Qué papas fueron enterrados en la Basílica de San Pedro y cómo se elige el lugar
La Basílica de San Pedro, en el corazón del Vaticano, no solo es uno de los templos más importantes del cristianismo, sino también el lugar de descanso de muchos de los sumos pontífices que guiaron a la Iglesia a lo largo de los siglos. Desde los primeros mártires hasta los papas contemporáneos, este espacio sagrado guarda una historia profunda que se extiende por debajo de sus imponentes bóvedas.
¿Quiénes están enterrados en la Basílica de San Pedro?
Actualmente, más de 90 papas están sepultados en la Basílica de San Pedro o en sus grutas subterráneas, llamadas Grutas Vaticanas. Entre ellos se encuentra san Pedro, considerado el primer Papa de la Iglesia Católica y cuya tumba —según la tradición— se halla directamente debajo del altar mayor. A su alrededor, y a lo largo de los siglos, fueron colocados los restos de pontífices como Juan Pablo II, Pablo VI, Juan XXIII y Pío XII, entre muchos otros.
Uno de los entierros más recientes fue el de Benedicto XVI, fallecido en 2022, quien fue sepultado en la misma cripta que había ocupado inicialmente Juan Pablo II, antes de que este fuera trasladado a una capilla lateral tras su beatificación.
¿Cómo se elige el lugar de sepultura de un Papa?
La decisión sobre dónde será enterrado un Papa no se deja al azar. Tradicionalmente, la mayoría de los pontífices son enterrados en las Grutas Vaticanas, aunque algunos, por decisión personal o por disposición del Vaticano, han sido sepultados en otras basílicas o iglesias.
La elección del lugar responde a varios factores:
Deseo personal del Papa fallecido: algunos pontífices dejan instrucciones sobre su lugar de descanso.
Significado simbólico: en algunos casos, se escoge una ubicación con carga histórica o espiritual particular.
Proximidad a otros papas o santos: muchos son enterrados cerca de figuras que admiraron o con quienes compartieron época o visión.
Disponibilidad y decisión del Vaticano: la Oficina de Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice y el camarlengo participan en la planificación, junto al Colegio de Cardenales.
El lugar se elige cuidadosamente para garantizar la dignidad del entierro y facilitar el acceso de los fieles que desean rendir homenaje. Cuando un Papa es muy venerado por el pueblo, como en el caso de san Juan Pablo II, su tumba puede ser trasladada a un lugar más visible dentro de la Basílica.







