Gas amoníaco en el aire en Lules: “Esto no puede volver a pasar”

Tres mujeres relataron las secuelas que sufrieron por la pérdida de amoníaco en Lules que afectó a decenas de vecinos. Miedo y desamparo ante lo sucedido.

ALERTA. Personal de sanidad recorre la zona afectada con barbijos y equipo de protección, mientras advierte a los vecinos sobre los riesgos. ALERTA. Personal de sanidad recorre la zona afectada con barbijos y equipo de protección, mientras advierte a los vecinos sobre los riesgos. La Gaceta / foto de Analía Jaramillo

Varios de los vecinos de Lules siguen, de alguna manera, atravesando el mal momento que empezó el fin de semana pasado debido a una intensa fuga de gas amoníaco proveniente de la empresa Pacta SRL

Ana Margarita Argente fue una de las afectadas. Tiene 68 años y vive a una cuadra del galpón de la empresa, en la calle Zoilo Domínguez. “Ahora ya no está saliendo amoníaco, pero es intenso el dolor de cabeza a los costados, la garganta, la nariz,. E un padecimiento esto, vamos a estar así dos o tres días más”, contó.

En su zona hay unas 60 familias que fueron afectadas. “Nos dijeron que usemos barbijo y tengamos un paño húmedo para taparnos la nariz y la boca. Esa es la única forma de salir del momento cuando la nube blanca te invade”. Argente recuerda que hubo dos escapes: uno a las 14.50 y otro a la noche, que alcanzó incluso la plaza central donde se realizaba la fiesta patronal. “Vomitamos todos, teníamos los ojos enrojecidos. No dormimos, nos acostamos a las cinco de la mañana, a las 2.20 todavía había olor a amoníaco. Caminamos hasta un descampado porque no podíamos entrar a casa”, relató. Y aportó otro dato llamativo: “Las plantas quedaron secas, arrugadas. Si el gas eso le hace a una planta, lo que provoca en nosotros es terrible”.

“Esto pasa todos los años. Siempre es en abril o mayo, cuando hacen mantenimiento”, advirtió.

Evacuar en minutos

La fuga provocó la evacuación de familias enteras y generó alarma en la comunidad. La empresa se ocupa de almacenar y administrar frutillas para exportación. Se congela la frutilla y usan amoníaco durante ese proceso.

María Laura Yamiceli vive a menos de 50 metros del portón del packing. “En el pasaje Ushuaia hay dos casas. En una de ellas vivo con mi marido y mis hijos de ocho y cuatro años. Mi cuñada vive al lado, con sus tres hijos. Cuando me avisaron de la fuga no estaba en casa así que volví desesperada y en lo que yo iba llegando no me dejaban pasar los mismos vecinos, me advertían de la fuga. Hay una calle paralela a la del packing de Vallejo, Eliseo Canton. En ella los vecinos me pararon a mitad de camino, ahí me bajé y vi desde la esquina venir corriendo a mis hijos con mis sobrinos y mi cuñada, desesperados con toallas mojadas en la cara”, contó. Según relató, no hubo respuesta inmediata de la empresa: “La hija del dueño fue muy despectiva. Nadie dio la cara. Desde la mañana ya había olor y cada vez que llueve, largan amoníaco para limpiar las cañerías. Esta fue la peor fuga”.

También resaltó el rol de la funcionaria Mariela González, de saneamiento ambiental: “Fue la primera que nos asistió. La clausura fue por 30 días. Mis hijos tuvieron miedo. Otros vecinos no pudieron salir, los evacuaron por las tapias”. En medio del caos, los síntomas se multiplicaron. “Estuve con los ojos hinchados. Es algo que no se puede respirar, ni con toalla. Una vecina tiene una huerta y la arruinó. Las casas quedaron contaminadas”, denunció.

“Superó las anteriores”

El escape, que ocurrió en dos momentos distintos -a la siesta y luego a la noche, durante los festejos patronales de San Isidro-, afectó a un radio de hasta 10 cuadras. Bomberos, personal del hospital local, Defensa Civil y el municipio trabajaron durante horas para asistir a los damnificados.

Ornella Cipriano vive hace nueve años frente a la portería del lugar. Es licenciada en Nutrición y trabaja en el hospital de Lules.

“En otras fugas se había derramado y luego se cortaba. Esta vez no paraba. El humo blanco chocaba con las paredes. Te quema los ojos y la garganta”, explicó.

El domingo, Cipriano contó que estaba en una reunión familiar y fue alertada por su marido. “No pude pasar. Por suerte personal de sanidad del municipio, los voluntarios de salud y las ambulancias vinieron rápido. Empezamos a evacuar. Después volvimos a buscar cosas, pero a las 23 nos dijeron que otra vez nos fuéramos. Esto queda en el ambiente hasta cinco días después”, dijo.

Según Cipriano, hubo reuniones anteriores con el dueño tras otras fugas. “Con los vecinos hicimos la denuncia y rápidamente actuaron la policía y el Ministerio Público Fiscal (MPF). Los empleados corren con las mismas consecuencias y riesgos que nosotros. Ahora necesitamos acciones concretas y que los organismos competentes actúen. Porque son residuos nocivos y tóxicos. No es la salud de una sola persona; corrió peligro la salud de mucha gente”.

Contención: respuesta rápida y coordinada

La directora del hospital Dr. Eliseo Cantón de Lules, María Cecilia Pira, aseguró que el equipo médico actuó de inmediato luego de la fuga de amoníaco. “Nos reforzamos en la guardia junto a agentes sanitarios, enfermeros y médicos del 107”, detalló. “Durante toda la jornada atendimos a 79 pacientes. Internados tuvimos a dos: un señor de 62 años que tenía antecedentes de hipertensión y que hizo una crisis hipertensiva y una señora de 60 años con antecedentes de asma bronquial, que tuvo una agudización. Ambos fueron dados de alta al día siguiente”, explicó.  Del total, 62 fueron adultos y el resto niños, que oscilaban entre los 3 y los 11 años. Desde el domingo el hospital realiza un seguimiento casa por casa en articulación con el Ministerio de Salud. la Dirección de Epidemiología y Salud Ambiental. “Hasta ahora visitamos 33 familias y no hubo sintomas nuevos. Seguiremos alertando sobre qué hacer ante cualquier señal de malestar”, afirmó.

Prevención: reforzar controles

“Fue un accidente industrial que, según entiendo, ya se controló. Generó miedo, incomodidad y molestias en los vecinos, pero no estamos frente a una catástrofe ambiental ni a una enfermedad nueva o una contaminación masiva del agua”, expresó el legislador Gabriel Yedlin quien además es médico otorrinolaringólogo. Aseguró que no cree necesarias nuevas leyes, sino que deben aplicarse las que ya existen en materia ambiental y laboral. “Cada industria tiene que ser garante de sus procesos de seguridad y de la no contaminación del entorno”, afirmó. Yedlin subrayó que este caso debe servir como alerta para reforzar la prevención en todo tipo de industrias. “La salud no es sólo la ausencia de enfermedad, es también el ambiente en el que vivimos, la alimentación, la actividad física, el descanso”. Finalmente, recomendó que ante situaciones como esta se actúe con responsabilidad, sin pánico, y que los vecinos consulten al sistema de salud si presentan síntomas.

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