Más allá de las pruebas: ¿qué es lo que preocupa en las aulas de Tucumán?

Más allá de las pruebas: ¿qué es lo que preocupa en las aulas de Tucumán?

Especialistas advierten que la crisis en alfabetización repercute en todos los niveles de enseñanza.

Los resultados de las Pruebas Aprender Alfabetización 2024 encendieron alarmas en todo el país: menos de la mitad de los alumnos de tercer grado alcanzaron el nivel de lectura esperado.

En Tucumán, apenas el 40,4% lo logró, lo que ubicó a la provincia en el último lugar del NOA.

Elisa Beatriz Ghiggia, profesora en Ciencias de la Educación (UNT), no se sorprende con los datos. “En los últimos años, con el ministro anterior, se descuidaron muchas cosas y los resultados están a la vista. El desinterés por lo que pasaba dentro de las aulas queda claro en estos resultados”, afirmó.

Para Ghiggia, lo que ocurre en primaria repercute en todos los niveles del sistema educativo. “En el Nivel Superior no universitario lo sufrimos, cuando vemos que muchos estudiantes no comprenden lo que leen, no pueden redactar un texto simple, cuentan con un vocabulario básico y reducido”, remarcó.

La especialista apunta a un cambio de enfoque en las aulas. “Soy de la teoría de que todo tiempo pasado fue mejor, y esto corre tanto para los resultados de los aprendizajes como para las estrategias.

Se dejaron de lado estrategias que daban buenos resultados. Los docentes, preocupados por cumplir con todo, dejan de lado la lectura, la lectura de libros, de documentos científicos”, explicó.

Entre las prácticas que considera fundamentales, Ghiggia destaca: “Trabajar a partir de textos completos, ir de lo macro a lo micro (del texto a la palabra), leer mucho, producir mucho y en todos los formatos, mostrarles a los chicos la necesidad de ser comunicadores competentes y críticos, realizar dictados, corregir ortografía, dedicar hora de lectura. Y podría seguir enumerando”.

Sobre las causas, advierte que no todo depende de la escuela. “Los contextos sí influyen, pero depende de los docentes que los estudiantes tengan la posibilidad de acceder a una educación de calidad. La familia es un factor determinante; si no colaboran con los docentes, no se puede forzar nada. En muchos lugares del interior, la familia no puede ayudar porque los adultos son analfabetos”.

Ghiggia también cuestiona la falta de continuidad en las políticas públicas: “En Tucumán, en cada gobierno, cada ministro impuso su impronta y los lineamientos debían cumplirse”. Y si bien reconoce que las pruebas Aprender pueden dar un diagnóstico, advierte: “Eso no debería ser determinante. Aunque los ítems se basan en los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios, aparecen descontextualizados”.

Finalmente, reclama una mirada de largo plazo: “Desde las políticas públicas, habría que plantear un proyecto de alfabetización integral, coherente con el desarrollo de competencias y habilidades necesarias para la vida”.

La pregunta, deja picando Ghiggia, sigue siendo la misma: “¿Quién tiene la culpa? ¿Quién le pone el cascabel al gato?”.

La escuela y su rol

Cecilia María Lozano, psicopedagoga con 21 años de experiencia, aporta una mirada crítica desde las aulas: “La escuela se volvió el lugar donde el niño es mirado, contenido, escuchado. Ya no sólo se debe enseñar a leer y escribir, hay que satisfacer las necesidades psicoafectivas y sociales que son prioritarias para el bienestar del niño. Sin esto, no puede aprender”.

Lozano advierte que el contexto familiar, la falta de hábitos, el uso excesivo de pantallas y la ausencia de límites impactan directamente en la capacidad de aprendizaje y señala: “La escuela volverá a ser el segundo hogar cuando la familia vuelva a ser el primero”.

Sobre el caso particular de Tucumán, asegura: “Lo que se invierte en educación no es suficiente, los servicios y equipos de apoyo no logran cubrir todos los casos. No se entiende como puede haber aulas con 40 alumnos y vemos que en politica hay más de 20 asesores. Las escuelas no están equipadas ni cuentan con recursos humanos y materiales para cumplir su función”.

Entre las políticas públicas urgentes, Lozano destaca: “Mejorar el sueldo docente, invertir en su vocación, revisar los marcos normativos, equipar las escuelas. Hoy un niño no va a la escuela sólo a aprender, va a buscar la colación, el desayuno, a ser contenidos, a ser escuchados, a calmarlos, ya no somos educadores; hacemos de psicólogos, trabajadores sociales, y hasta dentistas, porque el Estado está ausente”.

La psicopedagoga lamenta la falta de decisiones políticas sostenidas: “La educación hospitalaria, por ejemplo, no existe. Hay chicos internados un año que no reciben ningún tipo de enseñanza. Lo que se invierte en educación no es suficiente”.

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