La pretensión de mejorar la calidad moral y ética de los llamados “Representantes del Pueblo” cayó al pozo. Como se lo merece este “anteproyecto” de país. Debemos conformarnos con la mediocridad como único sostén de nuestra existencia. Pretender vivir bien con lo que tenemos es mucho pedir. Cantar con falso orgullo la letra del Himno nacional es para la platea. Después, el silencio. Silencio que tapa la maldad que florece en la mente de los “avivados” que llegan a ocupar cargos de representantes, i.e. diputado, senador o presidente sin cubrir las exigencias básicas de integridad moral, intelectual y ética que deberían justificar el “honor” que los inviste. La selección por medio del voto barre con todas las impurezas. Candidatos que pasan de negro a blanco juegan con la inocencia del pueblo y ascienden airosamente por peldaños de riqueza y bienestar. Errores que repetimos una y otra vez, embelesados por las falsas promesas del candidato, cuya ficha policial se engrosa día a día. “Está su nombre en la lista del partido. Debe ser bueno”, o “me mandó un colchón de regalo. Qué hombre bondadoso”. Pensamos: “Ahí va mi voto”. La carnada fue buena y pescó. Moraleja: aquí en Argentina, si querés cumplir tus sueños de riqueza -sin trabajar- hacete político inmoral, y olvidate de la tal Ficha Limpia. ¿O no?
Darío Albornoz
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