Tiene 91 años, sobrevivió a operación a corazón abierto y ahora quiere ir al Mundial de tiro de Portugal
Rafael “Lito” Maione es leyenda viva del tiro deportivo argentino. Tiene más de 320 trofeos y no piensa alejarse del polígono. Su vida es un testimonio de pasión, resiliencia y amor por el deporte.
FOTO: Analía Jaramillo - LA GACETA
En un rincón tranquilo de barrio El Bosque vive Rafael “Lito” Maione, un verdadero emblema del tiro deportivo argentino. A los 91 años es testimonio viviente del crecimiento (y decrecimiento) de esta disciplina en el país y un ejemplo de perseverancia, amor por el deporte y dueño de una vitalidad que desafía el paso del tiempo.
Desde su infancia, el Club de Cazadores fue su segundo hogar. “Empecé a tirar cuando tenía ocho años, en 1942”, recuerda con una precisión como si estuviera en el polígono.
Su vínculo con el club no es casual ya que su padre fue uno de los fundadores. Allí, en medio del sonido seco de los disparos y el aroma a pólvora, se forjó una pasión que nunca abandonó. “Me voy a morir tirando”, sentencia, con una mezcla de orgullo y determinación que emociona tanto como el ver todas las preseas que ha conseguido a lo largo de su carrera.
En su casa, Lito conserva un “pequeño museo”, como él lo llama. En ese “rinconcito” guarda más de 320 trofeos y decenas de diplomas que ganó a lo largo de su trayectoria. Y allí también se respira historia.
Foto: Analia Jaramillo - LA GACETA
Cada estantería y cada vitrina muestra logros que recorren generaciones. El más preciado, según el mismo confiesa, es el que acredita su cuarto puesto en el Mundial de Buenos Aires de 2005. “Fue lo más grande que viví”, afirma señalando con emoción el lugar que ocupa en su museo.
Pero los tiempos han cambiado. Antes se competía por monedas, no por trofeos. “He tirado por oro, por libra, por chileno, por paraguayo. Coseché más de un kilo de oro en premios”, cuenta entre risas, aunque le cambia la mirada cuando habla del presente. “Hoy hay muy pocos participantes. El tiro se volvió un deporte muy caro, muy caro”, dice con un dejo de nostalgia.
“Lito” no es sólo tirador. A lo largo de su vida ha practicado karate, karting, mountain bike, motocross, fútbol y básquet. Jugó en Tucumán BB, y al fútbol en Juventud Unida de Tafí Viejo. Sin embargo, ninguno de esos deportes lo marcó tanto como el tiro. “Es el único que nunca dejé”, dice; ni siquiera cuando la vida le dio golpes muy duros, como la pérdida de su hijo en un accidente de tránsito en los años 90, o la muerte de su esposa (hace dos años), Mary Fanny Cabrera, su compañera durante toda la vida y una testigo fiel de cada competencia.
Foto: Analia Jaramillo - LA GACETA
Fue dueño de la reconocida metalúrgica “Felipe Maione” y “Lito” llegó a tener 120 empleados. “Te diría que el 30 por ciento de los trabajos grandes de la provincia los hicimos nosotros”, dice. Sin embargo, tras la muerte de su hijo decidió cerrar la empresa y retirarse del mundo laboral. “No quería saber más nada. Indemnicé a todos y vendí muchas máquinas”, recuerda. A partir de entonces, su vida giró en torno al deporte y a su familia; a sus tres hijas y a sus nueve nietos. Eso sí, ninguno siguió su camino en el tiro.
“Lito” Maione tiene los reflejos intactos
Pese a su edad, se mantiene en forma. Hace gimnasia una hora al día en su casa, intercalando ejercicios con pausas para cuidar su cuerpo. “Por eso me mantengo bien”, comenta. Sólo la cadera le pasa factura, pero asegura que sus reflejos siguen firmes. Y aunque ha bajado un poco su precisión, todavía gana competencias en la categoría Masters.
Eso sí, cada vez que tiene oportunidad recuerda en la charla, casi con pena, que el deporte se volvió inaccesible para algunos. “Los cartuchos están carísimos. Una caja no te dura nada”, advierte.
Las escopetas también se han encarecido, algunas alcanzan los $13 millones. “Valen lo mismo que un auto; me da mucha pena cuando me entero que están vendiendo”, dice mientras muestra una conversación de WhatsApp en la que ofrecen una por U$S 12.000.
Aun así, él sigue firme en su práctica. Incluso tiene un sistema casero, con una pelota suspendida en el aire, para perfeccionar el movimiento en el fondo de su casa.
Foto: Analia Jaramillo - LA GACETA
La nostalgia no es ajena a él. Extraña el Tucumán de antaño, “cuando se dormía con la puerta abierta”. Hoy, en su zona, la inseguridad es una preocupación constante. “Hace dos años me pusieron una pistola en la cabeza y me robaron los audífonos ¡los audífonos!”, relata incrédulo. “Me podrían haber matado. Volvía de la casa de mi hija, que es a la vuelta, y me sacaron $300”, dice.
El sueño de “Lito” es llegar al Mundial de Portugal
A pesar de su edad, sigue soñando de igual manera que cuando era niño. Había clasificado para el Mundial de Roma en 2024, pero una operación en la aorta lo dejó fuera de competencia. “Estuve muerto dos horas y media; me abrieron como a un chancho”, cuenta en tono de chiste, pero rápidamente vuelve a ponerse serio. “Sigo sorprendido, Dios no me quiso llevar. Estuve casi un día ‘abierto’ y me tuvieron que coser de urgencia porque ya no soportaba más las reanimaciones y los paros cardíacos”, comenta. “Vamos a ver si llegamos al Mundial de Portugal del año que viene. Estoy chamuyándolo a mi doctor desde ya para que me deje ir”, afirma con una sonrisa pícara.
Foto: Analia Jaramillo - LA GACETA
Maione, en Tucumán, es algo así como la personificación del amor por el deporte; de tenacidad ante la adversidad y de fidelidad a una pasión que lo acompaña desde niño. Su figura, está claro, trasciende lo deportivo. Estuvo toda la vida relacionado al ámbito deportivo y dice vivir por y para ello. “Lito” es memoria viva del tiro argentino, ejemplo para jóvenes tiradores como Joaquín Cisneros, a quien conoce desde pequeño, y símbolo de una era en la que el compromiso, la constancia y la humildad eran norma. “Mientras pueda, voy a seguir tirando”, asegura. Y no cabe ninguna duda de que así será. Porque él es un convencido de lo que hace y el deporte para él es su vida entera.






