San Martín-Racing de Córdoba, una enemistad que no pasó desapercibida en La Ciudadela

San Martín-Racing de Córdoba, una enemistad que no pasó desapercibida en La Ciudadela

Desde peleas por la permanencia hasta finales por el ascenso, la rivalidad entre ambos clubes creció con el paso del tiempo.

GRAN POLÉMICA. En las tribunas aparecieron ataúdes dirigidos a distintos clubes. Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.
18 Mayo 2025

En reiteradas ocasiones, podemos encontrar esos partidos que se juegan mucho antes del pitazo inicial. San Martín y Racing de Córdoba no son enemigos por casualidad. Son rivales porque así lo construyó el tiempo: con finales decisivas, peleas por la permanencia y duelos que dejaron huella. Por eso, cuando la “Academia cordobesa” volvió a visitar La Ciudadela, los hinchas no dudaron. En la tribuna que da a Rondeau, montaron un velorio simbólico con ataúdes dedicados a tres enemigos señalados. Atlético, Colón y Racing de Nueva Italia. Cada uno con su escudo, sus colores y su cruz, como si fuera una advertencia para todos los que alguna vez desafiaron al “Santo”.

En la parte baja de la tribuna, completaba la escenografía un tifo con el “Malevo”, caricatura popularizada por Ceferino Sirgo y símbolo de la picardía y el barrio. La escena era un mural vivo del folclore. Y como si eso no bastara, los cánticos hacia el equipo cordobés no tardaron en caer como una lluvia densa. “Les cantamos todo el partido, es una forma de hacerles sentir que no son bienvenidos”, comentó el fanático Federico Martínez. “La rivalidad viene de muchos años. Es un partido especial jugar contra ellos y cada vez que les ganamos se disfruta el doble”, agregó con una sonrisa.

Pero, ¿por qué tanta enemistad? ¿Qué tienen en común Racing de Córdoba, Colón y Atlético para ser colocados en un mismo plano por la hinchada de San Martín?

El caso de Racing de Córdoba no es nuevo. Las diferencias con San Martín tienen raíces profundas. En los años setenta, las tensiones comenzaron con disputas dirigenciales en AFA. La resolución 1.309, sancionada en 1979, permitía a clubes del interior acceder directamente a Primera División si cumplían ciertos requisitos de rendimiento. Mientras Talleres, Instituto y Racing aprovecharon la norma, los equipos tucumanos no lo hicieron.

El entonces técnico de la Selección, César Luis Menotti, llegó a criticar públicamente a los dirigentes de San Martín y Atlético por “no aprovechar esa vía” y permitir que el prestigio del fútbol tucumano se viera opacado.

Con el tiempo, la rivalidad se trasladó a la cancha. En 1988/89, ambos equipos luchaban por no descender. San Martín ganó en la última fecha, pero no alcanzó. Racing también ganó, por lo que el “Santo” perdió la categoría por apenas ocho milésimas de promedio. Esa herida sigue presente en La Ciudadela, al igual que otros duelos contra los de Nueva Italia. “El último triunfo de visitante allá en Córdoba, no sabés cómo grité el gol de Junior Arias”, rememoró Luciana García, con la emoción intacta.

CON EL MARCO DE UNA FINAL. Así lo vivieron los hinchas del “Santo”, que montaron un tifo del “Malevo”, caricatura creada por Ceferino Sirgo. Foto de Osvaldo Ripoll/LA GACETA.

No obstante, la historia no terminó ahí. En 2006, San Martín y Racing definieron la final del torneo Clausura del Argentino A. El “Santo” ganó en La Ciudadela por 2 a 1, pero cayó por el mismo resultado en Nueva Italia. En la tanda de penales, que muchas veces se vuelve una lotería, Javier Lavallén se convirtió en héroe y Juan José Morales selló el ascenso. Desde entonces, la rivalidad se volvió una constante, incluso cuando las categorías los separaban.

En cuanto a Colón, la final por el ascenso a Primera en 1995 y el lazo del “Sabalero” con el “Decano” explica buena parte del rechazo. La amistad entre ambos se forjó en parte por la figura de Agenor Albornoz, primer presidente de Atlético, quien antes de llegar a Tucumán también promovió el fútbol en Santa Fe.

Pero fue la final del Reducido de 1995 lo que selló la enemistad: Colón, que en ese entonces era dirigido por Nelsón Chabay, venció a San Martín por el ascenso, con el aliento de los hinchas “decanos”. Desde entonces, la camiseta “rojinegra” genera en los “santos” un rechazo visceral.

Además, la llegada de ídolos de Atlético a Colón también reforzó ese puente.

Por último, otro de los equipos del cual no se olvidaron en La Ciudadela fue justamente Atlético. El clásico eterno. El rival de toda la vida. No necesita explicación. Representa la contracara, el adversario con el que se disputaron alguna vez no sólo puntos, sino la identidad misma. Por eso, su ataúd fue el primero en aparecer, el más visible, el más coreado.

El fútbol como escenario de memoria

En resumen, el duelo contra Racing en La Ciudadela no fue uno más. Fue otra página de esa rivalidad que no necesita de un título oficial para ser sentida como una final.
En la previa, la tribuna fue un teatro de guerra simbólica. Los ataúdes no eran una burla vacía, sino una forma de narrar la historia desde otra perspectiva. Como si el hincha, en vez de escribir con palabras, lo hiciera con papel, pintura y gritos.
Y en la cancha, la historia siguió con una igualdad que dejó sabor a poco para ambos equipos. Porque en el fútbol, como en la vida, hay rivales que nunca se olvidan.

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