Carlos Duguech
Analista internacional
Se sabe que el primer ministro de Israel se mantiene gracias a un conglomerado de sectores que en su sexto mandato (desde diciembre de 2022) le han apoyado para que el Parlamento ratificara el nuevo Gobierno. Nunca antes hubo una conducción ejecutiva tan de ultraderecha como la actual. Un gobierno definido por una conformación que apoya a su partido de derecha, el Likud, con sus nuevos socios de extrema derecha y los judíos ultra ortodoxos.
En cualquier otro país
Sí, el Israel de Netanyahu es un país cuyo Gobierno asienta su poder en la permanencia del esquema político de la coalición elegida para gobernarlo, así fuera como que algunas gotas del aceite convivan empujándose en la vasija con las del agua. Prevalece, en un primer análisis, que cada sector -y en lo personal principalmente, el del propio primer ministro- suceda el aseguramiento de la respectiva cuota-parte de ganancia como resultado de la coalición gobernante. Y eso no es bueno para ningún esquema de gobierno en una “democracia occidental” (de algún modo hay que llamarla). Veamos: Netanyahu tiene a la vista un enjuiciamiento derivado de una acusación por corrupción, acusado de fraude, abuso de confianza y cohecho. Mientras, los fueros y el poder de gobierno le constituyen una coraza de acero al manganeso (el metal más resistente al desgaste).
7 de octubre: perversidad
Difícil resulta hallar un calificativo apropiado y abarcativo para el accionar de los activistas de Hamás -casi 1.500- que asolaron el sur del territorio Israelí. El modo cómo lo hicieron reveló una gran preparación de los terroristas (de lo que algo ya venía conociendo el sistema de inteligencia israelí) cuyas acciones todavía espantan. Vulneraron una decena de puntos en la valla fronteriza, y deambularon por territorio Israelí en una “zona liberada” cometiendo atrocidades de toda especie, bárbaras las más. El sistema de protección israelí, ausente por largas horas.
7 (y 8 de octubre)
A la población israelí de las zonas donde los activistas violentos provenientes de Gaza le angustiaba la morosidad de la respuesta de las fuerzas de seguridad de Israel que tardaron en llegar a las zonas donde los terroristas deambulaban con sed de sangre. Para “liberar” suelo Israelí de los invasores desde Gaza les llevó todo el sábado 7 y el domingo 8. La actuación de los activistas de Hamas se mostraba como que tenía lugar en suelo liberado, con sus habitantes sin protección alguna, abandonados a una suerte espantosa, casa por casa, calle por calle. Basta incluir en el inventario trágico el festival de música electrónica que se estaba desarrollando. Matan los terroristas a más de 350 personas. Era un caos que ni siquiera los activistas de Hamas imaginaron. Llevaban horas en su “cacería” de habitantes, sean lo que fueren, mujeres, niños, hombres, guardias, a los que dieron muerte. Y también en esa cacería los llevaron rehenes a Gaza. Las vallas de seguridad y de separación del territorio Israel de la franja de Gaza fueron perforadas en distintas partes y ello permitió el ingreso de activistas de Hamas. También de civiles que se aprovechaban de las “puertas abiertas” para ingresar a zonas pobladas y saquear viviendas ante la ausencia de personal militar o de seguridad de Israel.
Reacción tardía
Casi en cualquier país del mundo, probablemente no en todos, una afrenta terrorista sangrienta como pocas veces se dio el 7 de octubre de 2023 en territorio israelí genera en la cúpula gobernante un terremoto. Obliga a renuncias, despidos, además de cuestionamientos a los responsables que no previeron y no evitaron el hecho. En cualquier otro país del mundo semejante desprotección de la población dejada a la furia del terrorismo y con una demora de dos días en la que se incurrió para asistirlos, el primer ministro renuncia. Por dignidad republicana. Se hubiera esperado que el presidente de Israel, Isaac Herzog se lo exigiera. Nada de eso ocurrió. Claro que Netanyahu tenía suficiente legitimación personal como judío israelí para sentirse dispuesto a la respuesta contra los que agraviaron con muerte y secuestro de rehenes a todo su país. El ruido de su venganza disimuló el éticamente correcto proceder que hubiera debido concretar. Mostró, en suma, el verdadero rostro de su dura personalidad y de mantenerse alejado de los pronunciamientos judiciales a los que se sometería, ya sin poder, sin fueros.
