Valeria Edelsztein: “Hay un agotamiento de la comunidad científica por sufrir los ataques sistemáticos del Gobierno”

Valeria Edelsztein: “Hay un agotamiento de la comunidad científica por sufrir los ataques sistemáticos del Gobierno”

DOCTORA EN QUÍMICA ORGÁNICA. Edelsztein obtuvo el premio internacional “Científicas que cuentan”.

Desde los medios a las redes sociales, Valeria Edelsztein porta la bandera de la divulgación científica sin flaquear. Reconoce los riesgos de semejante exposición en este tiempo complejo, pero afirma que la recompensa vale la pena. En diciembre del año pasado, al recibir el premio internacional “Mujeres que cuentan”, denunció los ataques que viene sufriendo la comunidad científica en el país y criticó la gestión del titular del Conicet, Daniel Salamone. “La ciencia argentina está siendo destruida y uno de los responsables está acá, con nosotros”, afirmó ese día. La repercusión fue enorme.

En el papel de tecnoinfluencer pisa fuerte en las redes como @ValeArvejita; durante su paso por Tucumán -invitada por la UNT en el marco de las Jospiunt 2025- brindó una conferencia en la Facultad de Arquitectura y habló de todos los temas que tanto preocupan a los investigadores hoy en día. Y, por supuesto, hizo foco en la importancia de la comunicación en la ciencia.

- Diego Golombek sostiene que la ciencia que no se comunica no termina de ser ciencia. ¿Qué pensás al respecto?

- Entiendo por qué lo dice y entiendo desde el lugar en que lo dice. La impresión que me da es que eso pone mucho la carga de responsabilidad sobre quienes hacen la investigación. Es un problema porque tenés que salir del laboratorio y contar lo que hacés.

- ¿Cuál podría ser el camino?

- Pensar esto más colectivamente y decir: lo que necesitamos son personas especializadas en los diferentes lugares de trabajo que permitan eso de ir y decirles: “mirá, yo quisiera contar esto que estamos desarrollando, pero estoy abrumado, llenando papeles para pedir subsidios o dirigiendo tesis o formando recursos humanos. Te paso esto a vos que sos especialista, quizás podés encontrar una manera atractiva de contarlo y que pueda funcionar, y en todo caso lo vemos juntos para chequearlo”.

- Nuevas figuras en los grupos de trabajo...

- Claro, esto crearía un vínculo de mayor confianza entre quienes hacen la investigación y quienes van a comunicarla, y de paso serviría de entrenamiento, porque uno también va adquiriendo esas habilidades. Hay algo también de una facilidad innata, no todo el mundo hace bien las mismas cosas. Necesitamos ese trabajo más colaborativo, que en ciencia es algo de todos los días, porque nosotros todo el tiempo trabajamos en equipo.

- ¿Por qué pensás que a muchos científicos les cuesta comunicar?

- En este último tiempo hay una mezcla de cosas. Por un lado el agotamiento generalizado de sufrir ataques sistemáticos por parte del Gobierno a quienes hacemos ciencia. Esto de estar diciendo que somos parásitos del Estado, que como no nos legitima el mercado lo que hacemos no tiene ningún valor para la sociedad. Es un cansancio general de la comunidad científica.

- ¿Y en lo particular?

- Hay mucho por trabajar en la idea de que a veces, si te hacen una entrevista, no vas a poder contar con suficiente rigurosidad aquello en lo que estás trabajando o se va a perder o va a quedar una versión simplificada que no te gusta. Mucha gente no quiere dar entrevistas porque siente que no va a quedar reflejado de verdad el valor de lo que hace. Creo que un trabajo en conjunto entre periodistas y y científicos ayudaría a que eso se rompa.

- ¿Y qué quedaría?

- Un tercer factor que me parece relevante y es el de la exposición. Es difícil hacerlo, sobre todo en este momento, porque no solamente te exponés a contar tu trabajo, sino a los comentarios que haga la gente sobre eso.

- Vos tomaste, justamente, la decisión de exponerte a partir del rol de divulgadora.

