La jueza Arroyo Salgado, a cargo del caso.
Un impactante caso de violencia de género e institucional sacudió a la Armada Argentina. Seis miembros de la fuerza fueron procesados en relación con las graves lesiones sufridas por una marinera voluntaria de 21 años, quien permaneció dos semanas en coma inducido tras ser atacada durante un ejercicio antidisturbios en la base naval de Vicente López.
La jueza federal Sandra Arroyo Salgado, titular del Juzgado en lo Criminal y Correccional Federal N° 1 de San Isidro, imputó a uno de los procesados, ex pareja de la víctima, por "lesiones graves triplemente agravadas por alevosía y violencia de género, en concurso ideal con abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario".
Según la información que trascendió, un hombre, identificado como el autor de una brutal patada voladora que dejó a la joven al borde de la muerte, fue enviado a prisión preventiva. La agresión le provocó un "status epiléptico con requerimiento de intubación orotraqueal".
Negligencia en la supervisión
Los otros cinco acusados enfrentan cargos por abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes, y permanecerán en libertad mientras continúa la investigación. Al superior a cargo del entrenamiento se le imputan además "lesiones culposas" por negligencia en la supervisión.
El incidente, ocurrido el 4 de abril, reveló una serie de fallas y negligencias. Durante la práctica antidisturbios, un instructor golpeó el escudo que la marinera sostenía, desestabilizándola. A pesar de llevar casco, la joven golpeó su cabeza contra el suelo y, según la investigación, permaneció sin asistencia durante varios minutos mientras el ejercicio continuaba.
Tras reincorporarse, la marinera se quejó de un intenso dolor de cabeza, pero la atención médica se retrasó. Inicialmente, solo se le colocó un cuello inmovilizador en la enfermería de la base antes de ser derivada al hospital de Campo de Mayo.
Su estado empeoró rápidamente, sufriendo parálisis en el lado izquierdo del cuerpo y una convulsión, lo que obligó a su traslado urgente al Hospital Militar Central, donde ingresó en coma farmacológico en la unidad de cuidados intensivos.
Este caso arrojó una sombra sobre las prácticas de entrenamiento de la Armada y plantea serias interrogantes sobre la protección y seguridad de sus miembros, particularmente las mujeres.







