
El clan de los "Gatitos", una familia con cinco generaciones de payasos en el Circo Rodas: "Yo quiero ser como ellos"
Desde el aserrín y la lona hasta los escenarios tecnológicos, Julio Oñate, su hija y su padre mantienen viva una tradición familiar que emociona y hace reír en un espectáculo que se estrena mañana en Tucumán.
Julio Manuel Oñate es la quinta generación de una familia de payasos. El gen está presente en él, nacido en provincia de Buenos Aires, y también en su hija Camila, de 17 años, que ya se pinta la cara y sale a escena como “Gatita”. También en su padre Manolo, de 78, conocido como “Gato”. Juntos forman el “Clan de los Gatitos”, una de las almas del circo Rodas, donde a partir de mañana subirán a la pista de forma casi diaria en la carpa instalada en avenida Sarmiento y Catamarca, en el Circo Rodas. “Nosotros somos los clásicos payasos. Los que se caen, los que vuelan, los que juegan con los grandes y con los chicos. Los irreverentes. Los soñadores”, dice Julio a LA GACETA, mientras palpita el estreno y recuerda cómo empezó todo.
A los seis años se pintó la cara por primera vez, rodeado de una “turba de payasos”, como él los llama. Era una tradición familiar: cuando llegaba fin de año, todos los niños se convertían por un rato en lo que veían cada día. “Yo lo miraba a mi abuelo, a mis tíos, y decía: ‘yo quiero ser como ellos’”, cuenta. Nunca lo dudó. Y no le costó. “Nací en el circo de aserrín y lona. Con elefantes, tigres y camellos. Hoy el circo es otro, moderno, tecnológico, pero el alma sigue siendo la misma”.
Con ellos, también está “Cachete” su compañero y amigo, que aporta un humor excéntrico y musical con instrumentos y carisma. “Es un eximio músico, un grande”, dice Julio.
Una familia en escena
Camila, su hija, estudia en la secundaria de forma presencial gracias a la Ley Golondrina, que garantiza el acceso a la educación de hijos de familias nómades. “Hace una semana que llegamos a Tucumán y me recibieron de una manera increíble. Trabajar junto a mi familia es algo muy bonito. Pero en realidad el trabajo se convierte en un juego cuando salgo al escenario”, cuenta.
Con apenas 17 años, ya tiene muy claro su lugar en el clan. “El circo es mi vida. Trabajar junto a mi abuelo es un sueño hecho realidad. Entramos a todos los shows jugando y, aunque no parezca, el más serio de los tres es mi papá, porque es quien nos pone en orden”, dice Camila.
En TikTok, su cuenta es @gatita_urakita. “Subimos 1.000 videos por día, siempre con humor sano. Me encanta ver lo que se puede transmitir”.
El Rodas, un sueño
Camila, al igual que su padre, recuerda con nitidez el momento en que decidió ser payasa: “Fue cuando mi abuelo se enfermó de Covid-19. Yo le dije a mi papá: ‘quiero entrar y salir a jugar con vos, no quiero ser malabarista, bailarina, acróbata, quiero ser payasa, siempre lo quise’”.
Camila nació en Mar del Plata. Su madre es de Buenos Aires y toda su familia vive en el circo. Su mamá fue bailarina y acróbata, y es hermana de Marcos Rafael Gómez, más conocido como el “Bicho Gómez”, comediante y actor argentino. Se hizo popular por sus personajes en televisión, como el inolvidable payaso “Mala Onda”.
“Una familia de circo, todos son acróbatas. Mi tío siempre está presente y me dice que me saque la vergüenza y el temor para entrar a la pista”.
Ropa, fe y nervios
Antes de cada función, Julio se persigna, reza, se pone su pantalón azul y una gorra que fue de Oleg Popov, un payaso ruso que admira profundamente. “Siempre están los nervios. Porque no importa si ya hiciste 1.0000 funciones: uno nunca sabe cómo va a reaccionar el público. Esa adrenalina es la que nos mantiene vivos”.
Cuando no están en escena, recorren la ciudad. Tucumán ya les es familiar. Empanadas, sánguches, paseos por la peatonal. “Desde que tengo uso de razón, me conozco toda la Argentina, Sudamérica y Centroamérica. Mis padres son chilenos, mis abuelos españoles y mis hijos argentinos. Como decía Sandro: no tengo nación ni patria, porque la tierra es toda mía”.
Julio habla del humor como una forma de resistencia. “Hoy los chicos ya no se sorprenden tanto. Tienen streaming, videojuegos, celulares. Pero ahí está el desafío: hacer que los grandes vuelvan a ser niños y que los chicos entren en la fantasía del payaso. Mientras en el mundo exista un niño, el circo no morirá jamás. Se va a ir reinventando. pero el circo va a estar siempre presente. Somos los actores más antiguos del mundo”, dice Julio.
Y lo dice con orgullo. Porque ser payaso no es disfrazarse. Es una forma de vida. Un arte. Una misión. Y una herencia que se pinta en la cara y se guarda en el corazón.
Magia rodante
Circo y emoción en Tucumán
El Circo Rodas ya está en Tucumán con un espectáculo que mezcla tradición, humor y tecnología. Instalado en Avenida Sarmiento y Catamarca, estará solo por 12 días. La propuesta incluye trapecistas internacionales, malabaristas, contorsionistas, ilusiones en 3D, el mago Adam, y los entrañables payasos del “Clan de los gatitos”. Además se suman impactantes números como el “Globo de la muerte”, donde motociclistas desafían la gravedad dentro de dos esferas metálicas. Las funciones comienzan hoy a las 21. De lunes a jueves hay una función única en el mismo horario. Los viernes, sábados y domingos se ofrecen tres funciones a las 15, 18 y 21.
Entrada general desde $7.000. Se consiguen en la boletería del circo. Anticipadas con un 20% de descuento.