18 Mayo 2025

Por César Chelala

PARA LA GACETA - NUEVA YORK

El Erhu es un instrumento musical chino también llamado violín chino en el mundo occidental. Consiste en un largo cuello vertical en forma de palo, con dos grandes clavijas de ajuste en la parte superior. En la parte inferior tiene una pequeña caja de sonido cubierta con piel de la serpiente venenosa pitón en la parte delantera. Su sonido característico es producido por la vibración de la piel de pitón a través de las cuerdas. Es actualmente el instrumento de cuerda más popular en China.

Estaba paseando por Chinatown en Manhattan, en un día frío a principios de otoño y había llegado a la entrada del parque originalmente llamado Mulberry Bend Park. En 1911 este parque fue renombrado Columbus Park y desde 2019 es conocido como Dr. Sun Yat-Sen Park, en honor del primer presidente provisional de la república de China. Su estatua está ahora en el centro del parque.

Durante muchos años, el parque ha sido un lugar de reunión para la comunidad china local, cuyos miembros se encuentran para jugar a Mahjong, un juego de habilidad, estrategia y suerte jugado con 144 azulejos basados en caracteres y símbolos chinos, al que son adictos muchos chinos. La gente del vecindario también practica allí Tai Chi y, en ocasiones, algunas, generalmente hombres, se reúnen para tocar música.

No era inusual entonces escuchar el maravilloso sonido del Erhu esa mañana cuando, debido al clima frío, había muy pocas personas alrededor. Viniendo de un área relativamente aislada del parque, tuve curiosidad por ver de dónde venía el sonido.

Luego de caminar un corto trayecto encontré un viejo músico que tocaba hermosas melodías chinas con ese instrumento. Me senté en un banco frente a él y pronto me embrujó su música, ya que me trajo recuerdos de mis viajes a China. En uno de ellos, estaba visitando un centro de salud en una misión de evaluación de la salud en un pequeño pueblo cuando comencé a sentir náuseas. Mis anfitriones se alarmaron. Pronto prepararon una cama en una habitación pequeña y apenas amueblada, donde me dieron té y algunos medicamentos, dejándome descansar solo. Después de un par de horas me sentí bien, pero insistieron en que permaneciera en la cama por un tiempo más. En ese delicioso momento en que uno no está completamente despierto, escuché el glorioso sonido del Erhu chino a través de una pequeña ventana. Para alguien como yo, que estaba totalmente agotado después de un largo e intenso viaje por varios países asiáticos, esa bella música trajo enorme solaz a mi alma, y fue un alivio de las dificultades de mis viajes.
Cuando el músico chino hizo una pausa, me acerqué a él y le di una propina muy generosa, lo que reconoció con una amplia sonrisa. Sin embargo, cuando estaba caminando de regreso al banco, escuché, para mi consternación, que había comenzado a tocar la canción del folklore negro de Stephen Foster “¡Oh, Susanna!” y con su mirada estaba buscando mi aprobación...

© LA GACETA

César Chelala - Periodista, médico y escritor.

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