JUVENTUD EN DEUDA. El acceso fácil al crédito y la falta de educación financiera llevan a los jóvenes tucumanos a una espiral de endeudamiento que afecta su calidad de vida. / FREEPIK
Lucía Varea, de 19 años, trabaja como manicura a domicilio mientras intenta retomar sus estudios. Sin acceso a una tarjeta bancaria por la falta de ingresos estables, recurrió a aplicaciones de préstamos rápidos. “Me prestaban $ 50.000 y me cobraban 100% de interés en semanas”, relata. Cuando no pudo pagar en término, la app le bloqueó el segundo préstamo. En respuesta, solicitó otro en una plataforma distinta para saldar el anterior. Así encadenó tres deudas. “Pago cuotas que se comen más de la mitad de mi sueldo. Si no pago, no puedo comprar ni esmaltes para seguir trabajando”, lamenta. “Te depositan en el acto, pero la letra chica pega duro”, advierte.
Cada vez más jóvenes tucumanos enfrentan las consecuencias negativas del endeudamiento financiero excesivo. Estudiantes y trabajadores, muchos de ellos con ambas responsabilidades, se ven atrapados en un ciclo de deudas que se agrava con el tiempo por la acumulación de intereses y de manchas en el historial crediticio. Tarjetas de crédito, préstamos bancarios, financiamiento informal y aplicaciones de préstamos rápidos se convirtieron en soluciones de corto plazo que, en muchos casos, desembocan en una espiral de obligaciones difíciles de saldar.
Este fenómeno no es exclusivo de Tucumán, pero en la provincia se manifiesta con particular intensidad debido a factores como la precariedad laboral y la falta de educación financiera. Según datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina, más del 40% de los estudiantes universitarios provienen de hogares pobres, lo que los obliga a buscar ingresos adicionales y, en muchos casos, acudir al crédito para cubrir gastos esenciales. La posibilidad de solicitar y obtener un préstamo de manera fácil por internet, además de la oferta permanente de dinero ya, incrementa los riesgos de caer en la trampa.
El acceso al crédito: una espada de doble filo
En los últimos años, el acceso al crédito se democratizó en la Argentina. El porcentaje de jóvenes excluidos financieramente disminuyó del 41% al 9% en dos años, impulsado por el crecimiento del uso de billeteras digitales y de aplicaciones financieras. Sin embargo, este acceso no siempre viene acompañado de un conocimiento adecuado de los peligros, lo que puede llevar a decisiones económicas poco informadas.
La facilidad para obtener préstamos a través de aplicaciones generó preocupación. Estas plataformas ofrecen dinero rápido, pero con tasas de interés elevadas y condiciones poco transparentes. Un informe del Banco Central de la República Argentina advierte sobre el aumento de la irregularidad en los préstamos otorgados por proveedores no financieros de crédito, lo que refleja la vulnerabilidad de los usuarios ante estas ofertas.
JUVENTUD EN DEUDA. El acceso fácil al crédito y la falta de educación financiera llevan a los jóvenes tucumanos a una espiral de endeudamiento que afecta su calidad de vida. / FREEPIK
La precariedad laboral y su impacto en la deuda juvenil
La situación laboral de los jóvenes en Argentina es precaria. Según el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la tasa de desempleo entre los jóvenes de 18 a 24 años es aproximadamente tres veces mayor que el promedio de la población, alcanzando el 19,5%. Además, entre los jóvenes que tienen trabajo asalariado, la informalidad alcanza el 63%, casi el doble del promedio general.
Esta precariedad laboral obliga a muchos jóvenes a recurrir al crédito para cubrir gastos cotidianos. La falta de ingresos estables y el salario bajo dificultan el cumplimiento de las obligaciones financieras, generando un ciclo de endeudamiento difícil de romper.
Voces de una generación endeudada
Sofía Rivas tiene 23 años, estudia Ciencias Económicas en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y trabaja medio tiempo en un comercio del centro de San Miguel de Tucumán. Durante su tercer año de facultad, comenzó a financiar sus compras básicas con tarjeta de crédito: alimentos, pasajes y apuntes. “El primer resumen fue de $ 90.000. Como no pude pagarlo de una sola cuota, opté por el mínimo. El mes siguiente ya eran $110.000 y, al otro, $150.000. Hoy debo más de $ 500.000”, cuenta. La inflación del 2024 complicado y los precios en alza hicieron que la tarjeta se convirtiera en su principal sostén económico. “Me sentía culpable, pero sabía que si no usaba la tarjeta, me quedaba sin comer”, admite. Para no atrasarse, incluso llegó a pedir fiado en el kiosco de su cuadra, lo que sumó otra deuda informal.
Tomás Medina tiene 26 años, es técnico en informática y se dedica al diseño gráfico de manera freelance. Hace un tiempo, en una tienda de electrodomésticos, le ofrecieron financiar una computadora en cuatro cuotas sin interés, pese a que no tenía historial crediticio. Aceptó. Pero, cuando llegó el primer resumen de la tarjeta, aparecieron comisiones imprevistas y un esquema de financiación distinto al prometido. “La deuda subió a cuotas de $ 500.000”, detalla. Además, aceptó sin mucha reflexión los aumentos automáticos del límite de crédito. “Hoy pago casi $ 800.000 mensuales sólo por los intereses. Vivo pendiente del corte”, reconoce. Al intentar pedir ayuda en casa, se encontró con comprensión, pero sin recursos. “Entiendo que ellos también tienen sus propios pagos”, dice.
JUVENTUD EN DEUDA. El acceso fácil al crédito y la falta de educación financiera llevan a los jóvenes tucumanos a una espiral de endeudamiento que afecta su calidad de vida. / FREEPIK
Educación financiera: una herramienta esencial
La falta de educación financiera es un factor clave en el endeudamiento juvenil. Según una investigación de BBVA, el 70% de los jóvenes argentinos considera que la educación financiera es la materia más relevante que podrían recibir en la escuela. Sin embargo, esta formación aún no está integrada de manera efectiva y general en el sistema educativo.
La implementación de programas de educación financiera desde edades tempranas podría ayudar a los jóvenes a tomar decisiones económicas más informadas y responsables, que los preparen mejor para enfrentar ciclos de endeudamiento que afectan su bienestar y desarrollo personal.