- Contra todo lo que pueda suponerse no me gusta el perfil alto, la paso mal, soy muy tímida y me cuesta. Lo pongo como algo a superar. Sé que si voy a salir a dar una charla probablemente durante los primeros minutos tenga que atravesar eso. Después, una vez que estás en el escenario y conectás con la gente, ya está. Pero no me gusta verme en charlas, no me gusta escuchar lo que digo, no me gusta verme en fotos. La exposición a veces genera respuestas que son muy agresivas y eso en el caso de las mujeres está estudiado. Las mujeres recibimos respuestas mucho más agresivas y eso se siente, a mí me hace mal, no soy inmune a eso.

- Pero seguís adelante...

- Lo pongo en la balanza y contra eso está el privilegio de tener un micrófono abierto y de que se va a escuchar mi voz, porque quizás conseguí muchos seguidores en Twitter o porque estoy haciendo una entrevista con un diario que lee todo el mundo. Tener esa posibilidad que no tiene todo el mundo es también una responsabilidad y la acepto. Digo: “okey, voy a jugarme porque realmente creo en la defensa de la ciencia argentina”.

- Pero también llegan las satisfacciones, ¿no?

- Cuando me dieron el premio de “Científicas que cuentan” jamás imaginé que mi discurso iba a tener tanta repercusión y el lado bueno fue que todos los mensajes que me llegaron, la abrumadora mayoría, fueron muy amorosos. Y yo simplemente puse en palabras algo que mucha gente estaba pensando y sentía. Para mí habría sido traicionarme no haber aprovechado esa oportunidad, sólo por miedo a quedar expuesta. Pero también entiendo que hay mucha gente que tiene miedo y que no está en condiciones de generar esa exposición.

- Ataques a la ciencia hubo varios a lo largo de la historia, pero este del Gobierno es distinto. ¿Cómo lo analizás?

- Sin dudas es un ataque diferente; es más rápido, sistemático y más brutal, afirmando que la gente odia a quienes hacemos ciencia o nos desprecia o piensan que somos todos ñoquis. Pero cuando uno frena un poco esa pelota y analiza los datos tenemos que en la última encuesta de percepción pública, cuando a la gente le preguntan si confía en la ciencia, la enorme mayoría, el 90%, responde que sí. Y si mirás el índice de confianza las encuestas ponen al Conicet y a las universidades nacionales en un lugar muy alto. Entonces no sé si la sociedad argentina realmente no aprecia el trabajo en ciencia y tecnología. A veces tomamos las redes sociales, que son cajas de resonancia muy fuertes, y parece que todo el mundo estuviera muy enojado y en contra, cuando en realidad es un grupo muy pequeño.

- ¿Cómo actuar entonces?

- Creo que por un lado tenemos que frenar eso y por el otro no desmoralizarnos tanto pensando que todo el mundo desprecia lo que hacemos. Ante un ataque sistemático y tan explícito por parte de figuras del Gobierno es bueno cómo respondemos.

- En tal caso, ¿considerás que hay un frente unido para eso?

- Probablemente esto sea poco amigable para decir, pero creo que uno de los problemas que tenemos es que mucha gente dentro de la comunidad científica está dispuesta a tirar abajo del vagón a las ciencias sociales y las humanidades. Entonces el problema no es sólo hacia afuera, también es hacia adentro. Son conversaciones que nos debemos hace mucho tiempo y que hay que tener.

“Estamos perdiendo de vista la belleza de la ciencia”

“La utilidad de la ciencia es también el disfrute”, destaca Edelsztein

Durante la conferencia que brindó en Tucumán, Valeria Edelsztein planteó una serie de preguntas y a una de ellas la considera central: ¿para qué comunicar la ciencia? “Trabajo mucho con la formación de docentes y una de las preguntas principales por la que empezamos es: “¿les parece importante enseñar ciencias naturales en la escuela?” Todo el mundo dice “sí, obvio”. La pregunta siguiente es: “bueno, ¿para qué? Y seguidamente: ¿para qué comunicamos ciencias?

- ¿Por dónde vienen las respuestas?

- Aparece esta idea de formar ciudadanos científicamente alfabetizados. Queremos gente que pueda aplicar esos conocimientos en la vida cotidiana. Y también para satisfacer curiosidades personales. Se pueden tomar esas dos grandes respuestas, que son las que suele dar la gente, y convertirlas en pilares interesantes sobre los que mirar.

