
El desafío para San Martín de Tucumán será aún mayor. No solo porque no logró quedarse con los tres puntos en un partido clave para recomponerse tras la derrota en Villa Crespo, sino porque el equipo perdió esa chispa que lo hacía distinto, ese pase entre líneas que ilusionaba, esa presión que asfixiaba. Hoy, el equipo de Ariel Martos se volvió previsible, monótono, sin cambio de ritmo. Y en el fútbol, cuando dejás de sorprender, te volvés vulnerable.
En la previa, el marco parecía inmejorable. La postergación del partido de Atlanta, el otro líder, por cuestiones climáticas, le daba al “Santo” la chance de despegarse en soledad. El escenario era ideal: jugar de local, ante su gente, con la tabla en la mano y la ilusión al hombro. Pero al salir a la cancha, se topó con un rival que rompió el molde. Racing de Córdoba no vino a refugiarse: se plantó de igual a igual, incomodó desde el primer minuto y no le permitió a San Martín manejar los hilos del partido como suele hacerlo en La Ciudadela.
Así, al “Santo” le costó horrores generar peligro en el área rival. Solo algunos cabezazos sin dirección de Martín Pino parecían insinuar algo, hasta que una jugada aislada cambió el rumbo. Una picardía de Gabriel Hachen, que pasó de héroe a villano en apenas unos minutos, le dio un penal al equipo tras enganchar en el área y no sacar la pierna ante la marca de Germán Díaz. El árbitro Bryan Ferreyra, de polémica actuación, no dudó. Pino, con suspenso, lo transformó en gol y llegó a cinco en el torneo.
Pero esta vez, no hubo talismán. La temprana expulsión de Hachen trastocó todos los planes y el partido, que comenzaba a volcarse a favor del local, se volvió cuesta arriba. Con un hombre menos, no hubo reacción, ni rebeldía. San Martín no encontró el carácter para imponerse y levantar el resultado, como sí lo ha hecho en otras ocasiones. Martos intentó con variantes desde el banco, pero el único que respondió con empuje fue Ulises Vera, acompañado por alguna intervención de Juan Cuevas.
Los extremos no lograron desbordar, los cambios de banda quedaron desconectados, y sin Matías García ni el “10” en cancha, al equipo le faltó fútbol en el medio. Faltó pausa, claridad y sobre todo, creatividad.
Las ausencias de Mauro Osores y García dejaron al descubierto que San Martín necesita tener a su equipo ideal para marcar diferencias. Sin ellos, a la estructura le faltó ritmo e ideas. Y el empate, sellado por Julián Vignolo, dejó en claro que a partir de ahora, cada partido será un nuevo reto.
Un segundo tiempo más exigente
La pelea por el primer puesto, a pesar de tenerlo todavía en lo más alto, entra en una etapa en la que cada punto vale oro. Y San Martín, que parecía tener el camino despejado, ahora deberá remar desde atrás, como ese equipo que va perdiendo 1-0 en el entretiempo y sabe que, si no ajusta rápido, será complicado revertir el marcador.
El desafío será volver al triunfo, cortar la racha de dos partidos sin ganar y, sobre todo, reencontrarse con esa versión que lo llevó a la cima y a ser una de las defensas más consolidadas del torneo. ¿Podrá recuperar su esencia y volver a brillar?