
Nadie gana campeonatos sin una defensa sólida. Nadie. A veces las manos del arquero salvan partidos, y Darío Sand lo hizo incontables veces con San Martín. Pero ningún equipo puede sostenerse solo con atajadas, y mucho menos uno que sueña con el ascenso a la Liga Profesional.
El “Santo” volvió a cometer los errores que ya había mostrado frente a Atlanta: fue un equipo escaso de rebeldía y con muy poca firmeza. Como si el plan futbolístico de Ariel Martos se redujera a mover la pelota de un lado al otro sin romper líneas y, en definitiva, sin preocupar al rival. Y aunque rescató un punto en el empate 1-1 contra Racing de Córdoba, el resultado no alcanza para disipar las dudas. Es cierto que hay rivales más exigentes que otros, pero San Martín mostró fisuras en todas las líneas. Lo más preocupante: sus rivales parecen haberle tomado la medida. Y cada fecha lo confirma un poco más.
El partido frente a la “Academia”, a priori, se centraría en tres focos: ¿cómo rendiría Gustavo Abregú en lugar de Matías García, suspendido por acumulación de amarillas? ¿Jesús Soraire podría sumarle más volumen de juego al “Santo”? ¿Y qué versión ofrecería Juan Orellana al ingresar por Mauro Osores, ausente por un desgarro?
Las dudas no tardaron en disiparse. Y las respuestas, en su mayoría, fueron negativas. Pero el análisis merece ir por partes.
Primera respuesta: Abregú volvió a jugar como volante central y no cumplió con las expectativas. Estuvo lento, impreciso, incómodo y, por momentos, desorientado. Nunca logró adaptarse al ritmo del partido y fue absorbido por la presión de los delanteros de Racing de Córdoba. A eso se sumaron errores en la entrega y decisiones equivocadas con la pelota. Como consecuencia, San Martín careció de un nexo entre la defensa y el ataque, y tampoco mostró la solidez necesaria para contener al rival.
La zaga central sintió el impacto del bajo rendimiento de Abregú, que se combinó con una noche floja de Hernán Zuliani y Federico Murillo. No fue casualidad que Leandro Fernández y Julián Vignolo hayan llegado con tanta facilidad al área de Darío Sand.
Y entonces aparece una pregunta inevitable: ¿qué otra opción tiene Martos para ese puesto clave? Agustín Graneros y Jesús Soraire pueden ser alternativas, aunque ninguno se destaca por sus cualidades defensivas. Ese detalle, más que una elección táctica, expone una limitación estructural: el plantel con el que cuenta Martos es corto y sin muchas variantes confiables.
Segunda respuesta: Soraire fue de más a menos. Arrancó con movilidad e intención de asociarse, pero se fue apagando con el correr de los minutos. Su juego se redujo a pases intrascendentes, sin sorpresa ni profundidad. Probó con Franco García, pero el extremo no logró desnivelar. Luego intentó con Gabriel Hachen, con el mismo resultado. Al final, terminó aislado del circuito ofensivo. En síntesis, tampoco estuvo a la altura de lo que el partido pedía.
Tercera respuesta: El análisis del rendimiento de Orellana debe hacerse con pinzas. Jugó solo 45 minutos y le costó coordinarse con Guillermo Rodríguez. Mostró imprecisiones en la salida y también sufrió la falta de contención en el mediocampo.
En el complemento, lo reemplazó Mateo Pérez. El ex Banfield no mejoró la dinámica defensiva: tuvo dificultades para contener a los atacantes de Racing y se mostró torpe con la pelota. Tampoco pudo aprovechar su estatura en las pelotas paradas.
Todo esto deja en claro que San Martín sigue en proceso de construcción y que deberá ajustar varios detalles si quiere mantenerse en la pelea por el ascenso. De lo contrario, perderá puntos que al final pueden doler más de la cuenta.