- ¿Siempre sale el tema de la utilidad de la ciencia?

- Obvio que queremos desarrollo científico tecnológico en el país; queremos vacunas, agua potable, antibióticos. Desde que tenemos un desarrollo científico tecnológico importante nuestra calidad de vida ha mejorado, la especie humana vive mucho más, ya no nos morimos a los 30 años, los chicos no se mueren cuando nacen porque los vacunamos. Pero yo siento que en este momento estamos perdiendo de vista otra pata esencial, que es la belleza de la ciencia.

- ¿Cómo lo ejemplificás?

- Somos una especie que tiene un tiempo de vida muy cortito, en un planeta que está en una de las millones de galaxias, perdida en un universo infinitamente gigante, y tenemos el enorme privilegio de salir a la noche, mirar al cielo y ver que hay un pedazo de roca sobre nuestra cabeza que no se cae encima. Y entender como especie por qué la Luna no se nos cae sobre la cabeza. Si hubiéramos nacido hace 5.000 años no tendríamos una explicación, pensaríamos que es un dios. Hoy tenemos esa posibilidad de maravillarnos con todo lo que podemos construir como especie a lo largo de los siglos y eso es mucho más que un privilegio, es el derecho del acceso a la ciencia.

- ¿Y eso cómo se construye?

- No podemos permitir que se prive a la sociedad de poder maravillarse con todo eso. La ciencia es una construcción profundamente humana que se hace de manera colectiva y colaborativa, entonces si no garantizamos ese derecho estamos privando a la gente de algo que es hermoso. La utilidad de la ciencia es también el disfrute, el goce. Eso es bellísimo y a veces lo perdemos de vista.

“Milei justifica todo desde el fundamentalismo del mercado”

Según Edelsztein, ese es el campo en el que debe darse la discusión

“Con mi compañero Claudio Cormick investigamos discursos anticientíficos y el vínculo entre la ciencia y las nuevas derechas. Relevamos todos los discursos y todas las entrevistas que dio Javier Milei, son más de 90 horas de videos más extractos de sus presentaciones y de sus libros, o sea que tenemos una idea global de cuál es el discurso. Y no es un discurso antiintelectual, ni que desprecie a la ciencia ni a la racionalidad humana”, apunta Valeria Edelsztein.

- ¿Cómo es ese discurso?

- De hecho, él se dice defensor de la causa que llevó al ser humano a la Luna, sacó a millones de la pobreza y desarrolló el método científico. Entonces, si está desmantelando el sistema científico y tecnológico, ¿cómo está justificando eso discursivamente? No lo está justificando desde la anticiencia, sino desde el fundamentalismo del mercado.

- Habla de que el financiamiento debería llegar desde el sector privado...

- Lo que Milei está diciendo es: “si ustedes se creen tan importantes y lo que hacen les parece tan relevante, salgan a vender libros y que la gente se los compre”. Ahí es donde está el lugar donde podemos dar la discusión.

- ¿Cómo?

- Vos no podés ser tecnofílico, querer energía nuclear, inteligencia artificial y mejorar la calidad de vida de la gente, y a la vez ser fundamentalista del mercado porque en algún momento eso colapsa. Tenemos un montón de ejemplos; en Argentina la energía nuclear siempre estuvo financiada desde el Estado, porque son riesgos muy grandes los que se toman y los privados no lo hacen. Lo mismo con el desarrollo satelital o el manejo de las enfermedades desatendidas.

- De esas hay casos concretos en nuestro país.

- El chagas es una enfermedad de países pobres que no le importa al mercado porque los pobres no tienen plata para comprar medicamentos muy caros. Existen dos tratamientos para el chagas, fármacos que producían empresas multinacionales y dejaron de hacerlo porque no era rentable (uno de ellas lo retomó por la presión internacional de Médicos sin Fronteras). Hay un montón de espacios en los que el privado no se va a ocupar.

- ¿Cuál es la conclusión?

- Son cosas que le importan a la sociedad, cuestiones en las que deberíamos estar pensando quienes trabajamos haciendo ciencia. No podemos regalar nuestra soberanía energética, nuestra soberanía alimentaria, pensar que el financiamiento privado lo va a resolver es perder de vista todas esas cuestiones que no son menores.

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