Cómo era la habitación en la que vivió y murió Francisco
El papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril, eligió vivir sus últimos días en un espacio que reflejaba fielmente su estilo de vida: sencillo, austero y cercano a la gente. Durante 12 años, su hogar fue la habitación 201 de la Casa Santa Marta, en el corazón del Vaticano.
En lugar de mudarse al tradicional Palacio Apostólico, con sus amplios salones dorados y sus lujosas estancias, Francisco optó por un cuarto modesto. La habitación estaba equipada únicamente con una cama individual, un crucifijo en la pared y una lámpara de lectura. No tenía balcones ni vistas privilegiadas, ni tampoco muebles de diseño o decoraciones especiales.
Esta elección no fue casual. Apenas iniciado su pontificado en 2013, Francisco decidió mantenerse en contacto directo con el resto de los residentes de Santa Marta —sacerdotes, empleados y visitantes—. "Necesitaba vivir cerca de la gente", explicó su colaborador cercano, Monseñor Guillermo Karcher.
La vida diaria del Sumo Pontífice era tan austera como su habitación. Desayunaba un yogur descremado con café y solía compartir el comedor comunitario con trabajadores del Vaticano. Su rutina comenzaba temprano, a las 4:45 de la mañana, con oraciones y misa matutina, seguido de la lectura de los diarios impresos. Se desconectaba del mundo digital, evitando internet, y en momentos de relax, escuchaba tangos de Carlos Gardel, una de sus pasiones de juventud.
La misma sencillez que marcó su vida también se reflejó en su despedida. Su velorio se realizó en la capilla de la Casa Santa Marta, con un ataúd simple y sin ornamentos, cumpliendo así su deseo expresado en vida.









