Por Carlos Werner
18 Mayo 2025
Largó 16°, terminó 16°. Si fuera fútbol, se hablaría de un empate. Pero como se trata de F-1, un deporte en el que el concepto de igualdad no existe (como en todo el automovilismo), habría que plantearse si ganó o si perdió. Siendo así, se puede decir que lo de Franco Colapinto en su regreso a la “máxima” en Imola, ahora con un Alpine, fue ganancia. Sin un resultado como el que se propuso, pero ganancia al fin.
Y fue ganancia porque pudo sumar kilómetros y experiencia con un coche que no conocía demasiado hasta hace algunos días y en una pista angosta, veloz y traicionera. Porque pudo recuperar el optimismo con una carrera prolija y a buen ritmo, dejando atrás su fuera de pista con choque frontal incluido durante la Qualy 1 del sábado (su quinta “piña” por error propio en ahora 10 carreras), lo que le restó chances de un mejor resultado. Porque a cada vuelta que daba se iba sintiendo más cómodo con el auto y aspiraba a acercarse a su compañero de equipo, el francés Pierre Gasly. Y porque tomó cosas de lo vivido en el GP de Emilia Romaña para ya pensar concentrado en lo que viene, la carrera en el siempre complicado trazado urbano de Mónaco, en apenas una semana. “Hay que tener confianza, tomárselo con calma y de a poco. En las próximas carreras voy a estar un poquito mejor”, prometió.
Es cierto que la aparición del auto de seguridad virtual, a poco de haber cambiado gomas, perjudicó al bonaerense. Antes había estado girando a pleno con las medias, siendo uno de los que más aguantó con este compuesto (22 giros). Pero un par de vueltas después, y ya con duras, la carrera se neutralizó y eso le complicó los planes. Una pena porque estaba para avanzar en el clasificador. En medio del desarrollo de la pareja competencia, Franco entendió cuál era la estrategia de Alpine: le cedió el paso a Gasly para permitir que el francés avance en lo posible hasta la zona de puntos (terminó 12°). Pero la carrera se puso un poco en contra de este plan por otro auto de seguridad. Y no hubo caso, la mejora en las posiciones no se dio. Así, Alpine agregó a su lista una nueva prueba sin sumar unidades.
En este último punto un detalle nada menor: el equipo francés no logra salir de la mediocridad que muestra desde comienzos de temporada. Aunque tuvo algún avance, sus autos no parecen estar para pelear de mínima por los puntos. Se notan fallas en la configuración, en cómo administran los neumáticos, en las estrategias...
“Fue un resultado que no esperábamos, pero estoy contento con lo que hicimos. La carrera estuvo un poco en nuestra contra”, admitió Colapinto, para acentuar todo lo que había pasado.
Importante: nadie puede olvidar que fue apenas la primera carrera del bonaerense con el modelo A525. Que le falta adaptación, ganar en confianza en su manejo, entenderlo, mimetizarse con él. También que debe minimizar sus excesos, por ejemplo, asumir riesgos en una clasificación saltando sobre los pianitos, detrás de la idea de buscar los límites.
Hay algo más: la presión, interna y externa, a la que se ven sometidos los pilotos de la actual generación, se siente. Esto se puede resumir en un dato: las diferencias entre los bólidos son tan escasas que en tres décimas pueden encerrarse hasta ocho de ellos. Brutal para cualquiera.
Verstappen fue imparable
La carrera en Imola entregó emociones a cuentagotas y fue dominada por completo por el neerlandés Max Verstappen con su Red Bull; logró su triunfo N°65 en la F-1. Apenas se largó la competencia, sorprendió al australiano Oscar Piastri (McLaren) y ya no abandonó la vanguardia hasta el final, ni siquiera cuando ingresó a los pits a cambiar neumáticos. Ni siquiera la salida del auto de seguridad debido al abandono del italiano Kimi Antonelli le hizo perder ventajas. Completaron el podio Lando Norris y Piastri, ambos con McLaren, equipo que aumentó su dominio en el campeonato de Constructores. Entre los pilotos, dominan Piastri (146), Norris (133) y Verstappen (124). Próxima fecha: GP de Mónaco, 24 y 25 de mayo.
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