¿Cuántos niños y mujeres?
No puede saberse. Cada bombardeo israelí en Gaza genera víctimas donde es muy probable se encuentren algunos activistas de Hamas u otros. Pero seguro habrá niños que resultarán muertos y otros heridos de gravedad, al igual que sus madres. No es difícil imaginar. Según seguimiento específico del diario el País (España) de hace dos días, “Los bombardeos generaron cerca de 30 muertos, en su mayoría niños”. Las acciones fueron “principalmente refugios y tiendas de campaña donde se aloja la mayoría de los desplazados”. Desde el rompimiento del alto el fuego de hace más de un mes 420.000 personas fueron desplazadas nuevamente en forma forzada conforme cita la UNRWA , agencia de ONU para los refugiados palestinos: esos “parias itinerantes de la guerra”.
Deux états? “Jamais!”
“Un acuerdo con los palestinos, basado en dos Estados para dos pueblos, es lo correcto para la seguridad de Israel, para la economía de Israel y para el futuro de nuestros hijos. La paz no es un compromiso. Es la decisión más valiente que podemos tomar. La paz no es debilidad. Encarna en sí todo el poder del espíritu humano. La guerra es rendirse a todo lo que hay de malo dentro de nosotros. La paz es la victoria de todo lo que es bueno. A pesar de todos los obstáculos, todavía hoy una gran mayoría de israelíes apoya la visión de esta solución de dos Estados. Yo soy uno de ellos”.
Parte del discurso del ex primer ministro de Israel, antecesor de Netanyahu, Yair Lapid, en la Asamblea General de Naciones Unidas, (22/09/2022.) Frente a las expresiones de hace unos días surgidas de una conversación telefónica de Netanyahu con el presidente de Francia, Emmanuel Macron caemos en la cuenta de que no nos equivocamos cuando le asignamos al israelí una personalidad singular. Pergeñó una original frase: “Un Estado palestino sería una recompensa al terrorismo”. Netanyahu no es un estadista. Sí peligroso para el país bajo su batuta en una interpretación de orquesta de la autoexclusión. Sin partitura musical siquiera.
¿Irán nuclear?
“Apagar las brasas con fuego” aparenta ser “la filosofía” conductual del supermillonario estadounidense devenido ¡por segunda vez! presidente de los EE.UU. En su tiempo, hace diez años, el acuerdo entre los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, EEUU, Reino Unido, China, Francia y Rusia, todos ellos países poseedores “legales” de armas nucleares) más la Alemania de “la Meckel” y con la República Islámica de Irán parecían originar un “parto de luz” en las relaciones internacionales. Se procuraba con ello que Irán acotase sus planes de desarrollo nuclear, exclusivamente, al uso pacífico, no militar. El señor Trump, que quebró el tratado nuclear Reagan-Gorbachov, de 32 años, abandonaba esta vez el tan elaborado tratado con Irán. Traición a los “socios” en el acuerdo y a la vez que reponía las sanciones que, en virtud del acuerdo, se habían suspendido. Una cachetada a Irán. Cada vez imaginamos más cercano a Trump como dueño de un kiosco de golosinas y fármacos de rutina que presidente de una superpotencia. Por eso, por eso mismo, muy peligroso para el mundo todo. Claro que tiene un socio adherente: Netanyahu, quien en todo momento sostenía (y hoy, además) que había que atacar a Irán antes de ser potencia nuclear, como la propia Israel lo es. Porque al más ajustado “estilo Bussi” que tanto se conoce en estas tierras tucumanas, el “ni niego ni confirmo” le vale oro. ¡Estos “líderes pro-paz”! Hoy vuelve Trump, como si nada, a requerir (a exigir, en rigor) acuerdos con Irán. Y Netanyahu, a pretender bombardear instalaciones como ya lo hiciera en 1981 al reactor nuclear de la central Osirak en Irak, construida por ingenieros franceses, pese -en su tiempo- a la oposición de los EEUU También hizo lo propio con un reactor en Siria. Pero esta vez vale tener presente palabras del director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el diplomático argentino Rafael Grossi, quien dijo hace días que Irán “no está lejos” de conseguir la bomba nuclear. Más que nunca el acuerdo que pateó sin responsabilidad Trump en 2018 se impone como muy necesario. Hoy mismo. Por el Trump de siempre.