llaman “causas externas”. Se trata de accidentes de tránsito, crímenes y suicidios. En muchos de estos sucesos, aparecen de por medio las adicciones o el abuso de sustancias.
La mayor cantidad de muertes violentas ocurre entre los 15 y los 19 años. Y la gran mayoría de los fallecidos son varones. “Ya son muy pocos los adolescentes que fallecen por una causa infecciosa, por ejemplo. Hoy las causas externas se están llevando la mayoría de las vidas a esta edad”, apunta Avellaneda.
Preocupaciones
La doctora reconoce que ante la realidad de los jóvenes el sistema de salud a veces se ve desbordado. “Lo que más nos está preocupando son en los accidentes de tránsito en esta franja etaria. Por eso, salimos a dar capacitación en las escuelas. También nos inquietan los riesgos en internet, el bullying cibernético. Son cuestiones que a veces exceden a salud, pero que están directamente relacionados con cuestiones de la salud mental de los adolescentes”, explica.
“Por otro lado, no dejamos de estar alerta en temas como el embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual; estamos trabajando cotidianamente y reforzando la atención en estos aspectos”, resalta. Otros temas que alarman, según describió, son las autolesiones y los suicidios. Y en ese sentido, señala que ha aumentado la consulta de salud mental en forma notoria en esta franja etaria.
En cuestiones de emergencias, aclaró que los adolescentes hasta los 14 años pueden ser atendidos dentro del hospital de Niños, y desde los 15 en adelante en los otros hospitales de adultos en los distintos centros asistenciales que tiene la provincia. Por adicciones, por autolesiones o intentos de suicidios, se puede llamar pidiendo ayuda a la línea 135 (funciona en el espacio del 107 de emergencias de la provincia y es para asistencia psicológica).
Que hoy la mayoría de las muertes de adolescentes estén atravesadas por la violencia debería llamarnos la atención, sostienen los expertos. Porque con cada lesión, con cada acto de violencia, nos están dando señales de que necesitan ayuda. Aún cuando no sepan adónde ir. O no quieran ir.
Al pediatra con 24 años: casos extremos de jóvenes que buscan al médico que los conoce desde que eran bebés
Aunque los pediatras pueden atender hasta el fin de la adolescencia (según la OMS es desde los 10 hasta los 19 años), los pacientes suelen abandonar a su médico antes. Una recomendación común es buscar un médico clínico o de familia para que los vea después de los 14 años. Los chicos van modificando sus estructuras y su desarrollo, y es conveniente que no pierdan los controles para cada edad.
En el contexto actual, donde la maduración emocional y social tiende a retrasarse, hay quienes consideran que la adolescencia puede durar hasta los 24 años. Y de hecho, hay padres que a esa edad todavía llevan a sus hijos al pediatra. O ellos van solos en busca del médico que los conoce desde que eran bebés, cuenta el doctor Lorenzo Marcos.










