
Una mojada de oreja. Eso se dice popularmente cuando alguien desafía a otro. Es lo que está pasando en el peronismo tucumano. El mismo lunes, Juan Manzur reunió en Tafí Viejo a varios de sus principales referentes. ¿Tema de la convocatoria? El armado territorial para lo que será la lista disidente a la Casa de Gobierno en las elecciones del domingo 26 de octubre. El tiempo dirá si los antimileístas o no dialoguistas van por dentro o por fuera del Partido Justicialista. Pero al senador y ex gobernador de la provincia le hizo ruido de que su sucesor, Osvaldo Jaldo, fuera por todo. Absolutamente todo, tal como lo hizo él mismo cuando fue mandatario y también como lo patentó José Alperovich, cuando dirigió los destinos de Tucumán en los tres mandatos que cumplió desde 2003 hasta 2015. La diferencia es que ahora Manzur sigue siendo el presidente del distrito local del PJ, mientras Jaldo gobierna la provincia.
Los roces de poder eran cuestión de tiempo. Hay incomodidad. Y se nota. Jaldo ha marcado el camino: su gestión es la que se plebiscita y, por eso, está dispuesto a encabezar la lista de postulantes a diputados nacionales por el oficialismo. Manzur sigue siendo tiempista, como lo fue durante su administración. Además del potencial candidato a diputado por el espacio kirchnerista, el legislador Javier Noguera, junto con Manzur estuvieron, entre otros, la otra senadora por Tucumán, Sandra Mendoza, y el diputado nacional Pablo Yedlin. Todos los que se siguen reuniendo con el ex titular del Poder Ejecutivo tratan de sacarle definiciones. Algunos apuntan a cómo es posible que, siendo titular del PJ tucumano, el médico sanitarista permita al jaldismo avanzar con sus planes electorales, sin pedirle explicación alguna sobre el uso de los símbolos partidarios. De lo poco que trascendió del encuentro se supo que fue el propio Manzur el que contestó a algunos que si él renunciaba a ese cargo, la filial local podía ser sometida a una intervención, tal como sucedió en Salta o en Misiones, dos distritos gobernados por dialoguistas que comulgan con Jaldo: Gustavo Sáenz y Hugo Passalacqua. El “lado B” de esa decisión era que el tranqueño se victimizaba ante los embates de la conducción nacional y que esa situación podía servirle de base de sustentación política en una franja de la sociedad que no comulga con el peronismo, pero que ve con buenos ojos el rol dialoguista que asumió el mandatario.
Cristina Fernández de Kirchner, presidente del PJ Nacional, tiene entre ceja y ceja al gobernador tucumano. Sin embargo, respetará el tácito acuerdo que tiene con su ex ministro de Salud. En las próximas dos semanas se sucederán los encuentros entre la ex Presidenta y los referentes tucumanos no alineados con Jaldo. La visita a Tafí Viejo ha quedado en “stand by”. El propio Noguera había deslizado, a través de su cuenta en redes sociales, que la ex mandataria nacional iba a venir durante este mes que se va. Pero la eliminación para este período de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) han servido de excusas para que no se produzca el tan anunciado desembarco. En la Casa de Gobierno, no obstante, afirman que Cristina no viene porque no tiene el mismo nivel de apoyo que otros tiempos, pero además, que los problemas que acarrea en Buenos Aires tienen tanto volumen que pueden definir qué hará ella más allá de 2025.
La avanzada de Jaldo en la conformación de la nómina de postulantes a diputados nacionales se concretará en caso de que la oferta electoral que proponga la oposición tenga la fortaleza suficiente para enfrentar al oficialismo tucumano, argumentan en el entorno del gobernador.
Los hechos demuestran que no hay voluntad de unificar posturas entre los otrora socios electorales. El radicalismo está jugando su propia interna y sigue tan dividido como siempre. Los republicanos avanzan en su idea de ir solos porque no comparten candidaturas a dedo desde la Rosada. La Libertad Avanza trata de consolidarse como espacio alternativo, de la mano del vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, que, más que un potencial candidato, se parece a un plomero que trata de reparar relaciones y sustentar una propuesta que acompañe en el Congreso al presidente Javier Milei. “De seguir en esta tesitura, creo que Osvaldo no tendrá problemas en apelar a un muletto (nómina de reserva) para competir en las parlamentarias de octubre”, dicen en su entorno.
Lenguaje directo
Los libertarios encuentran su fortaleza en la franja etaria que va desde los 16 hasta los 30. A esa porción de la sociedad, el propio Milei ha llegado con un lenguaje tan directo como ofensivo, a través de las redes sociales. El peronismo quiere hacerle frente a través de una vieja estrategia de encuentros deportivos al estilo “Torneos Evita”. Y para eso se está convocando a intendentes y a comisionados rurales, con el fin de organizar una contienda que sea abarcativa en los cuatro puntos cardinales de la provincia. Jaldo ya ha cerrado filas con los principales referentes de su espacio. Por eso ahora son más recurrentes las salidas con el vicegobernador Miguel Acevedo y con la intendenta capitalina, Rossana Chahla. “Nadie puede ni debe sacar los pies del plato en este momento”, es la consigna que ha dado. Incluso, el gobernador les ha dejado en claro que todos tienen que jugar en esta partida, y que ninguno piense en resguardarse para el próximo turno electoral o preservarse políticamente del mote de testimonial.
Jaldo sabe que en esa elección de medio turno se juega mucho más que dos bancas propias o cuatro en disputa del territorio. No hay un tránsito tranquilo para 2027 sin un 2025 en el que se renueve el acompañamiento ciudadano. Ganar es lo que cuenta, porque, como dice el propio gobernador, es un test a la gestión. El tranqueño tomará nota de la actuación de todos y cada uno de los dirigentes territoriales. “Será más comisario que siempre”, indican sus allegados. El triunfo será la base en la que apoyará sus ideas reformistas o de continuidad en el poder. El síndrome del pato rengo es lo que más temen los gobernantes. Los dirigentes políticos suelen tener una memoria de corto plazo. Mientras haya calor de poder, habrá apoyos. No importa si los líderes de la coyuntura tocaron el cielo con sus manos o si sostienen la estructura en base a ayudas económicas. El peronismo local es una clara muestra de que aquellos liderazgos no trascienden en el tiempo. Tampoco hay una renovación automática de la dirigencia. Pero eso no es patrimonio exclusivo del Partido Justicialista. También se evidencia en las otras fuerzas políticas.
Las internas existieron siempre. Y no hay motivos para pensar que se extinguirán en el presente ni en el futuro. Los viejos rivales serán los aliados de mañana. Es la tradicional forma de hacer política de lo posible y de lo imposible. Todo puede suceder en los seis meses que quedan para el próximo turno electoral. La economía será la gran electora. Definirá el humor de la sociedad. Si la inflación vuelve al sendero descendente, será un escenario favorable para los libertarios. Si, por el contrario, la volatilidad de los precios reina, las disputas serán más intensas.
En medio de estas expectativas, la ciudadanía solo anhela de que la Argentina sea un país normal, en el que las peleas políticas queden para los tiempos electorales. Y, superada esa instancia, llegue el tiempo de las propuestas. Eso sería el verdadero cambio.